La "discoteca" de Riestra fue el escenario del último baile de la dupla

El "malevo" venció 1-0 a Atlético por el gol de Milton Céliz y tras el partido Sergio Gómez y Favio Orsi presentaron la renuncia en el "decano".

SIN RESPUESTAS. El equipo no ganó en el torneo, pero la derrota ante Riestra motivó la salida de los entrenadores. Foto: Matías Napoli Escalero especial para LA GACETA. SIN RESPUESTAS. El equipo no ganó en el torneo, pero la derrota ante Riestra motivó la salida de los entrenadores. Foto: Matías Napoli Escalero especial para LA GACETA.

La última función de Sergio Gómez y Favio Orsi como técnicos de Atlético Tucumán tuvo lugar sobre un escenario fuera de lo común, el viejo estadio Guillermo Laza, devenido en la actualidad en un coliseo igualmente diminuto pero remozado, rejuvenecido con música de discoteca y bebidas energizantes.

Quién te ha visto y quién te ve. Como entrenadores de San Martín, la dupla había sabido obtener buenos resultados en la misma cancha donde ahora su era al frente del “Decano” encontró sentencia definitiva.

Allí, en un rincón postergado del sur de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Orsi y Gómez condujeron al “Santo” a la última victoria pre-pandemia en marzo de 2020, un 1-0 sobre Riestra sellado con gol de Emiliano Amor.

Poco después del regreso del fútbol, en enero de 2021, San Martín volvió a visitar a los “Malevos de Pompeya” y esta vez fue un empate a cero que cortó una racha de tres derrotas al hilo de la visita.

Este lunes, sentados en el banco de la “vereda de enfrente”, Gómez y Orsi debieron rendirse a la evidencia de fin de ciclo: la histórica primera victoria de Riestra en la élite del fútbol ante un “decano” sin respuestas fue la gota que colmó el vaso de propios y extraños.

Antes de la reunión a solas con Cristian Lucchetti en la zona de vestuarios, los entrenadores salientes se acercaron a los jugadores reunidos en el círculo central y pronunciaron unas palabras que probablemente les pasaron desapercibidas: estaban con las cabezas gachas, las miradas hacia el piso, y los oídos llenos del griterío de los hinchas locales por la inédita victoria.

El reciente desembarco en primera revolucionó a Deportivo Riestra, un modesto club con acta de nacimiento y sede en el barrio de Pompeya.

En 1950, el club estrenó su primer estadio en la intersección de las calles Lacarra y Riestra, en Villa Soldati, donde jugó hasta 1981, cuando su terreno fue expropiado por la dictadura militar, en una situación que guarda similitudes con lo sucedido a San Lorenzo de Almagro, que a la postre se convertiría en vecino y “hermano mayor” del “Albinegro”.

Es que el destino los juntó: ambos clubes se vieron forzados a construir sus nuevos estadios en las inmediaciones de la Villa 1-11-14, la de mayor extensión geográfica y ubicada en la zona más pobre de la ciudad más rica del país.

Al igual que el Pedro Bidegain del que está separado por la Avenida Varela, el Guillermo Laza –nombre en homenaje a un expresidente- también fue inaugurado en 1993. Por supuesto, su escala de tamaño es infinitamente menor que el estadio lindero. Enfrente de ambos se encuentra una planta de reciclaje de basura, que deja un inconfundible aroma, sobre todo percibido cuando hay partidos en días hábiles.

El Guillermo Laza que este lunes abrió sus puertas a Atlético en poco se parece al que recibió a San Martín hace un puñado de años. Su capacidad no se modificó (puede albergar a unos 3.000 espectadores, repartidos en dos tribunas con unos pocos escalones y una platea con butacas para 350 personas), pero sí su impronta.

Ahora todo remite directamente a la marca de la bebida energizante que oficia de patrocinante principal. 

Su dueño, el mediático abogado Víctor Stinfale –representó a Diego Maradona y a Luis “El Gordo” Valor-, es el hombre detrás de las bambalinas, el inversor que hizo posible que Riestra subiera de la Primera D a la Liga Profesional en apenas una década, con éxitos apalancados más de una vez en polémicos arbitrajes.

En el estadio más pequeño de la Liga Profesional predomina el color negro, que se corresponde al packaging de la bebida energizante. Y hasta los flamantes bancos, que cambiaron de lado con respecto a las temporadas del “Malevo de Pompeya” en el ascenso, tienen ahora formato de una lata con la consiguiente marca en el techo.

Con el ascenso a la élite y en tiempo récord, se construyeron una especie de palcos, que a ras de piso sirven como un sector general de prensa y en su primer piso se ofrecen como un palco VIP para invitados.

Apenas se ingresa al estadio, y en particular en esa área, la música electrónica atrona, al tiempo que una modelo sonríe sobre una camioneta Hummer. Hay bebidas energizantes para todo el mundo, antes, durante y después de los partidos.

En este contexto es que Gómez y Orsi probaron su trago más amargo, el de su despedida de Atlético, sin pena ni gloria.

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