Gómez mostró su enojo, pero pidió tranquilidad tras la pobre actuación de Atlético Tucumán

"No éramos los mejores, ni ahora somos los peores. Me quedo con la reacción del complemento", sentenció el entrenador "decano".

Atlético Tucumán no tuvo una buena noche y lo sufrió con una dura derrota. Atlético Tucumán no tuvo una buena noche y lo sufrió con una dura derrota. FOTO DE MATÍAS NAPOLI (ESPECIAL PARA LA GACETA)

“Horrible”. La palabra resonó y flotó en el aire cálido de la coqueta sala de prensa de Vélez. Sergio Gómez la pronunció con ganas, poniendo énfasis para calificar el primer tiempo de su equipo. Y con bronca quizás, la misma que admitió haber sentido ante la desconocida ofrecida por Atlético en el "José Amalfitani".

Qué duda cabe. Fue la peor noche de la dupla desde que dieron el sí y desembarcaron en 25 de Mayo y Chile. La expresión demudada en el rostro de Favio Orsi al ingresar al recinto para disponerse a escuchar las preguntas de los periodistas era tan transparente como el agua del Mar Caribe: estaba golpeado como nunca antes durante su ciclo.

Perder está dentro de las posibilidades de cualquier deporte. Y caer por una diferencia de dos goles, y más a domicilio, tampoco es un drama, puede pasar. Pero en la derrota 3-1 ante Vélez se trató de otra cosa, lo duro tuvo que ver con la forma en que la visita mostró su peor cara, en particular en la faz defensiva: desconcentración, endeblez en la marca, ingenuidades inconcebibles.

¿Fue apenas una mala noche o se van preocupados?, preguntó LG Deportiva en Liniers. Orsi respondió: “Estuvimos desatentos. Nos pasó en 18 minutos todo lo que no nos había pasado en estas doce fechas en que venimos dirigiendo… Las desatenciones nuestras las pagamos todas de entrada y el partido se desarmó de arranque”.

A su turno, Gómez reflexionó: “Nos habían convertido tres goles desde que llegamos y ahora nos convirtieron tres goles en 10 minutos; entonces claramente no es lo que somos, da mucha bronca, tenemos que hacernos cargo de lo que sucedió y vamos a trabajar para cambiar eso”.

Eso, hacerse cargo de esos errores fue uno de los mensajes que la dupla bajó en el vestuario durante el entretiempo. Y encontró correlato en que salieron a la cancha los mismos 11 con la intención de revertir lo que parecía imposible. No pudieron evitar la derrota, aunque sí se acercaron en el marcador y entregaron otra imagen.

“Me iría más preocupado si no hubiésemos reaccionado en el segundo tiempo. Más allá de todo, el conjunto dominó la pelota y tuvo ocasiones. Llegó al descuento, y nos faltó ese toque final o esa profundidad para poder descontar nuevamente”, apuntó Gómez.

Ante la consulta de LA GACETA sobre qué “botones” tocaron en su charla en el entretiempo para lograr la respuesta deseada en sus jugadores, el técnico contestó: “Que ese no era nuestro equipo; o sea, ellos no son eso, le dijimos eso… lo que lograron estos chicos es impresionante. Lo que están logrando no es fácil. Pero no fue de la forma del primer tiempo. Así no lo conseguimos, no fue esa la forma. Ellos lo saben”.

Curiosamente, ambos integrantes de la dupla se sentaron en el banco de los suplentes con el segundo tiempo ya iniciado. Orsi explicó que había tenido que ir al baño, mientras que Gómez reveló: “Tenía bronca”. Seguramente necesitó unos segundos más de proceso interno para afrontar el complemento desde su rol de conductor.

“Tuvimos una jugada (remate de Julián Carrasco, atajada de Gastón Gómez sobre la línea) que no se explica cómo no terminó en gol… si nos poníamos 2-3 y con más de 10 minutos por jugar. Yo creo que hasta teníamos chance de la épica”, ponderó Orsi.

En verdad, el golazo de Mateo Coronel convocó fantasmas en la mente de los hinchas y en particular sobre los presionados jugadores velezanos que luchan por su supervivencia en primera.

Pero aquel tramo del partido en el que Atlético no se pareció a sí mismo, lo terminó condenando a una derrota que, como fue escrito, inquieta más por las formas que por los números (fue apenas la segunda caída en los últimos 13 partidos del “Decano”, que además sigue a tiro de la zona de clasificación a Copa Sudamericana y también, aunque con más rivales interpuestos, a los cuartos de final de la Copa de la Liga).

“No éramos los mejores ni ahora somos los peores”, repitió Gómez cuando los jugadores ya habían abordado el micro con cabezas gachas y sin hablar, con excepción hecha de Tomás Marchiori.

El entrenador se aferró a la “rebeldía” exhibida en el segundo tiempo como fundamento para avizorar una rápida recuperación en rendimientos individuales y juego colectivo.

El desafío del lunes próximo ante el también amenazado por el descenso Banfield y de visitante no será menor.

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