Ente Cultural: nuevos desafíos en tiempos de crisis

17 Marzo 2024

La flamante gestión que encabeza Humberto Salazar en el Ente Cultural se desarrolla en un nuevo escenario. La modificación en el organigrama de la administración pública dejó al Ente bajo el paraguas del Ministerio de Educación, una dependencia que no es de forma sino de fondo. Quedó claro de movida, cuando fue la ministra Susana Montaldo quien puso en funciones al sucesor de Martín Ruiz Torres y quien se quedó con la última palabra aquella tarde en la sala Caviglia, sede del acto que inauguró esta etapa. ¿Cuál es el margen de maniobra del que dispone Salazar para implementar los lineamientos de su plan? Además de habilitar o deshabilitar los fondos, ¿Educación apunta también a que todas las políticas culturales sean consensuadas?

La renuncia de Ruiz Torres fue multicausal, en buena medida impulsada por los “motivos personales” esgrimidos en la nota que dejó en la mesa de entradas de la Casa de Gobierno (porque lo cierto es que el ex presidente del Ente no llegó a tener contacto directo con el Gobernador durante todo ese proceso). Pero hubo otros motivos específicos que terminaron de gestar la decisión de Ruiz Torres. El principal fue una sustanciosa baja en los fondos para gastos de funcionamiento -correspondientes a los primeros meses de 2024- que le habían comunicado: más del 50%, de 90 a 40 millones de pesos. Ante la naturaleza de las medidas de ajuste que se veía obligado a tomar puertas adentro, Ruiz Torres dio el paso al costado.

A Salazar le toca arrancar con una vara bastante alta; una realidad que conoce bien. A fin de cuentas, formó parte del equipo de Ruiz Torres desde su condición de encargado del teatro San Martín. Además, hace un puñado de semanas le había tocado asumir al frente de una nueva Dirección (Industrias Creativas e Interior), espacio para que el debe definir un responsable. Hereda una gestión ordenada y una programación anual estructurada; habrá que ver qué le agrega de su impronta y cuáles son los cambios que cree necesarios. No lo ayuda el contexto económico; al contrario, ya encuentra varios frentes abiertos en distintas áreas, con el colectivo audiovisual a la cabeza.

Al igual que Salazar, Ruiz Torres hizo parte de su carrera en el Ente en el área de Patrimonio. De allí su preocupación por mantener en pie al extenso -y en varios casos deteriorado- entramado de museos que dependen de la institución. Pero se marchó con una deuda significativa: el Timoteo Navarro sigue cerrado y no hay señales de que vaya a reabrirse en el corto plazo. La obra corre por cuenta de la Dirección de Arquitectura y Urbanismo y la velocidad de ejecución está sujeta a una decisión política del Poder Ejecutivo. Para Juan Manzur no fue un tema central, habrá que ver qué decide Osvaldo Jaldo al respecto.

Poco sabe la opinión pública -y también el interior del Gobierno- sobre la complejidad del Ente Cultural, sobre la cantidad y variedad de temáticas que abarca y acerca de lo particular de su planta de personal, en la que conviven más de 400 artistas. Desde comprarles calzado a las bailarinas clásicas hasta fletar un colectivo para folcloristas que viajan a Cosquín; desde editar libros a impedir que se ocupen terrenos de la Provincia en Ibatín; desde apoyar el trabajo de las randeras de El Cercado a brindar talleres presenciales de innovación tecnológica. Y así puede seguirse durante largo tiempo. Mantener este conglomerado es una tarea en extremo compleja, que demanda eficiencia y un sólido trabajo en equipo.  Y con un agregado, representado por el incómodo lugar en el que ha quedado la cultura, víctima de un profundo ajuste a nivel nacional y de cuestionamientos a su naturaleza de política pública orientada a construir ciudadanía. Durante las próximas semanas se verá hacia dónde se dirige este proyecto.

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