El desamor, la soledad y la locura en “San Petersburgo”

Jorge de Lassaletta dirige una obra de Patricia Zangaro con una relectura de la parábola del hijo pródigo. La dramaturgia femenina.

UN RELATO PROFUNDO. Liliana Barrionuevo y Sandra Virgolini protagonizan la puesta de “San Petersburgo”.  UN RELATO PROFUNDO. Liliana Barrionuevo y Sandra Virgolini protagonizan la puesta de “San Petersburgo”.

En estreno mundial, esta noche debutará a las 22 en la sala Boyce Díaz Ulloque de El Círculo de la Prensa (Mendoza 240) “San Petersburgo”, de la dramaturga argentina Patricia Zangaro que “cuenta la historia en pedazos, de personas perdidas en la multitud urbana, encerradas en celdas arquitectónicas y subjetivas”, al decir de su director, Jorge de Lassaletta.

Desde un texto fraccionado, en el que la autora ni siquiera define qué personaje dice cada parte, se construye una obra inspirada en la parábola del hijo pródigo, que permite reflexionar sobre los vínculos ficticios y los reales. Actúan Sandra Virgolini, Indio Armanini, Liliana Barrionuevo y José Padilla.

“Es como si la obra nos hubiera elegido a nosotros, tanto en el contenido y la forma del texto como en que podíamos encararlo con el número de integrantes de nuestro grupo. En la crisis teatral contemporánea, que nos incluye, buscamos un relato que sea profundo y desenmascarador de una época fútil y de espejismos. Un relato, en fin, que podamos encarar sólo, desde la acción actoral, y algún sintético y económico objeto espectacular”, explica el director.

- ¿Que sea la primera puesta en escena de la obra implica un desafío especial?

- Seguro que es un desafío y una responsabilidad grande el realizar una première de Zangaro, dando una primera versión de su obra en Tucumán. El texto es celular. Cada palabra es densa en contenido. Cada diálogo sintético almacena muchas capas, incluso geológicas, pues se trata de antiguos ancestros culturales. En un atravesamiento vertical, armónico, el texto se muestra con una apariencia cotidiana que se rasga en entresueños y discursos simbólicos y psicóticos.

- Decidiste trabajar con cuatro personajes, ¿por qué?

- Esta dramaturgia nos enseña a actuarla, a través de la mayor particularidad y el gesto mínimo. La autora desafía al lector, valorándolo, proponiendo su dramaturgia de soliloquios y coloquios de voces tácitas, sugeridas; que aquél tiene que identificar. Pero Zangaro, con claridad y razón “clásica”, guía en al receptor en el relato, para que reconozca sus voces con cierta facilidad sin vericuetos. Y aunque a esta obra pueda ser hecha por uno, o una multitud de actores; las voces originarias son cuatro. Justo el número de nuestra compañía de actores. También denota el espacio de la secuencia. Y no explica nada ni justifica la acción: es como real y contundente, sin metáforas ni formalidades.

- La obra hace referencia al cuadro de Rembrandt sobre el regreso del hijo pródigo. ¿Tiene un significado especial?

- Si. La pintura sobre la parábola del hijo pródigo expresa la revolución que Cristo infundió al dogma de la religión hebrea, donándole la piedad, el perdón, el amor al prójimo, aunque en esta parábola se nombre al padre y no a la madre. En la parábola no hay mujer. Es una referencia cultural y religiosa cuyos sentidos ya no tienen vigencia, pero que aún permanecen en sus formas rituales o en imágenes oscurecidas por el polvo.

- ¿Cuál es su mensaje?

- En la obra se denuncia que esta parábola es un fraude. Que lo que ocurre es el parricidio, el no reconocimiento de la filiación. El desamor. La soledad. La confusión y la locura. Y la moraleja es que hay que salir de los enceguecimientos, y ver y encarar lo necesario para rescatar el amor.

- La obra fue reconocida en el 22° Concurso Nacional de Obras de Teatro, y venís de montar un texto de Cristina Escofet (“Yo, Encarnación Ezcurra”). ¿La dramaturgia de mujeres está en auge?

- Seguro que la dramaturgia femenina está en auge. Los puntos de vista, a partir de sus reivindicaciones, obligan a reconstruir las carencias y los olvidos de la mayor parte nuestra cultura.

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