Foto de Matías Napoli Escalero/Especial para LA GACETA.
Satisfacción. La palabra define el ánimo del vestuario de San Martín tras el empate 2-2 en su visita a San Miguel en vísperas de la hora de la verdad: el reducido que empieza el fin de semana posible por el segundo ascenso.
“Este empate nos va a dar la confianza para llegar bien al reducido”, declaró Mariano Campodónico. Como sea, el objetivo de máxima con el que el “Santo Tucumano” llegó a Los Polvorines no pudo ser cumplido: tenía que ganar para terminar dentro de los cuatro mejores, pero además necesitaba que no ganara más de uno de sus competidores directos. Y Tristán Suárez y Gimnasia y Tiro sí lo hicieron. Ninguna de las dos premisas se cumplió.
Eso sí, al menos San Martín se llevó un premio de Los Polvorines. La igualdad le permitió meterse en la Copa Argentina 2026. Una derrota lo hubiera dejado fuera.
El equipo de Campodónico mostró dos caras bien diferenciadas en el estadio Malvinas Argentinas. Un primer tiempo sin fútbol y sin alma, en el que perdía por un gol y merecía hacerlo por uno o dos más. Y una segunda etapa en que dio señales de tener con qué para remontar un partido “chivo” y de visitante.
Esto más allá de que pudo haberlo perdido de todas formas ante un conjunto de Gustavo Coleone con fragilidades defensivas y “perdonador” en ataque, que no supo mantener su ventaja parcial en dos oportunidades.
La visita la sacó barata en el primer tiempo. Campodónico quiso repetir el esquema que le había dado excelente resultado ante Atlanta, con diferentes intérpretes (con Gustavo Abregú como tercer central y sin Leonardo Monroy, Mauro Osores, Ulises Vera y Martín Pino, presentes en aquella goleada).
Más allá de los lesionados, Campodónico siguió cambiando nombres en relación con las últimas formaciones. Y esta vez, en la primera etapa, nada funcionó.
Era lógico. El “Mundo Santo” no salía de su sorpresa cuando se dio a conocer la alineación y vio a Gonzalo Rodríguez, ante la ausencia de Pino por lesión, como referente de área, una función que “Turbo” jamás cumplió y que difícilmente pueda cumplir, habida cuenta de su histórica enemistad con el arco de enfrente.
El equipo de “Sapito” Coleone, no necesitó generar demasiado para llevar lentamente al “Santo” a refugiarse cerca de su propia área. El gol parecía al caer. Y cayó del cielo al borde de la primera media hora, con ese centro Claudio Salto que Agustín Lavezzi cabeceó de pique al suelo.
Un cabezazo del “Turbo”, un remate de Matías García, un disparo de Nicolás Castro, todos lejos del arco. Sin peso alguno en el área de enfrente, San Martín languideció y se fue cargando de amarillas, mientras el anfitrión cometía el pecado de no sentenciar.
Por eso, sus hinchas se pusieron locos cuando Juan Cuevas la colocó en el rincón de abajo del arco defendido por Daniel Sappa, luego de una buena subida de Nahuel Cainelli. San Martín salió a jugar con mayor enjundia el complemento. Y San Miguel pagó el precio de su poca astucia para defender el resultado.
La historia se repitió poco después. Lavezzi marcó el 2-1 tirándose al suelo, ante la increíble pasividad de tres defensores visitantes y cuando la pelota parecía escapársele. Pero la visita lo igualó de nuevo, muy pronto: finalmente, Campodónico se había despertado de su letargo y enviado a la cancha a Aaron Spetale en lugar del inocuo Gonzalo Rodríguez. Y el longilíneo delantero centro, marcado por el hombre de menor estatura de su rival, aprovechó para cabecear al gol.
Desde entonces hasta el final, el partido se hizo frenético. El medio campo, una autopista sin peajes. En medio del desorden, lo pudo ganar cualquiera, aunque el conjunto del “Sapito” estuvo mucho más cerca. Hubo casi un milagro: esa pelota que se le escapó a Darío Sand y que Bruno Nasta increíblemente estrelló en el palo desde unos centímetros de distancia.
San Martín, que había empezado la jornada en la séptima posición, por un rato estuvo quinto y hasta llegó a caer al octavo lugar, al final se estacionó en el sexto escalón de la Zona A, a la espera de los resultados de este domingo. Si todo quedara en la Zona B como hasta hoy, Campodónico y sus muchachos se la tendrían que ver con Estudiantes de Río Cuarto, en Córdoba y sin ventaja deportiva.






















