El arco “santo” está bien cuidado en los últimos años porque tiene un arquitecto experimentado

El entrenador de arqueros es el mismo en San Martín de Tucumán desde hace casi una década.

EN PRÁCTICA. Velardez (izquierda) ejecuta uno de los ejercicios con los que perfecciona la técnica. EN PRÁCTICA. Velardez (izquierda) ejecuta uno de los ejercicios con los que perfecciona la técnica.
Hace 3 Hs

Fabián Velárdez lleva una vida dedicada al arco y, desde 2014, es una pieza fundamental en el engranaje de San Martín de Tucumán. Su rol actual como entrenador de arqueros lo transforma en referente de un puesto tan ingrato como vital en el fútbol. Velárdez nos abre las puertas al mundo del entrenamiento de los arqueros, compartiendo su evolución personal y la dedicación que implica este trabajo. A través de su experiencia, buscamos entender cómo se prepara a los hombres que custodian el arco en un club con hambre de regresar a Primera División.

El “Mono” comenzó su vínculo con el club como coordinador en las divisiones inferiores, pero al poco tiempo se integró al plantel superior. “Pasé seis meses en inferiores y luego subí al plantel superior con J.J. López. Desde entonces, alterné entre primera y liga según los criterios de los entrenadores de turno”, explica.

Su permanencia en el club, incluso durante los períodos en que nuevos entrenadores trajeron a sus propios equipos, evidencia su capacidad de adaptación, valor y talento. “Hoy, con ‘Edu’ González, trabajamos en dupla, lo cual es clave para que los entrenamientos sean más dinámicos y efectivos”, explica. Esta práctica ya es estándar en muchos equipos de Primera División. “Hoy tenemos cuatro arqueros. Si trabajamos dos entrenadores, podemos garantizar que siempre haya movimiento y que el entrenamiento sea más intenso. No puede ser que una sola persona le patee a cuatro arqueros”, agrega.

El entrenamiento

La pretemporada es una etapa intensa y crucial para los arqueros, y Velárdez lo entiende a la perfección. “Al principio, trabajamos mucho en el gimnasio para construir una base física sólida. Después, pasamos a ejercicios más específicos en el arco, alternando entre técnicas de caídas, achique y zonas de trabajo”, detalla. Todo esto se realiza en coordinación con el preparador físico para optimizar cada sesión.

Uno de los enfoques más importantes que utiliza el entrenador es el uso de “situaciones de juego” reales. “Si sabemos que el rival se caracteriza por enviar centros o buscar diagonales, preparamos ejercicios que simulen esas jugadas. No es solo patear pelotas, tenemos que darles a los arqueros información y herramientas útiles para que reaccionen mejor en el partido”, explica. Esta metodología es clave para el éxito de arqueros como Darío Sand, quien logró un récord de 1.114 minutos sin recibir goles, quedando a uno de la marca histórica del fútbol argentino.

Según Velárdez, esto no fue casualidad. “Cuando Darío llegó en 2022, venía de hacer un buen campeonato, pero se rompió los ligamentos y tuvo un parate largo. Volvió bajo la dirección de Iván Delfino y, poco a poco, fue creciendo físicamente. Trabajamos en su potencia de piernas, su agilidad y su capacidad para leer las jugadas. Todo eso lo llevó a tener una temporada espectacular”, cuenta.

El entrenador se enorgullece de sus logros, y de los arqueros que formó. Recuerda con cariño a Ignacio Arce. “Me sorprendió mucho. A pesar de su baja estatura, tenía (y tiene) una lectura de juego excepcional y una gran potencia. Hace años que no tenemos problemas en ese puesto porque los chicos que llegan o se forman acá entienden que este trabajo es del día a día y que siempre hay que dar un poco más”, asegura.

El trabajo del entrenador no se limita solamente al entrenamiento. El lugar bajo los tres palos tiene sus particularidades. “El arquero sabe que tiene que estar al 100% porque un error te puede tirar abajo. Siempre les digo a los chicos que, si te convierten, hay que levantarse rápido porque, si no, te siguen cayendo cachetazos”, reflexiona. También resalta la importancia de lo emocional. “Siempre estamos motivándolos. Después de cada partido, hacemos un análisis de video para ver qué hicieron bien y qué no. Les pasamos un resumen con sus acciones, y en la semana trabajamos en corregir lo que falló. Es un puesto que requiere personalidad, y la motivación diaria es clave para mantenerlos enfocados”, añade.

A sus 47 años, el “Mono” sigue disfrutando cada momento en el fútbol. Cuando colgó los botines en 2011, encontró en La Ciudadela un lugar para seguir ligado al fútbol. “Nunca me alejé del deporte. Trabajar en San Martín es como no haberme retirado nunca. Paso más tiempo en el club que en casa, pero lo disfruto porque sé que estoy ayudando a los chicos a crecer”, afirma con una sonrisa.

Con una carrera como arquero que lo llevó por más de una docena de clubes, incluyendo Central Norte, Sportivo Guzmán y Policial de Catamarca, Velárdez conoce de primera mano las exigencias del ascenso. Esa experiencia le permite entender mejor a los arqueros que entrena y guiarlos en un puesto que, según sus propias palabras, “no perdona”.

Para Velárdez, ser entrenador de arqueros es una forma de devolverle al fútbol todo lo que este le dio. “Disfruto ver a los arqueros crecer y desenvolverse en un puesto tan complicado. Mi objetivo es darles todas las herramientas para que puedan enfrentar cualquier desafío con confianza”, expresa.

 Velárdez, como todo hincha, también sueña con ver al “Santo” en Primera División. “Es un club grande, y su lugar es en la máxima categoría. Hace tiempo que se nos viene negando, pero confío en que llegará el momento y, mientras tanto, vamos a seguir trabajando para lograrlo”, concluye.

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