Carlos Duguech
Analista internacional
Cuando las fuentes de información convivieron con los hechos -mientras sucedía la mayor tragedia guerrera del siglo XX– y por ello mismo se contaminaron de ese cóctel de “verdadero-falso” así transcurran decenios o siglos, subsistirán controversias sobre el grado de verosimilitud de los hechos. Y hasta perversas interpretaciones sobre determinados aspectos de la guerra, más ligadas al “mandato”. El de insistir en aquello que roe la realidad contrastada y rigurosamente documentada, en beneficio de una doctrina o sector sociopolítico respecto del “Holocausto” a manos los impulsores de los programas rigurosamente diseñados y acciones de los nazis en el poder. Y armados, en la guerra que desparramó muerte y destrucción en todos los formatos de la violencia trágica del Hombre. De ese al que se pretende dignificar con mayúscula, mencionándolo como espécimen respetable de la raza humana. Cifras mínimas consignamos para no ser demasiado sospechadas de irreales, sobre la cantidad de muertos en la guerra que inició Hitler con su invasión a Polonia el 1 de setiembre de 1939: ¡50 millones! Tal la dispersión de los guarismos que hay quienes sostienen 75 y otros se aventuran hasta 100 millones en los seis años de guerra. Sucede igualmente con la cantidad de víctimas mortales del nazismo que tenía como objetivo macabro diezmar completamente a la población de judíos de Europa. Acotamos: de esa Europa de las luces y la cultura, espejo en el que –particularmente, una buena parte de los argentinos, de espaldas a Latinoamérica- nos mirábamos reflejados en ella.
Por eso -en cuanto a cifras que expresen datos de la realidad- desviar la atención hacia ellas para buscar precisión quirúrgica a la hora de sostener cuántos judíos fueron víctimas de los campos de concentración y exterminio, es entrar, desprevenidos, en el juego de los que hoy -nos atrevemos a decirlo- repetirían esas malvadas prácticas. Se discute –discuten los “negacionistas”- sobre la verosimilitud del Holocausto o, en tono menor, sobre el número de las víctimas. Niegan, por ello, que sean seis millones. ¿Y si hubiesen sido sólo cinco, o cuatro, o tres… o menos, cambiaría la naturaleza del crimen de lesa humanidad del que se regodeó el nazismo con su perversa limpieza étnica? Similar procedimiento frente al holocausto asiático con el protagonismo criminal del gobierno japonés.
Historia escrita
De la IIGM, ese encadenamiento de hechos históricos trágicos que durante seis años (1939-1945) fue una cantera desde donde la Humanidad –como casi nunca antes- tomaba conciencia y sufría los estragos de la guerra, puede decirse que es el hecho histórico del que más documentación se posee. Y ello pese a que entonces los medios de información eran –vistos hoy – cuasi rudimentarios frente a la formidable evolución de los sistemas que el ingenio humano puso al servicio de todos y en cualquier lugar del planeta, a toda hora y al instante.
Las investigaciones y los descubrimientos que la prensa mundial prodigaban luego del fin de la contienda bélica tan devastadora mostraban que, en el contexto cultural del Siglo XX, persistían perversas discriminaciones. Estas insertadas en teorías políticas y acciones depredadoras, nada menos que contra los seres humanos, como si fueran alimañas o malezas a exterminar. El nazismo era eso, en esencia. Una creación intelectual y filosófico-política que halló consenso. Este, generado por la estructuración del odio como instrumento de dominación perversa de unos sobre otros. Un arma mortal, sin pólvora, en medio de una guerra donde las atrocidades encumbraban lo más abyecto del comportamiento humano. Con la “naturalidad” de “un hecho de guerra”.
En carne propia
Abordar la significación del Holocausto judío desde cualquier perspectiva suele motivar apreciaciones variadas sobre la naturaleza del asunto. La profusión informativa y documental sobre la cuestión y hasta las interpretaciones orientativas disímiles que suelen darse configuran un complejo escenario. En éste, proclive para interpretaciones de variado cuño. Muchas de ellas con una carga indisimulable de contenido ideológico que no puede disimular su intención descalificadora.
El ciudadano polaco Jack Fuchs (1924-2017) que se había radicado en Buenos Aires en 1963, era un sobreviviente del gueto de Lodz (Polonia), y de Auschwitz y Dachau, concretó el libro “Tiempo de recordar” (Enero de 1995- Editorial Milá -Buenos Aires) que revela una extensa y bien llevada entrevista con Liliana Isod, directora del Centro de Información y Documentación de Israel para América Latina.
Ninguna lectura, ninguna película ni obra de teatro, ni libros de historia de los comportamientos humanos, todo ello referido a la Shoá, ese macabro plan persecutorio de los judíos de Europa, podía generar en los demás lo que surge de un relato de un sobreviviente de ese tiempo, de hace ocho décadas. No se quedaba en eso. Era un programa sistemático inserto en el “plan de gobierno”, de eliminación de personas (judías) por la Alemania bajo el sistema del nacionalsocialismo de Hitler.
Entrevista a Jack Fuchs
Fue en Radio Universidad en septiembre de 1995. Venía a presentar su libro en Tucumán. Era la única vez, entonces, que entrevistaba a un sobreviviente judío del Holocausto. Nada de lo que habíamos leído hasta entonces sobre ese brutal experimento nazi puede compararse al testimonio de ese hombre de hablar sereno, que lo era Jack Fuchs.
Lo más notable fue que hasta volcar toda su dolorosa experiencia en este libro se mantuvo en silencio por más de 40 años. Fuchs interpretó, al fin, que era su responsabilidad llegar con su historia de sobreviviente Y lo hizo con una dignidad y una humildad que lo caracterizaban naturalmente. Nos dedicó su libro con un breve texto sobre “la raza humana”.
Entrevista a Klainman
Cincuenta años de silencio de Jorge I Klainman, sobreviviente de los campos de concentración del nazismo. Polaco de nacimiento (1928), como Fuchs. En 1947 se radicó en Buenos Aires. Desde su adolescencia, separado de sus padres, posteriormente lo hicieron recorrer varios campos de concentración y finalmente encerrado en Auschwitz. Su libro, una novela, el modo que eligió para expresar su vida y padecimientos. La tituló “El séptimo milagro” (Psicoteca Eitorial - Buenos Aires 1998). Da cuenta de que seis milagros le salvaron la vida y “el séptimo es el poder escribirlo después de más de medio siglo”.
En la dedicatoria de su libro (mayo de 2008) leemos: “Contando la verdad se anula la mentira y se refuerza la justicia” . Falleció en julio de 2023.
Las experiencias de los encuentros con Fuchs (1995) y con Klainman (2008) nos han aportado una visión imborrable y conmovedora de esa tragedia de la Humanidad, inserta en esa otra, la Segunda Guerra Mundial.
Pelea de fondo
Biden y Trump mostraron un esquema distinto al que estábamos habituados sobre los debates en los EE.UU. Un Trump que se autodefine con sus palabras y actos “todopoderoso” (tanto en lo interno como en las cuestiones mundiales (Irán, Israel, Hamas, etc.). Biden, perdió nivel. Sobre tantas acusaciones, ocultamientos, titubeos, y agresiones verbales vale rescatar las palabras de Robert F. Kennedy Jr. –candidato presidencial no participante del debate- antes del encuentro Trump-Biden: “Habrá insultos, acusaciones y cuestiones de guerra cultural, pero ninguna discusión sobre la mayoría de las temas que importan a los estadounidenses. No son tan diferentes”.
Bolivia resistió un golpe
Ya tanto nos habíamos acostumbrado los latinoamericanos –en un tiempo- a los “golpes de estado”, los de aquí, los de allá y los de acullá, que temimos lo peor. Duró unos minutos. El gobierno lo paró en seco. Buena noticia, al fin.