Como ocurrió en Buenos Aires y en otros lugares del país, el movimiento en pro de la libertad de Perón no contó en Tucumán con la adhesión de todos los gremios. Había una división entre ellos, pero todos fueron rebasados por los activistas y por los acontecimientos. Exigir la liberación de Perón significaba la defensa de las conquistas sociales que se habían arrancado como fruto de las luchas y de las concesiones otorgadas desde el Ministerio de Trabajo y Previsión Social. Surgió un comité de Huelga que formaron ferroviarios de Tafí Viejo, la Unión de Choferes (no fusionada, en ese tiempo, al gremio tranviario), Tintoreros y azucareros del ex Ingenio Amalia. La consigna era la huelga general. Se trataba de concurrir al lugar de trabajo y abandonarlo en manifestación (piquete), sumando adherentes en marcha hacia el centro de la ciudad. Así llegaron a la estación de El Bajo y se encaminaron hacia el centro, siendo engrosada la columna por grupos de obreros azucareros que provenían de distintas localidades. Los ferroviarios, paralelamente, se reunieron en el local de Buenos Aires 867 y resolvieron declarar la huelga a partir de las 12 horas. La manifestación improvisó un acto en las escalinatas de la Casa de Gobierno. Se instó a “no creer ni en los comunicados de radio del estado ni en los diarios”. Queremos oír a Perón”. La huelga general- en la tarde del miércoles 17 se prolongó al día siguiente, a pesar que a la noche había sido liberado. En varias ciudades del interior hubo actos celebratorios, así como en la jornada anterior lo habían sido de protestas. En la capital el escenario fue la Plaza Independencia, con manifestantes de las obras del dique El Cadillal y otros lugares del interior, así como gremios no presentes el día anterior. A partir de esta semi espontánea irrupción obrera, el Peronismo, se da como política regimentar e integrar las organizaciones obreras existentes y crear aquellas que no existían o que no responden a su política. Es decir ganar las direcciones de todas las organizaciones sindicales. Se larga, para ello, una abundante legislación de arbitraje estatal y de prohibición de huelgas. Aquellas huelgas que sacaban “los pies del plato” fueron reprimidas. En 1948, por ejemplo, la huelga de la Fotia fue violentamente reprimida y en 1950 los ferroviarios fueron movilizados militarmente. Puede decirse que hasta 1949 Perón había logrado integrar al movimiento obrero, al punto que la CGT era, según sus estatutos, una rama del peronismo. Se constituye, en este cuadro político, la Agremiación Tucumana de Educadores Provinciales (ATEP), que en su etapa fundacional abarca el período correspondiente a 1949- 1955, durante el Primer Peronismo. Fundado en noviembre de 1949, como sindicato del Magisterio de Tucumán, puesto en posesión por el Ministerio de Trabajo y Previsión de la Oficina de Asuntos Profesionales, teniendo un conspicuo desarrollo durante seis años hasta su intervención en 1955. El tema de la justicia social aparece como una realidad negada para el sector docente que reclama escalafón, equiparación y aumento de sueldos; que posiciona a los maestros/as en esa oscilación entre la identificación y la separación con la masa trabajadora para acceder a estas reivindicaciones.
Pedro Pablo Verasaluse
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