Cómo funciona nuestro sistema previsional

En nuestro país tenemos un sistema previsional público solidario, lo cual significa que está administrado por el Estado Nacional y que los aportes de los trabajadores activos (empleados en relación de dependencia e independientes formales) y, los aportes de los empleadores, los recauda el Estado para repartir entre los jubilados y pensionados actuales.

El Estado Nacional, a través de la Administración nacional de la seguridad social, se encarga de recaudar los aportes de la seguridad social, ya sea de trabajadores independientes (autónomos o monotributistas) y de trabajadores en relación de dependencia, como los aportes de los empleadores, para hacer frente al pago de las prestaciones previsionales del sistema.

Actualmente contamos con unos 18 millones de beneficiarios que perciben alguna prestación, ya sea contributiva o no contributiva; ciudadanos con quienes el Estado nacional asumió una responsabilidad de pago de haberes de por vida. Cabe aclarar entonces que los aportes que realizamos los trabajadores activos formales, sirven para financiar el pago de los beneficiarios pasivos y, que de ninguna manera, el Estado nacional los está ahorrando para cada trabajador a efectos de devolverle en la etapa pasiva transformado en jubilación, como ocurre con otros sistemas del mundo.

Panorama a futuro

Surge la necesidad, sin dudas, de instar a los trabajadores informales (tenemos unos 5 millones aproximadamente en nuestro país), a asumir como propia la responsabilidad del pago del aporte previsional, para poder sustentar y financiar el sistema actual y sobre todo, para poder proyectarse hacia el futuro con sus propios aportes y la obtención de un beneficio previsional contributivo; sin esperar la vigencia de una moratoria previsional para ingresar al sistema, a los 60 o 65 años. Tomar conciencia que al Sistema ingresamos desde la primera actividad laboral que nos genera ingresos y, si ella fuera una actividad independiente, realizar la inscripción necesaria al monotributo, efectuar los aportes y desde allí ya planificar la futura jubilación, contar con cobertura medicoasistencial con una obra social y cobrar las asignaciones familiares que pudieran corresponder.

Entre los trabajadores formales, los informales y quienes perciben prestaciones previsionales, ya tenemos a toda la población adulta en nuestro país, el resto son los niños; por lo cual es fundamental comprender el funcionamiento del sistema, para que quienes no efectúan aportes, teniendo una actividad laboral, tomen conciencia y los realicen; de lo contrario, el sistema pronto no tendrá sustento.

Impacto de la moratoria

Las moratorias previsionales, si bien es cierto vienen a paliar la situación de vulnerabilidad en la que se encontró un universo de ciudadanos que no tuvieron posibilidades de efectuar aportes a lo largo de su vida y, debido a su condición de adulto mayor y de respuesta a una necesidad social, es preciso darles una cobertura médico asistencial y un ingreso mensual, pero esta medida debería ser la excepción. Sin dudas la regla es el trabajo formal y el aporte previsional.

Lamentablemente, de cada 10 personas que se jubilan, cada vez que tenemos una moratoria vigente, 8 lo hacen acogiéndose a plan de facilidad de pago, por lo cual, podemos ver claramente que no es una excepción, sino que la mayoría de quienes ingresan al sistema lo hacen sin haber aportado los 30 años mínimos necesarios para ser beneficiario de una prestación previsional. Esto afecta directamente a la sustentabilidad del sistema.

En los jubilados (que aportaron los 30 años o más) impacta en sus haberes toda vez que sólo tienen los aumentos trimestrales del sistema (por debajo de la inflación), sin la posibilidad de cobrar bonos adicionales, como lo hacen quienes perciben haberes mínimos y precisamente, son quienes se adhirieron a alguna moratoria previsional.

En los trabajadores actuales, impactará en los haberes futuros, ya que la falta de sustentabilidad hoy, nos impide pensar en cobrar los mismos ingresos que teníamos en la etapa activa; no podemos siquiera pensar en un 82% del haber a la fecha de cese, el cual desde el año 1994 no existe en nuestro sistema (salvo algunos regímenes especiales). Por lo cual los ingresos en la etapa pasiva, si no nos preparamos, serán considerablemente inferiores a los que tenemos actualmente.

Cómo impacta la inflación

Sobre este tema escribimos en varias ocasiones; basta con saber que la Ley de movilidad previsional no contempla el índice inflacionario en la fórmula de cálculo, lo cual explica por qué los haberes previsionales vienen quedando sistemáticamente por debajo de la inflación en nuestro país y el motivo por los cuales, al decir del propio gobierno nacional, se otorgan bonos adicionales a quienes perciben haberes mínimos previsionales (para que no pierdan ante la inflación); por ende, el resto de los beneficiarios si lo hacen.

Una herramienta

El seguro de retiro se va perfilando desde hace más de 15 años como la herramienta ideal para planificar el retiro a través de un ahorro mensual por fuera del sistema previsional. Este instrumento, que se trata de una póliza de seguros individual, es decir cada trabajador ahorra en función de su capacidad de ahorro, sirve para ahorrar y capitalizar el ahorro, resguardando los pesos a valor dólar oficial, aportando en el mediano largo plazo para obtener al momento de la jubilación, una suma que permita complementar la futura jubilación que cobraremos por Anses y en muchos casos superarla.

En los casos de trabajadores independientes, autónomos y monotributistas, que estamos destinados a cobrar una jubilación mínima, sin dudas el Seguro de Retiro será el mayor ingreso que tendremos y si lo planificamos correctamente, nos ayudará a contar con idénticos ingresos que tuvimos en la vida activa, o mayores a ellos.

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