Leí con atención el excelente artículo de La Gaceta Literaria del 9 de noviembre, titulado “Si te gusta la literatura, tarde o temprano vas a enamorarte de Borges”, de Gisela Colombo, y me permito agregar: no solo enamorarte, sino también transformar tu forma de leer e interpretar un texto, un cuento o un poema. El libro de arena fue publicado por Jorge Luis Borges en 1975 y fue uno de los últimos libros de cuentos escritos por él en su ancianidad y bajo la sombra cruel de su ceguera. Explicó en muchas oportunidades que eligió ese nombre por la arena que, como el libro ficticio, es infinita. Dijo: “Lo llamó El libro de arena porque ni el libro ni la arena tienen fin”. En esa obra, incluyó el cuento “Avelino Arredondo”, basado en una historia real: el único magnicidio que registra la historia uruguaya, el asesinato del presidente Juan Idiarte Borda, el 25/08/1897. Porque existen hechos o sucesos que parecen pedir, o tal vez exigir, una relectura literaria, Borges tomó este trágico episodio y, partiendo de lo real, lo recreó con elementos ficticios para explorar la psicología del criminal, mezclando en él la historia y la ficción. Las crónicas y la historiografía nos cuentan que aquel día de 1897 el presidente del Uruguay, Juan Idiarte Borda, salió de la Catedral de Montevideo después de rezar un Te Deum, porque era fecha patria, y Avelino Arredondo surgió de entre la multitud y le disparó, ocasionándole la muerte de forma casi inmediata. Fue el único presidente del país vecino asesinado en el ejercicio del cargo. Borges, que alude en el cuento a este magnicidio, se enfoca en el criminal y, si bien no lo absuelve, lo observa de cerca con curiosidad en su faz psicológica. Concluye que Arredondo preparó su crimen, no lo improvisó, y creyó que hacía con ello “un acto de justicia” (¿?). Este cuento es un cruce entre la historia y la literatura: la historia narrando lo que pasó y la literatura agregando lo que supone sucedió en la intimidad de aquel que actuó criminalmente. El genial escritor convierte un hecho histórico en una indagación sobre la voluntad, el fanatismo y la construcción interna del ejecutor: genial y, por supuesto, muy fiel a su estilo. Gisela Colombo, crítica literaria y escritora, en su buen artículo enumera las tres razones por las que, a su entender, Borges sigue vigente con fuerza en este siglo XXI. Ellas son su calidad literaria, su inclinación al relato breve y, en tercer lugar, su fascinación por esa línea difusa existente entre realidad y ficción. Avelino Arredondo es un claro ejemplo en ese sentido, y Gisela Colombo es portadora de toda la razón.
Juan L. Marcotullio
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