Hasta hace unos días, Cañada Nieto era un punto casi anónimo en el mapa de Uruguay. Un pequeño pueblo rural del departamento de Soriano, al oeste del país, donde la vida transcurre entre campos de pastura, tractores y caminos de tierra. Allí, entre arroyos y sembradíos, apareció la camiseta que Boca Juniors había lanzado al cielo en homenaje a Miguel Ángel Russo, y que convirtió a este rincón en un inesperado protagonista del fútbol argentino.
El lugar se encuentra a unos 21 kilómetros al sureste de Dolores y a 171 kilómetros de la Bombonera en línea recta, según los cálculos de los medios uruguayos. Está atravesado por la Ruta 96, que conecta las zonas rurales de Soriano con las ciudades más pobladas. Según el último censo, viven allí alrededor de 420 personas, dedicadas en su mayoría a la agricultura y la ganadería.
La vida cotidiana es tranquila, marcada por el ritmo del campo y las estaciones. Casas bajas, molinos de viento, almacenes familiares y la omnipresencia del mate dibujan una postal típica del interior uruguayo. Por sus caminos suelen verse trabajadores rurales en bicicleta o camionetas cargadas de herramientas. Nadie imaginaba que, en ese paisaje sereno, aterrizaría un símbolo cargado de historia “Xeneize”.
El pueblo que se hizo viral
El hallazgo de Agustín Elugui, el productor que encontró la camiseta de Russo mientras manejaba su tractor, transformó la rutina del lugar. Desde entonces, curiosos y periodistas comenzaron a buscar el pequeño punto en el mapa donde había caído el homenaje. En redes, las fotos de Cañada Nieto se multiplicaron, mostrando sus praderas y su entorno silencioso.
El pueblo, de raíces humildes y espíritu comunitario, ahora figura en las crónicas deportivas de Argentina y Uruguay. Allí, donde el viento suele llevar hojas o semillas, esta vez trajo una camiseta que cruzó el río y unió dos pasiones: el fútbol y la emoción de lo inesperado.





















