“La calidad de nuestras relaciones afectivas es una de las claves, quizá la más importante, para recuperar nuestro equilibrio físico, mental y emocional”, afirman en su libro “Desafiando imposibles” las coaches porteñas Verónica de Andrés y su hija Florencia Andrés.
Las autoras habían leído una investigación de la Universidad de Pennsylvania sobre los niveles de felicidad y, al analizar el 10% más feliz de los encuestados descubrieron que había una variable que se destacaba por sobre las demás: las buenas relaciones con amigos, con la familia, y en diferentes ámbitos.
Entonces, si en gran medida tu felicidad depende de la armonía en tus vínculos vale la pena preguntarse, por ejemplo, ¿cómo hago para llevarme bien con mi padres, con mis hermanos, con mis jefes, con mis vecinos, etcétera, etcétera?
Florencia y Verónica sugirieron una solución que tiene varias virtudes: es un método sencillo, fácil de poner en práctica en casa, y muy poderoso, en opinión de las coaches: las cuatro preguntas indagatorias del método de Byron Katie.
De la depresión al amor
Byron Kathleen Reid es una estadounidense de 72 años. Después de los 30 sufrió durante una década una severa depresión. Y cuando se encontraba profundamente desesperada (ya hacía dos años que no salía de su habitación) experimentó una revelación que cambió su vida.
Katie comprendió que cuando creía que algo debería ser diferente de cómo era (“Mi marido debería quererme más”, “Mis hijos deberían apreciarme”) ella sufría, y que cuando no creía estos pensamientos, sentía paz. Entendió que la causa de su depresión no era el mundo en el que vivía sino lo que ella creía acerca de ese mundo. Y así pasó de ser una mujer deprimida y con tendencias suicidas a llenarse de amor por todo lo que la vida ofrece. Desarrolló “El Trabajo” como método para ayudar a otros, escribió el libro “Amar lo que es” y se dedica a dictar conferencias sobre estos temas. Los interesados pueden profundizar el tema en el sitio thework.com/espanol.
Fuera de tus asuntos
Katie expresa en su libro que “desear que la realidad sea diferente de lo que es resulta desesperante”. Agrega que aceptar la realidad no implica ni justificar ni aprobar, sino ser capaz de ver las cosas sin resistencia y sin la confusión que causa la lucha interior. Además, advierte: “Buena parte de nuestro estrés proviene de vivir mentalmente fuera de nuestros propios asuntos. Cuando pienso ‘necesitás un trabajo’, ‘quiero que seas feliz’ me estoy inmiscuyendo en tus asuntos... Pensar que yo sé lo que es mejor para cualquier otra persona estar fuera de mis asuntos. Incluso si lo hago en nombre del amor, es pura arrogancia, y el resultado es tensión, ansiedad y miedo”.
Ejemplo práctico
En “Desafiando imposibles”, las coaches Verónica y Florencia citan el caso de una clienta suya, a la que llamaron Carolina, que tenía dificultades en la relación con su suegra.
“La creencia más profunda de Carolina era que su suegra no la quería y que por consiguiente la criticaba a sus espaldas. Le hicimos la primera pregunta: ‘¿Es verdad?’ Dudó un poco y respondió: ‘Creo que sí’. Ahí le explicamos que la respuesta tenía que ser sí o no, ya que no había lugar para respuestas intermedias” Luego le hicimos la segunda pregunta: ‘¿Podés estar absolutamente segura de que eso es verdad?’. Su respuesta fue no. La tercera fue ‘¿Cómo reaccionás cuando tenés ese pensamiento?’ ‘Me pongo mal, a la defensiva, no tengo ganas de ir a verla ni de ir a las reuniones familiares’, dijo. La última pregunta fue: ‘¿Cómo serías sin ese pensamiento?’ Y ella aseguró: ‘Sería más feliz, estaría menos tensa, me llevaría mejor con mi marido y tal vez hasta podría llevarme bien con ella’. Carolina dejó de esperar que las cosas fueran diferentes, dejó de poner la felicidad en los hombres de su suegra y se dio cuenta de que finalmente su felicidad estaba en sus propias manos”, relatan las coaches.