Ulises Rosell: la película sobre Marcos López es el retrato de un retratista

La realización fue una experiencia inolvidable para el director. El seguimiento de todo un año.

DEFINICIÓN. “El creador del pop latino está perdido en su propia obra y actúa con total sinceridad”, indicó Ulises Rosell, el director de “López”. DEFINICIÓN. “El creador del pop latino está perdido en su propia obra y actúa con total sinceridad”, indicó Ulises Rosell, el director de “López”.

Marcos López no es cualquier artista. Aunque se lo presente como fotógrafo es distinto al resto y carga con mucho más que sus equipos. Crea objetos, dibuja, construye instalaciones, retrata y realiza videos y películas.

No tiene ningún problema en admitir sus citas, que a veces son expresas. Con mucho humor e ironía recorre referentes clásicos del arte. Ha creado el pop latino, donde el color y los personajes son tan cotidianos como extraños. Y luego el llamado “subrealismo criollo”. Cada foto, cada imagen es una grandilocuente puesta en escena.

Ulises Rosell, en su película “López” (se la presentó en el Festival Tucumán Cine Gerardo Vallejo), siguió al artista durante un año y registró desde sus actividades laborales, inauguraciones en centros culturales y museos y apariciones en la radio hasta sus momentos hogareños y sus visitas al veterinario con su perro, a la óptica, a una sesión de acupuntura o al dentista.

“Marcos no pida permiso, confíe en usted mismo, me dice la psicóloga”, confiesa en una entrevista radial. Y luego dice que está probando todos los tipos de suplementos alimentarios y qué recomienda para el hígado graso durante la hora y media de película. Y quién conoce al artista sabe que efectivamente es así. “Toda mi obra artística se nutre de la artesanía popular”, afirma durante una sesión con un odontólogo.

Rusell define que el filme es un retrato de un tipo que se dedica al retrato. Para algunos, “López” no encaja en el formato documental que recopila la obra y desarrolla la línea de tiempo del artista, sino que elige poner el ojo en esas personas.

Durante una entrevista con LA GACETA, vía correo electrónico, Rosell explica que hacer este trabajo fue todo un placer. “Tiene algo así como incontinencia emocional”, caracterizó.

- Centrarse en Marcos López es toda una definición. ¿Cómo y por qué elegiste ese personaje?

- Son muchas cosas que se combinan para empezar una película. Siempre me divertí con Marcos. Lo cruzaba como vecino hace unos años, cuando por casualidad alquilaba una oficina enfrente de su casa; almorzando en el mismo bar que aparece en la película, nos poníamos a charlar de todos sus problemas sin filtro alguno. Lo mismo ocurrió en algún festival donde participábamos con nuestras películas “El Etnógrafo” y “Ramón Ayala”.

- Y se dio...

- Estaba la intriga por entrar a la casa, que la había visto en notas, en fotos, por la web. Y de alguna manera la identificación en el tema del retrato, en el método de trabajo de creación desde el caos, lo que es indisimulable. Supongo que en cierta forma la edad de Marcos ya se me aparece como un futuro más o menos cercano a mí también.

- La película es sobre él, más que sobre su obra. Pero es difícil escindir una y otra cosa.

- Si, es un caso de artista perdido dentro de su propia obra. Es maravillosamente sincero en ese sentido. El trabajo no solo fue fácil, sino que fue un placer. Me gusta hacer amigos laburando. En general, no puede parar de mostrar su vida. Si te lo encontrás por la calle te cuenta sin ningún tipo de contención lo que se le está cruzando por la cabeza en ese momento, no se pone filtro. Tiene algo así como una incontinencia emocional. Que mi trabajo fuera ir a jugar al delirio de Marcos López durante un año es un momento de la vida del que nunca me voy a olvidar, seguramente.

- Como director de cine, ¿tenés otras obras, indagás en otras vidas, en otros personajes? ¿Algún proyecto de ficción?

- Estoy filmando un documental sobre la pandemia, o mejor dicho varios cortos documentales que formarán un largo con episodios pandémicos. Hice un registro de la ciudad vacía y de los primeros momentos de circulación Lo de la ciudad vacía tenía algo medio de postal, pero cuando empezó a circular gente había un miedo, un aparato estatal metido en todos lados, una cosa que era como la distopía hecha realidad, así lo veía. También estoy empezando una película de ficción muy experimental con Valentina Bassi, Gloria Carrá y mi hijo Lisandro, que supongo que será la primera realización donde un personaje autista estará interpretado por un autista real y no por un actor “haciendo de”. Creo que será una especie de comedia bastante extraña, al menos eso es lo que me está pareciendo por el momento.

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