REINCIDENTE. Carlos Marcovich, el hombre que se fugó dos veces.
En la película “El secreto de sus ojos”, el empleado judicial Pablo Sandoval (personaje interpretado por Guillermo Francella) convence a su compañero Benjamín Espósito (Ricardo Darín) que debían buscar al asesino de una joven en un estadio de fútbol. Utilizando un largo discurso y con el apoyo de otros parroquianos, argumentó que un prófugo puede soportar el desarraigo, pero nunca se olvida de sus amores más profundos, en este caso, Racing. La teoría, que terminó siendo cierta en la ficción, es aplicable en los casos de los prófugos tucumanos que fueron detenidos en los últimos tiempos.
Miguel “Miguelón” Figueroa gastó millones para vivir en la clandestinidad, pero fue detenido en Salta cuando acompañaba a uno de sus hijos que estaba sometiéndose a un tratamiento por problemas de adicción.
El sospechoso de ser uno de los narcos más importantes de la provincia y condenado por tres homicidios, fue trasladado a una cárcel federal porque, según las autoridades, estaba planeando fugarse.
Darío Pérez, condenado por el crimen de Héctor Agustín Aráoz, después de estar evadido durante 10 años, fue recapturado cuando visitaba a su familia en la vivienda de toda la vida ubicada en un barrio de clase media de Lules.
Los policías se presentaron en el domicilio para cumplir con una medida que tenía que ver con su búsqueda. Fueron atendidos por su esposa, que habría realizado maniobras evasivas para evitar que lo encontraran. Agentes que estaban a la vuelta descubrieron al prófugo intentando saltar una tapia.
Especialistas del Equipo Científico de Investigación Fiscal (ECIF), dirigidos por el hoy ministro de Seguridad Eugenio Agüero Gamboa habían recibido información de que Luis Piccinetti se escondía en Cochabamba, Bolivia. Hicieron seguimientos a sus familiares y descubrieron que mensualmente les enviaba dinero para que pudieran subsistir o que viajaban a esa ciudad.
Una especie de héroe
Carlos Marcovich, acusado de haber acabado con la vida de un linyera para fingir su muerte y poder cobrar un seguro con el que pretendía saldar las deudas que tenía, fue protagonista de dos fugas.
La primera fue en 2004, cuando se escapó de la provincia al enterarse de que la condena a perpetua que recibió había sido confirmada. Lo buscaron durante años hasta que en 2009, analizando los aportes jubilatorios que realizaba una empresa que lo había contratado para que realizara tareas en un campo, alejado de la ciudad, fue detenido en Neuquén. Fue alojado en el penal de Villa Urquiza, pero tiempo después le otorgaron la prisión domiciliaria por tener un problema de salud.
En 2017 fue acusado de haber abusado de una pariente de la mujer con la que estaba conviviendo. Nuevamente se escapó. En diciembre de 2019, LA GACETA publicó una serie de notas sobre el caso. Un salteño que se encontraba en Tucumán la leyó y descubrió que era el hombre que trabajaba de mozo en un conocido bar de su provincia. La Policía confirmó la versión y el 31 de enero de 2020 fue detenido y trasladado a prisión.
La Justicia ratificó la condena a perpetua y desde el año pasado, Marcovich está gestionando los permisos para comenzar a salir del penal para restablecer vínculos con una nueva pareja.
Recursos
“Son muchas las estrategias que se utilizan para dar con los prófugos. La más común es investigar si tienen contacto con los familiares”, sostuvo el comisario Miguel Carabajal, titular de la ex Brigada de Investigaciones. “Los más jóvenes también se muestran mucho en las redes sociales y eso nos permite indagar sobre dónde podrían esconderse. Usamos otros recursos, pero es preferible no contarlos”, añadió.
Uno de los más conocidos lo ponen en práctica los días de elecciones. Se presentan en las mesas donde deben votar y avisan a las autoridades que si se llegara a presentar el buscado, deben avisar al personal de seguridad para que lo detengan. Normalmente de trata de acusados de cometer delitos menores, como robos y violencia de género.
























