Una madre narrada por la ganadora del Nobel 2022

Vida tensionada por las tradiciones y las ansias de cambiar.

Una madre narrada por la ganadora del Nobel 2022
16 Octubre 2022

Por Rogelio Ramos Signes

Este libro, ya desde el título, no encierra un engaño. Con la primera frase (“Mi madre ha muerto el lunes 7 de abril en el asilo de ancianos del hospital de Pontoise, donde yo la había ingresado hacía dos años”) entendemos que “una mujer” es la madre de la autora, y que nos hablará de ella.

Memoria, comprensión, enojo, algún resentimiento, impotencia ante lo inevitable, pero por sobre todo es amor lo que va destilando, como a través de un filtro de barro de lenta porosidad, la variada materia de este sencillo relato, no más extenso que una nouvelle.

Annie Ernaux comienza a contar la historia de su familia a partir de los abuelos, porque ahí es donde nacen los posibles aciertos y errores en el comportamiento de su madre: la insoslayable raigambre familiar.

La narración, adulta y reposada tras la muerte, pretende ser desapasionada. Y es, a mi ver, en esa falta de pasión donde crece el drama de una vida sujeta a tradiciones y sin grandes posibilidades de cambio, pero ansiosa por aprender aunque los cambios ya no sean posibles. Es un juego de opuestos que no se plantea así, pero que así resulta.

La vida de una madre que, de niña, crece con un apetito jamás saciado, que comparte su cama con una hermana, que usa vestidos de parientes que los usaron antes; la vida de una niña de campo capaz de hacer las mismas labores que los muchachos, es la que la autora nos muestra como arranque de la historia que, ya de adulta, nos mostrará a una mujer que hace todo lo posible por cambiar pero que termina repitiendo moldes. Es la típica madre de posguerra que quiere aprender cosas nuevas pero que raramente lo logra, que siente que el cariño por sus hijos debe manifestarse mediante ayuda económica y regalos, que no instruye sexualmente a su hija, que finalmente ama a sus nietos como si desde esa actitud natural pudiese corregirse algún error del pasado.

En definitiva, esa mujer es una madre igual a muchas otras; podemos seguir sus avatares como una equivalencia en la que nosotros narramos la historia de quienes nos antecedieron. Annie Ernaux, a su manera, nos ayuda a encontrar el sitio exacto de este tipo de relato cuando nos aclara que “no es una biografía, ni tampoco una novela”.

La primera vez que leí este libro fue a comienzo de los años 90, y lo releo ahora por el inmenso premio que acaba de ganar su autora. Con 30 años de distancia entre una lectura y otra, yo no soy el mismo ni tengo los mismos gustos; sin embargo la historia que cuenta este libro se mantiene idéntica. O sea que ha logrado conmover al menos a dos personas distintas. Eso me hace pensar que conmoverá a muchas más, tal vez a todos sus lectores.

Comencé esta reseña con la frase inicial del libro. Creo que eso me anima a cerrarla con la frase que lo clausura: “Ya no volveré a oír su voz. Fue ella, con sus palabras, sus manos, sus gestos, su manera de reír y de caminar, la que une a la mujer que soy con la niña que fui. He perdido el último vínculo con el mundo del que he salido”.

© LA GACETA

RELATO: UNA MUJER / ANNIE ERNAUX (Seix Barral – Barcelona)

PERFIL

Annie Ernaux nació Lillebonne, Francia, en 1940. Algunos de sus libros, traducidos al castellano, son La otra hija, Perderse, Pura pasión, La vergüenza y El acontecimiento. Ganó los premios Formentor, Strega, Von Rezzori, Mauriac, Renaudot, entre otros. Fue distinguida por l’Academie Francaise y por la Academia de Berlín. El 6 de octubre pasado, la Academia Sueca le concedió el Nobel de Literatura por la “agudeza clínica con la que descubre las raíces, las trabas y el extrañamiento de la memoria personal”.

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