
El asfalto absorbe el golpe de las zapatillas. Dos sombras avanzan al mismo ritmo. La respiración es pareja. Lucas mira a su izquierda y asiente. Su novia responde con un leve movimiento de cabeza. No necesitan hablar. Corren juntos desde hace seis años. Al principio, las distancias eran cortas: una salida los domingos, una vuelta a la plaza. Con el tiempo, los entrenamientos se volvieron parte de su rutina. Sin horarios fijos ni planes estrictos, pero con la certeza de que el otro siempre estaría ahí.
“Algunas veces él tira más, otras soy yo la que marca el paso”, dice Fabiana. Lucas agrega: “Cuando uno no tiene ganas, el otro empuja”.
Las carreras se convirtieron en una excusa para viajar, conocer lugares y medir fuerzas. No siempre terminan juntos, pero siempre se esperan.
Antes de cada largada, se miran. No hay promesas ni estrategias. Solo un gesto que resume lo que han construido: correr al lado del otro, sin importar el tiempo ni la distancia.
El inicio de la pasión
Lucas Alejandro Santillán nació en Tucumán y tiene 44 años. A los 18 pesaba 100 kilos. Su hermano, que corría y llevaba trofeos a casa fue su inspiración. En el Instituto Agrotécnico de Tafí Viejo se anotó en una carrera intercolegial de 100 metros pero lamentablemente quedó último. Probó en los 1.500 metros y llegó segundo. Clasificó a un torneo en Salta y a partir de ahí el atletismo se convirtió en su vida.
“Bajé de peso, fui mejorando y llegué a ser atleta élite. Esto me permitió viajar por toda la Argentina, conocer otros países y descubrir mi pasión”, cuenta a LA GACETA.
Fabiana Alexandra Vivanco nació en Catamarca y tiene 34 años. A los 17 se mudó a Tucumán. En 2017 empezó a correr por salud mental. “Corría poco al principio, solo para rendir atletismo en el profesorado de Educación Física”, recuerda. Al año siguiente, ya entrenaba todos los días.
Un flechazo
Se conocieron en una competencia. Fabiana era instructora de pilates de una amiga de Lucas. Se cruzaron varias veces en distintas pruebas y empezaron a hablar.
“La Maratón Pro Niño fue la primera carrera en la que nos vimos en 2017. Para mí, fue un flechazo”, dice Lucas.
El entrenamiento en pareja surgió de manera natural. Buscaron horarios para correr juntos. “Ella me ayudó mucho. En 2014 perdí a mi viejo, me separé de una relación muy larga, me lesioné y perdí el trabajo. Hasta 2018 corría por inercia, sin ganas. Conocerla me hizo recuperar el amor por mi pasión”, cuenta Lucas. “La conexión no se decide, se encuentra”, agrega.
La carrera como equipo
El atletismo es parte de su vida cotidiana. Lucas se especializa en largas distancias y velocidad. Fabiana divide su tiempo entre entrenar y dar clases en un gimnasio. Juntos fundaron la academia L.S. Entrenamiento Santillán, donde preparan corredores en el Parque 9 de Julio y en el Parque Avellaneda.

“Si tu pareja hace lo mismo que vos amás es perfecto”, dice Lucas. “Cuando el otro no se dedica a lo mismo, es difícil que entienda la disciplina, los horarios, la alimentación, el descanso. Nosotros compartimos todo eso”.
Su carrera más especial fue la Maratón de Córdoba de 2019. Fue su primer viaje juntos. “Estuvimos más de 24 horas compartiendo cada detalle. Nos conocimos mucho más”, cuenta Fabiana.
Momentos difíciles
En 2024, Fabiana perdió a su hermana. Dejó de correr durante un mes. “Cuando ella falleció, ya no quería salir. Volví a hacerlo porque es mi escape y porque Lucas me empuja y me acompaña”, dice.
Las lesiones también pusieron a prueba su resistencia. Lucas atravesó una pubalgia que lo dejó sin entrenar por seis meses. “El apoyo mutuo es fundamental”, coinciden.
Ritual de largada
Lucas se adelanta en la largada. Fabiana se ubica más atrás. Antes de empezar, él la busca con la mirada y le lanza un beso o un guiño de ojo. “Necesito saber que está bien para largar tranquilo”, dice.
Al cruzar la meta, Lucas vuelve trotando por el recorrido para encontrarla. “Me gusta verlo progresar. No es que me deja sola, cada uno corre a su ritmo”, explica Fabiana.

Los objetivos para este año ya están definidos. Lucas apunta a los 21K de la Maratón de Buenos Aires y de La Gaceta, donde ganó los 10K el año pasado. Fabiana se prepara para el Cruce Calchaquí. “El deporte es sacrificado, pero compartirlo lo hace único”, concluyen. (Producción periodística María del Carmen Garzón Príncipi).