Las recomendaciones técnicas y la bibliografía disponible, entre ellas la que elaboró el Programa Granos y la Sección Zoología agrícola de la Eeaoc, titulada “Helicoverpa Armiguera, ¿qué sabemos de esta especie?”, señalan que una de las medidas preventivas que deben tomar los productores es el monitoreo del cultivo que se quiera proteger. Los especialistas afirman que el relevamiento de huevos, de larvas, de pupas y de adultos de esta plaga es fundamental para implementar diferentes estrategias de manejo. Para realizar el monitoreo de adultos se utilizan trampas de luz y de feromonas. Para monitorear las larvas se emplean paños verticales u horizontales o bien la observación directa de las plantas para visualizar huevos y larvas.
Al ser una plaga nueva, aún no existen Umbrales de Acción, ni siquiera en Brasil, por lo que se recomienda utilizar los UA de la literatura internacional hasta que se ajusten los niveles con las investigaciones en curso. En soja se recomienda que actuar cuando se presentan hasta 7,5 orugas por metros cuadrado, en estado vegetativo y hasta dos orugas por metro cuadrado en ciclo reproductivo. En el poroto, las acciones se deben aplicar con tres orugas por metro cuadrado y en maíz con hasta dos orugas por metro.
La bibliografía recomienda que, en caso de que se alcancen los niveles de acción y se justifique una intervención química, se debe tener en cuenta la selectividad del insecticida para preservar los enemigos naturales. Para ello se recomienda usar insecticidas biológicos, luego insecticidas del grupo de los reguladores de crecimiento, luego las diamidas, avermectinas y, finalmente, los carbamatos.
Es necesario conocer el mecanismo de acción de los insecticidas para llevar a cabo la rotación y, de este modo, para evitar que el insecto desarrolle la resistencia.