Personajes y una escritura que esperan

Por Fernando Sánchez Sorondo.

06 Noviembre 2022

Por muchos motivos, Esperar una ola -la nueva novela de Guillermo Saccomanno- es extraordinaria. En primer lugar porque no se trata en rigor de una novela: su formato puede inscribirse también –ya que los incluye- en otros géneros: una colección de microcuentos, un poemario, fábulas, fragmentos ensayísticos. Esta circunstancia le suma a Esperar una ola otro acierto: la ubica en un cuestionamiento del género concebido tan rígidamente, lo cual se corresponde con el temperamento innovador (y provocador) de Guillermo. Más aún y a su favor: la lectura de cualquiera de esos géneros que la novela abarca, resulta sobresaliente, creativo, poético, existencial. Y trascendente, como lo son muchos de sus textos anteriores: por ejemplo, El buen dolor, Terrible accidente del alma y El sufrimiento de los seres comunes. Guillermo puede leerse y ha sido leído como un transgresor, una especie de petardista. Muy arbitraria óptica: su obra toda hunde sus raíces en una dimensión filosófica, espiritual, incluso religiosa, pero despojada de toda solemnidad y proselitismo. Afortunadamente y aunque a veces nos parece estar al borde del precipicio del “mensaje” o de la moraleja, no los hay finalmente.

¿Por qué se llama Esperar una ola? Lo dice el propio autor: “De qué estoy hablando. De escribir”. O sea escribir como a la espera de la ola de la inspiración, la vigilia, la víspera, la premonición, el verbo que se hará –o no- carne. Pero también porque muchos de los personajes y de las circunstancias que habitan el libro esperan, al igual que el autor, a ese Godot que eventualmente les dará sentido, arraigo, identidad: una cresta donde surfear la vida en su huida virgiliana del tiempo irreparable. Al escribir, Guillermo es escrito simétricamente por los personajes de sus ficciones. Y por sus mundos fantásticos: fantásticos por su calidad y por su género.

Esperar una ola alude también a encontrar un lugar donde guarecerse del mundo: del aburrimiento, el desasosiego, los gobiernos, el infortunio, la vulnerabilidad que nos constituye, incluso de la muerte -de morirse uno o de matar-. Porque estamos hablando de un texto en el que conviven toda clase de personas y avatares en esa democracia que impera a la hora de morir tanto como a la de vivir. Desde esa movilidad argumental y social que rige nuestra “residencia en la tierra”, para decirlo con Neruda. Y que Saccomanno desenmascara como el mejor, como ya lo hizo en Cámara Gesell o en La peste.

Nuevo en cada uno de sus libros, en Esperar una ola nuestro escritor no desmiente esa poderosa inventiva en que nos zambulle a sus lectores.

© LA GACETA

NOVELA: ESPERAR UNA OLA / GUILLERMO SACCOMANNO /(Planeta – Buenos Aires)

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios