Las “narcobandas” que trafican con el fútbol

15 Enero 2025

El fútbol entró en receso durante estos días, pero las bandas que se nutren de su entorno con negocios ilegales y tramas mafiosas no se toman vacaciones. Desde hace tiempo se observa en el país el accionar impune y violento de grupos organizados que se despliegan para copar el cuidado de autos en las cercanías de las canchas, la comercialización única de comida y bebida, la venta de alcohol y estupefacientes dentro de los estadios, la obtención de entradas de favor para uso propio o reventa.

Desde hace décadas, la existencia de esos grupos no es anónima ni sus líderes buscan pasar inadvertidos; por el contrario, que todos conozcan quiénes son los conductores los empodera en su lucha por el control de las tribunas, que se extiende a las calles. Que en una de las últimas presentaciones de San Martín en el reciente campeonato de ascenso se haya desplegado una bandera acusando a un sector rival de ser narcotraficante podría sonar irónico si no fuese un escalón más en una batalla que se libra a sangre y balas y que, si no se la frena en lo inmediato y se la controla en el futuro, puede tener consecuencias incalculables.

Las “narcobandas” organizadas exceden al fútbol pero se alimentan de él para expandirse. Rosario es muestra de lo que implica haber mirado para otro lado por mucho tiempo, dando vía libre y pensando que habría autocontrol de los delincuentes para no “arruinar el negocio” si se ampliaba demasiado. Poner en cauce el desborde es costoso en términos económicos y humanos; frenarlo a tiempo es una obligación del Estado y de los encargados de la administración de la cosa pública. La impunidad con que se mueve el crimen en el circuito del deporte (y en otras instancias además) permea en infinidad de situaciones, como una piedra que cae en un lago y genera olas hasta las orillas.

En simultáneo con las disputas de las grandes competencias, se realizan los torneos locales, que también han sido reiteradamente más noticia por hechos de violencia que por los logros deportivos. Los incidentes con agresiones a jugadores y directivos de distintos clubes terminan siendo folios de expedientes judiciales cuando lo relevante es prevenir estos ataques. La consumación de las lesiones por golpes y cortes con armas blancas que se registraron, por citar sólo un ejemplo, al finalizar la contienda entre Atlético Concepción y Sportivo Guzmán, debe ser leída como un severo llamado de atención a la tarea encomendada por la sociedad a su Policía y representantes del orden público.

Enumerar la cantidad de partidos que concluyen sin problemas no alcanza: eso debe ser lo normal. La pausa deportiva no debe ser el descanso de la gestión. Por el contrario, la actividad institucional no se puede regir por el calendario deportivo o laboral ni por los calores del verano. Es tiempo de planificar cómo se deben reformular las políticas para desarticular a quienes no van a los estadios a ver fútbol.

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