25 Diciembre 2022

Recibir a los héroes

Soy un privilegiado que en 1978, con mis hijos muy chiquitos, viviendo en Buenos Aires y con cientos de miles de compatriotas en el Obelisco, pudo gritar “¡campeones del mundo!” por primera vez; así como, en 1986, con mis hijos adolescentes, estar entre las multitudes que, en la Plaza Independencia, primero deliraron de gozo con ese gol histórico de Maradona que humilló y expulsó del Mundial a los ingleses, para, poco después, ovacionar a la Selección que obtenía la segunda Copa del Mundo. Y el domingo, ya con hijos y muchos nietos, rendimos apasionado -y acalorado- homenaje al maravilloso equipo de Scaloni y a Messi, su formidable crack y líder, trayendo la Copa del Mundo a nuestro país, por tercera vez. Y, finalmente, fui testigo de la  apoteosis popular de 6 millones de argentinos, bajo un sol despiadado y durante horas, cubriendo rutas, autopistas, plazas y avenidas para recibir a nuestros Campeones. Sí, a nuestros Campeones, a nuestros extraordinarios Campeones Mundiales de fútbol, si se quiere, porque los héroes fueron los otros. Los gloriosos guerreros argentinos en Malvinas. Héroes de la Patria. Ésos que durante dos meses y medio enfrentaron con una decisión y una valentía inigualables al invasor británico, a los yanquis, al poderío conjunto de la OTAN, y al silencio cómplice del resto de los poderosos del mundo, ofrendando sus vidas en defensa de la Patria y de sus hermanos: el pueblo argentino. Oficiales y suboficiales, profesionales de la guerra, y millares de conscriptos, hijos del pueblo, sirviendo a su país. Y lo hicieron sitiados por el armamento nuclear, frente a un enemigo veterano y bien pertrechado, en una geografía inhóspita, un ambiente hostil, sin caminos que llevaran provisiones fuera de Puerto Argentino, sin el equipo adecuado para tamaña confrontación porque los altos mandos jamás pensaron en una guerra, sólo se trataba de una escaramuza para obligar a Inglaterra a negociar y, para colmo, bajo las órdenes de Menéndez y su camarilla de ineptos y cobardes, que corrieron a rendirse cuando oyeron el primer tiro cerca mientras nuestros hombres dejaban sus vidas agotando las municiones sobre el enemigo. A ellos debimos ofrecerle la apoteosis del recibimiento. Ante ellos debimos poder, tener la posibilidad de inclinarnos y ovacionarlos, todos y cada uno de los argentinos, en cada rincón del país, durante días. Y, junto con nuestro amor, reconocimiento, admiración y agradecimiento infinitos, recompensar tanto dolor y sacrificio con garantías laborales y coberturas de salud y vivienda por el resto de sus vidas. Eso deben hacer las naciones soberanas que merecen serlo. En cambio, fueron tratados como leprosos, los escondieron, los alejaron del pueblo por el que habían peleado como leones, los encerraron e interrogaron como culpables de algo que no podían entender, los silenciaron y se fueron deshaciendo de ellos devolviéndolos a la sociedad con el mayor anonimato y disimulo posibles. La orden imperial de la desmalvinización debía cumplirse a rajatabla. Y no fueron 26 jóvenes deportistas profesionales y su equipo técnico sino más de 15.000 jóvenes compatriotas.

Arturo Arroyo
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¿Messi, nuevo prócer?

Se habló mucho , se vio mucho y se vio un fanatismo que no se veía hace muchos años, la "messimanía" y hasta donde una sociedad puede venerar a un futbolista que ya es un fenómeno en un país donde no tiene referentes de nada. ¿Hasta dónde llegará toda esta locura? Camisetas agotadas, tatuajes, murales y hasta calles donde cambiarán el nombre de próceres para colocar el nombre de Lionel Messi en La Pampa. En Mar del Plata se hará una estatua al portero Emiliano Martínez luego de sus repudiables actos racistas. "Jubilaron a Maradona", dicen algunos.  Me pregunto, cuando tenga que hablarle a mi sobrino, qué le diría, ¿que Messi es más importante que el general José de San Martín? ¿que Messi fue el prócer de la Independencia argentina? ¿que Antonella ocupará el lugar de Remedios de Escalada? ¿Jorge Messi será Belgrano? Celia (su madre) será Guillermina Leston de Guzmán? Que cinco millones de fanáticos fueron a verlo, mientras que cuando asumió el Dr. Raúl Alfonsín solo fueron un millón luego del retorno de la democracia el 10 de diciembre de 1983, luego del Proceso y una guerra tan cruel. Creo que Argentina ha tocado fondo, hemos perdido el rumbo hace muchos años y ese futbolista vino como un mesías del cielo para tapar el vacío que tenemos los argentinos, a tal punto que quieren hacerlo eterno, cuando el reloj biológico algún día dirá que Messi ya no jugará más al fútbol. Para muchos es como ver a Michael Landon en “La familia Ingalls”, padre ejemplar, ejemplo de humildad y miles de atributos; pero no se olviden de que es un ser humano como cualquiera y que no es ningún dios, ni mesías, ni salvador, ni todas las cosas que se dijeron. Ojalá que podamos recuperar todo lo que perdimos en tantos años de frustración en nuestra gran nación los valores y en esta Navidad donde el Salvador vino al Mundo para cumplir lo que estaba escrito nos proteja de falsos dioses y de la carencia que estamos teniendo como pueblo.

Fernando Saade
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Racismo en el fútbol

Muchos años vi fútbol en mi vida; vi jugar a Pelé, a Cruyff, a Diego, a Messi y arqueros como el gran Fillol, Goycochea, Don Amadeo Carrizo, Navarro Montoya y la araña negra, que es a mi criterio el mejor de toda la historia Lev Yasmin. Lo de Emiliano Martínez, como bien escribió el lector Saade en estos días (carta “El ‘Dibu’ Martínez”, 20/12) fue deplorable e inmoral lo que hizo a los franceses, los cuales tampoco son ningunos santos, pero atacar de esa forma racista es para una correspondiente sanción de la FIFA con suspensión o directamente con una buena multa económica. Jamás vi a un deportista expresar tanta bronca y hacerse el pícaro, y cómo todos los argentinos lo aplaudieron acá, diciendo que es el mejor de todos, que es un genio y demás, es porque no conocen de fútbol; es un personaje que él creó; por algo su apodo, "Dibu". Tanto que hablaron de Diego y el gol bautizado “la mano de Dios” contra Inglaterra y que le dicen tramposo, y tantas cosas que se hablo de él hasta que falleció; Maradona fue un señor en la cancha, donde nunca se burló de sus rivales; al contrario, miles de futbolistas intercambiaron camisetas con el Diez. En cambio, este señor Martínez se burló de los jugadores franceses, de su raza de color, y de los colombianos por bailes que son típicos de festejos centroamericanos. El argentino es un ser difícil de entender; yo con 68 años me pregunto por qué tanta saña contra Diego ¿y acaso “Dibu” no actuó igual o peor que Diego? Si hubiera sido un referí que estaba a la altura del partido debería haber expulsado a Messi, a “Dibu” Martínez , a Lois Van Gaal ,al jugador Weghorst y al defensa Otamendi, todos por insultos y violar el juego limpio. El único culpable acá es la FIFA, que no aplicó el reglamento como debería haberlo hecho. Pero el racismo ha costado miles de vidas y sigue todavía cobrando más. ¿Infantino sabe o apoya esto? Para pensarlo.

Carlos Leonetti
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