“Miguelón” es buscado por tres homicidios e investigado por sus contactos narcos

En el barrio El Matadero todos le temen a Miguel Figueroa, un hombre que tuvo una sorprendente carrera delictiva. Habría pagado $50.000 para que cometieran un crimen en el marco de una cruenta venganza. Operaría con traficantes de drogas que están encerrados en el penal de Villa Urquiza

EL PRIMER PASO. “Miguelón” está acusado de haber cometido un ataque utilizando pistolas y una ametralladora en contra de los Almirón en el cual murieron dos jóvenes.  EL PRIMER PASO. “Miguelón” está acusado de haber cometido un ataque utilizando pistolas y una ametralladora en contra de los Almirón en el cual murieron dos jóvenes.

Tucumán no es Rosario en materia de narcomenudeo, pero tiene personajes que los hacen lugares muy parecidos. Uno de ellos es Miguel “Miguelón” Figueroa, el hombre que impuso el poder en Villa 9 de Julio a base de tiros y muertes. Está prófugo de la justicia desde hace casi dos años por tres homicidios registrados al haber ejecutado un cruento plan de venganza. Es investigado por haberse transformado en uno de los narcos más importantes de la provincia. Y lo que es peor aún: está considerado como una persona que no le teme a nada y que será uno de los que resistirá a sangre y fuego su detención.

El barrio El Matadero está enclavado en ese sector de la capital tucumana. Allí creció “Miguelón” y desarrolló su carrera delictiva. Según la Policía, se habría iniciado como ladrón de estéreos y cuando esa actividad “pasó de moda” siguió con las ruedas de auxilio. Después fue acusado de cometer asaltos. Luego habría comenzado a “tejer” una red de narcomenudeo en ese vecindario y después fue expandiéndose a otros. Al ir conociendo los secretos del oscuro mundo narco, se habría transformado en un proveedor. En otras palabras, pasó de la venta en menor escala al tráfico y la distribución de drogas. No es el único que creció así. En la historia policial tucumana hay otros ejemplos: Nilda “La Cabezona” Gómez y Luis Fabián “Gordo Vaca” Vega son algunos de ellos.

“Si hablo, me matan a mí o a uno de mis hijos”. “¿’Pelao’, si tenés familia volá de acá porque la vas a pasar mal”. “Son unos asesinos, no conviene decir nada de ellos”. Esos fueron algunos de los testimonios que reunió LA GACETA en un recorrido por El Matadero. Sólo una persona se atrevió a hablar. “Él está en las grandes ya. Tiene mucha plata y hace lo que quiere”, explicó Juan Herrera. “Antes era un hombre con códigos, como cualquier choro, pero ahora es el señor narco que decide quién vive y quién muere. Así de clarito”, añadió.

El principio del fin

Pasada la medianoche del martes 15 de diciembre de 2020, una interminable balacera sacudió a los habitantes del barrio San Roque, también de Villa 9 de Julio. Dos familias se habían enfrentado a tiros en medio de la calle. Un proyectil atravesó el pecho de Gonzalo Ezequiel Figueroa (26 años), el hermano menor de “Miguelón”. El fiscal Carlos Sale investigó el caso y no tardó en sostener que estaba vinculado a cuestiones de droga.

Por el homicidio fueron acusados y luego detenidos Walter (55), Franco “Manzanita” (38) y Marcos “Caco” Almirón (23), todos domiciliados en esa zona. El móvil del crimen nunca quedó en claro. Una versión indicaba que los dos imputados de menor edad habían comprado droga en la casa de Raúl “Lobizón” Lobo, cuñado de Figueroa y que la pelea se había iniciado porque la sustancia que adquirieron no era de buena calidad. La otra hipótesis es que los Almirón pretendían que se fueran del barrio por la actividad que desarrollaban y habrían invadido su territorio.

En esos días, fuentes policiales y judiciales confirmaron que al velorio de la víctima llegaron personas de otras provincias para acompañar a “Miguelón”. No habrían sido parientes, sino proveedores de la droga que supuestamente comercializaba el líder del clan en la capital y en el interior de la provincia. Vecinos indicaron que los narcos se habían ofrecido a aportar hombres y armas para vengarse del crimen. Pero Figueroa rechazó esa posibilidad y anunció que él mismo se haría cargo. También anticiparon que se produciría un baño de sangre en la zona.

Los Almirón, temerosos, no dudaron en aceptar ser condenados en un juicio abreviado que fue presentado por el auxiliar Juan Pablo Godoy, con instrucciones del fiscal Sale, para evitar las represalias. Consideraban que en la cárcel podrían tener más protección. “Manzanita” recibió una pena de 17 años, “Caco”, de 11, y Walter una condicional por abuso de armas de fuego y recuperó la libertad. Los allegados contaron que prácticamente no se lo ve caminar por las calles, ya que sigue temiendo por su vida.

La venganza

“Miguelón”, según la acusación, no tardó mucho tiempo en concretar su venganza. En una calurosa siesta del 18 de diciembre, el líder del clan Figueroa, acompañado por un tal “Cabeca” y los hermanos “Íñigo”, a bordo de un vehículo, se presentaron en la casa de los Almirón. Dispararon con pistolas y una ametralladora sin piedad y las balas que salieron de sus armas acabaron con la vida de Héctor Gabriel Amaya (33) y a Leonardo Sepúlveda (26) e hirieron además a Gonzalo Greco (12), Maximiliano Limdon y Franco Galván (26). Salvo el menor que se encontraba circunstancialmente en el lugar, los otros eran parientes de los acusados del homicidio registrado dos días antes y que no habían participado en el hecho.

Fuentes judiciales y policiales señalaron que Figueroa, al no haber podido cumplir con su objetivo, no se detuvo. Los últimos días de diciembre, un desconocido se presentó en la comisaría donde estaba detenido “Manzana” Almirón para que le entregaran un sándwich de hamburguesa que le había mandado su esposa. Al carcelero y al mismo detenido les llamó la atención porque minutos antes la mujer le había entregado el almuerzo. Revisaron el menú y descubrieron que el trozo de carne había sido elaborado con vidrio molido.

Días antes de esa tentativa de homicidio, el defensor de los Almirón sufrió un misterioso ataque. Un desconocido se bajó de una moto con el rostro cubierto y con un martillo destruyó la placa del profesional primero y un vidrio después. Había cubierto sus manos con guantes de látex y por eso no se pudieron obtener huellas para tratar de identificarlo. Era un mensaje mafioso para un profesional que denunció a los Figueroa como vendedores de drogas en el barrio San Roque. Estos tres hechos siguen impunes.

La última muerte

Ramiro Exequiel Ledesma (18), salvó su vida en el ataque del 18 de diciembre porque segundos antes de que comenzara la balacera había entrado al baño de la vivienda. Antes de que se cumplieran tres meses del doble homicidio, el joven había sido citado por una chica de 19 años para un encuentro amoroso que se concretaría el sábado 13 de marzo. A la hora señalada, un automóvil se detuvo frente a él. El vehículo, según el expediente, era conducido por “Miguelón”. A su lado, estaba un joven, y en el asiento trasero, la muchacha. Ella se bajó, señaló a la víctima y el hombre que iba en el asiento de acompañante, hizo lo mismo con una pistola en la mano. Disparó 10 veces; seis proyectiles impactaron en el cuerpo de Ledesma, que intentó escapar. Murió al día siguiente en el Centro de Salud.

El fiscal Ignacio López Bustos investigó el caso. Probó que Alexis “El Sucio” Íñigo (27), uno de los mencionados en la causa del doble homicidio, había sido el autor del homicidio. En tanto que identificó a Jimena Fernández (20) como la entregadora. La teoría del caso es que Figueroa los habría contratado para que cometieran el crimen y por ese motivo ordenaron su captura. En barrio El Matadero señalan que le pagó $50.000 a cada uno.

La situación procesal de ambos es diferente. Íñigo fue detenido a los pocos meses del crimen y en mayo pasado, condenado a prisión perpetua. En tanto que Fernández fue arrestada en agosto y, por pedido del auxiliar Lucas Maggio, con instrucciones del fiscal López Bustos, se le dictó la preventiva y recientemente le rechazaron el pedido de gozar de arresto domiciliario por estar embarazada. “Miguelón”, según la información que consta en la causa, se habría encargado de aportar el dinero para que evadiera la acción de la justicia.

La fuga

Figueroa es uno de los hombres más buscados de la provincia. Todos los indicios indican que después del doble homicidio, viajó a Bolivia donde habría recibido la ayuda de los narcos a los que supuestamente les compra la droga. Sin embargo, a fines del año pasado habría regresado a la provincia.

“La tiene clara. Sabemos que no usa celular para que no lo ubiquemos ni lo escuchemos, que permanentemente circula en diferentes vehículos y que rara vez duerme en la misma casa. Además cuenta con la colaboración de los vecinos a los que les paga para que le avisen de movimientos extraños”, explicó uno de los miembros del equipo de la Policía que está detrás de sus pasos.

Con la búsqueda, los investigadores reunieron elementos para sospechar que Figueroa sigue involucrado en el tráfico de drogas. Es más, hasta habrían sumado indicios de que estaría asociado con un narco que actualmente cumple condena en Villa Urquiza. “Nunca cesó con su actividad ilícita”, indicó una fuente judicial.

“Él tiene mucha plata y hace lo que quiere. Incluso paga para que no lo detengan”, indicó Juan Carlos, otro vecino de El Matadero que no quiere aportar su apellido por temor a represalias. En ese vecindario circuló la versión de que cuando cayó Fernández -varios sostienen que está ligada sentimentalmente con el prófugo- él también iba en el auto. “Lo dejaron ir por $3 millones. La entregó a la chica, pero él se está haciendo cargo de la familia de ella”, añadió el hombre. Fuentes del Ministerio de Seguridad dijeron desconocer esa versión e invitaron a las personas a que denuncien el caso, aunque admitieron que iniciarán una investigación.

Los investigadores rechazaron ofrecer una recompensa económica para la persona que informe sobre su paradero. Lo hicieron por dos razones. “El temor que le tienen es muy fuerte y porque si el Estado ofrece $2 millones, él pagará $4 por protección”, finalizó un investigador.

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