Violencia en la Liga Tucumana de Fútbol: un mal que parece incurable

En los cinco meses que pasaron desde que comenzó el torneo, las agresiones y amenazas fueron moneda corriente. La pelota, por ahora, segurá rodando.

Ataque de los barras de Newbery.  Ataque de los barras de Newbery.

El fútbol el deporte más lindo del mundo. Lástima que haya tanta gente empeñada en arruinarlo. En convertir la fiesta en desgracia. Y hoy en día, la Liga tucuman de fútbol está envuelta en una espiral de violencia que parece no tener fin. En los cinco meses que pasaron desde que se inició el torneo “Malvinas Argentinas” ocurrió de todo y en todos lados. Salvo excepciones, en la mayoría de las canchas hubo episodios de violencia. Muchos de ellos graves. Algunos lo fueron tanto que la actividad debió paralizarse una vez y cerca estuvo de hacerlo de nuevo ante el hartazgo de los árbitros de tener que dirigir con riesgo a las agresiones y los robos. Pero todo sigue igual. Fecha a fecha, la violencia sigue dando el presente y empañando el deporte que para muchas personas es un medio con el que se ganan la vida. Y con la llegada de la etapa de definiciones, las tensiones son aún mayores.

El más reciente de estos episodios lamentables tuvo lugar en Aguilares, en cancha de Jorge Newbery, donde el plantel de Sportivo Guzmán, el árbitro y sus asistentes, el veedor y otras personas fueron agredidas por barrabravas locales. Las imágenes que se viralizaron por Whatsapp desde adentro del vestuario, adonde los jugadores del “Juliano” debieron atrincherarse tras el partido, son espeluznantes: una lluvia de piedras, bombas de estruendo y toda clase de proyectiles que pusieron en riesgo la integridad física y hasta la vida de los visitantes, quienes trataban de sostener las puertas para evitar que los agresores ingresaran. Los gritos de desesperación de los jugadores, muchos de ellos muy jóvenes, completaron la crudeza de la escena.

“Fue una vergüenza lo que nos pasó. Nos tiraron de todo: piedras, bombas, vidrios. No sé qué hubiese pasado si esos hinchan lograban entrar al vestuario. No sé cuánto tiempo estuvimos sosteniendo esa puerta hasta que llegó la policía y despejó la zona, pero pareció una eternidad”, relató Santiago Condorí, capitán de Sportivo, quien a la vez agradeció a los jugadores, el cuerpo técnico y los dirigentes de Newbery. “Se portaron muy bien con nosotros”, destacó.

“No sé si hubiéramos salido vivos si esos tipos entraban al vestuario. Esa es la realidad. Por momentos no podíamos respirar por las bombas que nos tiraron. Hubo compañeros lastimados, pero gracias a Dios fueron dentro de todos leves. A otro compañero también le robaron la indumentaria”, aportó Gustavo Castillo, volante del “Juliano”.

Walter Perea, entrenador del equipo agredido, comentó que “mientras un grupo de jugadores trataba de bloquear la puerta, otro tapaba los ventiluces para evitar que siguieran entrando piedras, botellas, metales y bombas de estruendo al vestario. Había jugadores llorando, vomitando por el humo y los nervios, por el miedo. Había chicos de 18, 20 años, que nunca habían vivido algo ni siquiera parecido. Uno perdió un diente, otro terminó golpeado en la cabeza. Hasta donde sé, también le robaron a los árbitros. La pasamos muy mal, realmente”.

Enrique Chamorro, presidente electo del Sportivo (aunque todavía no asumió), lamentó lo sucedido en el sur. “Es muy triste. Gracias a Dios no hubo que lamentar alguna víctima fatal o heridas mayores, pero el plantel la pasó muy mal. La sociedad está muy violenta, en todos los ámbitos. Este tipo de conductas empañan lo deportivo. La Liga tiene que tomar medidas ejemplares con quienes protagonicen esta clase de hechos de violencia”, pidió el dirigente.

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