El presidente de Irán, el ultraconservador Ebrahim Raisi, prometió una “acción decisiva” contra la ola de protestas que sacude el país desde la muerte de la joven kurda Mahsa Amini, cuando estaba bajo custodia de la policía de la moral, que la detuvo por llevar el velo “de manera inapropiada”.
Raisi calificó las protestas de “disturbios” e instó a tomar “medidas decisivas contra los opositores a la seguridad y la paz del país y del pueblo”, al hablar con los familiares de un miliciano muerto en la ciudad de Mashhad.
El gobierno de Irán convocó a los embajadores británico y noruego por lo que calificó de injerencia y cobertura mediática hostil de los disturbios nacionales. El ministro de Relaciones Exteriores, Hossein Amirabdollahian, también criticó el apoyo de Estados Unidos a los “alborotadores”, la etiqueta que Teherán ha utilizado para muchos de los que se han sumado a las protestas, que fueron reprimidas por fuerzas de seguridad y restricciones a Internet y a los teléfonos.
Según balances oficiales, al menos 41 personas han muerto pro la represión, aunque los grupos de derechos humanos afirman que la cifra real es mucho mayor. Además, hay bajas entre miembros de las fuerzas de seguridad del régimen.
Cientos de manifestantes, activistas reformistas y periodistas han sido detenidos desde que las manifestaciones, en su mayoría nocturnas, y los enfrentamientos callejeros estallaron tras la muerte de Amini el 16 de septiembre y luego se extendieron a decenas de ciudades.
Las fuerzas de seguridad han disparado con munición real, según denuncian los grupos de derechos, mientras que los manifestantes han lanzado piedras, incendiado coches de policía, prendido fuego a edificios estatales y han gritado “muerte al dictador”.
Son las mayores protestas de Irán en casi tres años, están lideradas por mujeres y, además de las clásicas quejas políticas o económicas, el reclamo que se escucha por sobre otros es el repudio ante el estricto código de vestimenta basado en el género de la república islámica. (Reuters)