San Martín de Tucumán: se le quemaron los papeles demasiado pronto

San Martín volvió a mostrar una imagen errática, sumó su tercer partido sin ganar, en los últimos dos no convirtió goles y los hinchas dieron su veredicto.

IRRECONOCIBLE. Lautaro Fedele jamás entró en partido y equivocó demasiado los caminos. Foto de Diego Aráoz/LA GACETA. IRRECONOCIBLE. Lautaro Fedele jamás entró en partido y equivocó demasiado los caminos. Foto de Diego Aráoz/LA GACETA.

Los silbidos con los que el público despidió al plantel cuando terminó el partido es una fiel síntesis de lo que ocurrió en La Ciudadela. San Martín de Tucumán volvió a defraudar, volvió a dejar una imagen preocupante y ratificó que está lejos de ser ese equipo protagonista con el que soñaban todos en el arranque de la temporada.

Después de dos actuaciones que habían rozado lo lamentable, anoche Diego Flores decidió patear el tablero. Cambió el esquema y algunos intérpretes, pero el juego siguió ausente y el “santo” debió conformarse con un empate que tiene gusto a poco; sobre todo porque las fechas pasan y los de arriba cada vez se alejan más.

Pero más allá de los esquemas y los nombres, este San Martín parece no saber a qué debe jugar. No tiene brújula ni rumbo.

No hay juego asociado, las conexiones no aparecen, la pelota viaja demasiado por el aire y Junior Arias parece quedar a kilómetros de distancia del resto de sus compañeros.

Al igual que Ferro y San Miguel, Quilmes superó al “santo” solamente con orden, ganas y eficacia en los pases. El 4-2-3-1 que planteó Darío Franco resultó un código indescifrable para Flores y sus dirigidos.

Con Ricardo Ramírez y Joaquín Postigo como doble pivot copó con demasiada facilidad el medio campo y manejó la pelota durante todo el primer tiempo. Eso quedó reflejado en que San Martín solamente remató en una ocasión sobre el arco de Esteban Glellel: tiro débil de Nahuel Banegas que terminó en las manos del arquero de Quilmes.

Pero más allá del esquema inicial, San Martín falló en varios aspectos más. A la falta de juego, le sumó el desorden en el campo, la mala y casi nula presión en la salida, y el flojo desempeño en las transiciones defensivas.

Una vez más quedó evidenciado que el “santo” la pasa mal cuando lo atacan. Anoche quedó varias veces mal parado y si no lo sufrió más fue porque la visita estuvo errática en los metros finales.

Los cambios tampoco rindieron los frutos esperados, una vez más; y el “santo” pareció terminar de desdibujarse cuando Flores movió el banco de suplentes. Y si el local estuvo cerca de ponerse 1-0 fue sólo porque Banegas metió tres atropelladas que casi desarticulan el buen desempeño defensivo bonaerense: un cabezazo en el travesaño, un remate en el palo y otro zurdazo que Glellel desactivó enviándolo al córner. Muy poco para un equipo que encima cayó en la desesperación, algo que terminó de dejarlo fundido.

Los movimientos erráticos de muchos futbolistas en los últimos minutos dejaron en claro que el equipo no se encuentra.

Quilmes, con muy poco, desnudó todas las falencias de un equipo al que parece habérsele acabado las ideas y los recursos demasiado pronto en la temporada.

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