Crisis emocional en Atlético Tucumán: cómo el conflicto por los premios afectó su rendimiento contra San Lorenzo

La derrota expuso algo más profundo que un mal resultado. La protesta del plantel por premios adeudados, el clima tenso con los hinchas y la falta de calma emocional derrumbaron a un “Decano”, que se complicó en su pelea por los playoffs.

ENREDADO. Bajamich lucha entre dos rivales, a punto de caer al suelo. Atlético no pudo abstraerse del mal clima y sufrió una dura derrota. ENREDADO. Bajamich lucha entre dos rivales, a punto de caer al suelo. Atlético no pudo abstraerse del mal clima y sufrió una dura derrota. LA GACETA / Osvaldo Ripoll

Hay derrotas que duelen más por lo que revelan que por lo que cuestan en lo estrictamente numérico. Y la que Atlético sufrió frente a San Lorenzo en el Monumental fue una de esas. El 1-2 parece ser apenas una consecuencia de todo lo que se vivió en la previa a un partido que se calentó desde el mediodía del domingo.

Antes del pitazo inicial, el “Decano” ya jugaba contra un rival más bravo que el propio “Cuervo”: su propio estado de ánimo y el malestar de su gente.

La decisión del plantel de no concentrarse en protesta por premios adeudados encendió una mecha difícil de apagar. Desde que los jugadores pisaron el campo de juego para realizar el calentamiento previo, el murmullo se transformó en reproche y unos minutos más tarde, ese reproche mutó en hostilidad.

El gol de Marcelo Ortiz, esa carambola feliz que se coló en el arco Orlando Gill a los 9 minutos, apenas sirvió para disimular el ruido solamente por un rato.

El estadio prácticamente no celebró, sino que exhaló alivio. Pero el fútbol castiga la confusión emocional. Lo mental en este bendito deporte juega un papel preponderante, y Atlético estuvo confundido casi desde que saltó al campo.

San Lorenzo, con menos vértigo pero con más serenidad, se adueñó del medio campo. Manejó los tiempos y las pausas mientras el local se debatía entre la ansiedad y el fastidio de los suyos. Por eso no extrañó que en el cierre del primer tiempo Alexis Cuello empató gracias a un penal que llegó a instancias del VAR.

Y ahí sí el aire se volvió irrespirable. El golpe no fue sólo futbolístico, sino también anímico.

El segundo tiempo comenzó con un mazazo. A los 5 minutos, Nicolás Tripichio se anticipó en el área y dio vuelta el marcador. Desde entonces, el “Decano” se quebró.

Fue un manojo de nervios, un equipo que ya no pensaba sino que reaccionaba. Pelotazos frontales, imprecisiones, gritos cruzados y miradas al cielo buscando respuestas que no aparecían. San Lorenzo, sin necesidad de brillar, manejó la desesperación ajena y hasta pudo golear si hubiese tenido más puntería en los últimos metros.

Lo que le pasó a Atlético no tiene que ver únicamente con el juego. En el fútbol, la cabeza juega tanto como los pies, y cuando la armonía se rompe, la pelota lo deja a la vista. El equipo perdió el eje, la calma y el foco. No hay esquema ni dibujo táctico que funcione cuando el grupo se siente traicionado por su entorno o dividido puertas adentro. Y así fue.

El desafío que tiene el "Decano" de cara a las últimas tres fechas

Quedan tres fechas y un mensaje que debería grabarse a fuego. Si Atlético no logra recomponer su ánimo, reencontrarse con su gente y tirar todos para el mismo lado, la clasificación a los playoffs se desvanecerá como tantas promesas rotas. Por eso lo urgente es curar la cabeza, porque cuando la cabeza pierde el partido, ningún milagro táctico alcanza.

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