Vélez tomó aire al aprovecharse de un Atlético desconocido

El “decano” lo planeó, pero no pudo aprovechar el contexto de un Vélez urgido por el triunfo y a los 17 minutos ya perdía 3-0.

Vélez tomó aire al aprovecharse de un Atlético desconocido FOTO DE MATÍAS NAPOLI (ESPECIAL PARA LA GACETA)

En Argentina, el descenso es un drama. Propensos a la exageración, dirigentes e hinchas de fútbol de estas tierras interpretan una eventual pérdida de la categoría como si se tratara de la extinción del propio club, de su reducción a la nada misma.

En otros lugares del mundo, las cosas no llegan a tanto: nadie quiere caer en una división más baja, pero una mala campaña coronada por un descenso se suele entender como una circunstancia no deseada derivada de la propia competencia.

En otras palabras, no se trata de una cuestión de vida o muerte (más allá de las dificultades para poder volver, que en Argentina se potencian por la cantidad de equipos que militan en el mega-ascenso de la Primera Nacional).

En ese clima, se debate por estos días Vélez. La orgullosa institución de Villa Luro/Liniers, con sus 16 estrellas, incluidas la Copa Libertadores y la Intercontinental y autoponderado como el “más grande club barrial del mundo” salió a la cancha a enfrentar a Atlético ubicado en puesto de descenso directo.

¿Cómo se llegó a esto? Como generalmente sucede, no hay una razón única, si no la suma de varias.

La segunda presidencia de Sergio Rapisarda dejó mucho que desear, con dirigentes que se presentaron juntos aunque estaban peleados. Dentro de un mes, habrá comicios.

Pablo Cavallero, como manager, fue responsable de numerosas incorporaciones que no dieron la talla.  A principios de año, retornó al cargo un histórico, Christian Bassedas.

Se apostó por “Cacique” Medina y el equipo se metió en semis de la Libertadores 2022. Tras la paliza que le propinó Flamengo en Liniers, todo fue cuesta abajo.

El técnico uruguayo no le encontró la vuelta a nivel local y Ricardo Gareca no pudo reeditar viejos éxitos. Fue un período corto, signado por el desencuentro entre el “Tigre” y algunos referentes del plantel. Y finalmente arribó Sebastián Méndez con su corazón velezano y los altibajos en resultados.

El trabajo en inferiores le suele otorgar a Vélez abundancia de promesas y algunas joyas, pero los buenos jugadores le duran poco. Y para colmo, cuando las cosas no salen, la barra acostumbra a “visitar” a los jugadores.

Anoche, antes del pitazo inicial de Facundo Tello, la tensión en los alrededores del Amalfitani se podía cortar con un cuchillo, con la gente más que consciente de que la bajada del telón de la Copa de la Liga estaba –y está- a la vuelta de la esquina.

Esos mismos hinchas que sobre el cierre de la semana pasada se ilusionaron con las informaciones que daban cuenta de una probable anulación del descenso directo, el que define la tabla anual y amenaza al equipo de sus amores.

Pero la operación mediática impulsada por varios clubes tuvo a la postre un vuelo corto: Claudio Tapia salió con los tapones de punta a desmentir la versión y con el status quo confirmado, los hinchas concurrieron al Amalfitani a apoyar a su equipo ante Atlético, en la primera de siete finales.

Con un único sueño: mantenerse en Primera, donde la “V azulada” milita ininterrumpidamente desde 1944, siendo actualmente el club con mayor permanencia en la máxima categoría después de Boca.

¿Podría Atlético sacar provecho de las urgencias de Vélez, de esas piernas de sus jugadores –muchos aún juveniles- que pesan 10 kilos cada una frente a un error propio o un gol que se demora en llegar ante el avance acelerado del cronómetro?

Sergio Gómez había instado a aprovechar las necesidades de los rivales del “decano” en este tramo final de la copa. Salió todo al revés: en Liniers, en la noche del lunes, el anfitrión se aprovechó de un Atlético desconocido. Y los hinchas de Vélez volvieron a creer que salvarse es posible.

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