RÉCORD HISTÓRICO. Carlos Alcaraz levantó su segundo US Open y alcanzó los seis Grand Slams con apenas 22 años. AP
Carlos Alcaraz lo volvió a hacer. A sus 22 años y 125 días, el murciano levantó en Nueva York el sexto trofeo de Grand Slam de su carrera y recuperó el número 1 del ranking mundial. Un registro que ninguno de los gigantes del tenis moderno (Rafael Nadal, Roger Federer y Novak Djokovic) había alcanzado a su edad.
La comparación habla por sí sola: Nadal tenía cinco grandes a esa altura, Federer apenas uno y Djokovic otro. Solo Björn Borg pudo presumir de seis coronas antes, cuando ganó Wimbledon en 1978 con 22 años y 32 días.
La hazaña de Alcaraz no se limita a la cantidad, se extiende también a la variedad. Con sus títulos en Roland Garros (2024 y 2025), Wimbledon (2023 y 2024) y US Open (2022 y 2025), se convirtió en el primer jugador en la historia en conquistar al menos dos majors en cada superficie antes de cumplir los 23 años. Ni Nadal en arcilla, ni Federer en césped, ni Djokovic en cemento pudieron hacerlo tan pronto.
El presente del español marca una diferencia con respecto al año pasado. En 2024, se lo veía desgastado mentalmente en esta parte del calendario. Hoy, en cambio, transmite solidez, frescura y la sensación de ser imbatible. En este US Open apenas cedió un set y en la final pasó por encima de Jannik Sinner con parciales de 6-2, 3-6, 6-1 y 6-4.
Una rivalidad que marca época
Alcaraz y Sinner, de 22 y 24 años respectivamente, están construyendo una de las grandes rivalidades del tenis actual. En 2025 se enfrentaron en tres de las cuatro finales de Grand Slam: el español se quedó con Roland Garros y el US Open, mientras que el italiano celebró en Wimbledon. El mano a mano entre ambos ya es de 10-5 a favor del murciano, que además lo supera 6-4 en títulos de Grand Slam.
La comparación con Nadal parece inevitable, aunque Alcaraz insiste en marcar su propio camino. Sus números, sin embargo, lo ponen ya en un debate reservado para las leyendas. Con seis Grand Slams, múltiples coronas en las tres superficies y un físico que le permite desplegar su tenis eléctrico sin pausa, el murciano se perfila como el heredero natural de una era que parecía irrepetible.




















