TRABAJO INTERNO. La Subcomisión de Ética y Disciplina de Tucumán Rugby contó que realizaron un código de disciplina basado en los lineamientos de la UAR. OSVALDO RIPOLL/LA GACETA.
El Tribunal Inferior de Disciplina de la Unión de Rugby de Tucumán resolvió aplicar una suspensión de 34 semanas a Santiago Chebaia, simpatizante de Tucumán Rugby, como parte del expediente disciplinario iniciado tras los graves incidentes ocurridos durante la final del Regional del NOA ante Natación y Gimnasia.
La sanción individual se desprende del mismo proceso que derivó en la dura pena institucional al club “verdinegro”. Los hechos registrados aquella tarde en la cancha de Universitario -y volcados en los informes oficiales- incluyeron agresiones, provocaciones y lanzamiento de objetos desde la tribuna, situaciones que motivaron la apertura de actuaciones contra el club y contra personas identificadas.
Una sanción que excede lo simbólico
La suspensión por 34 semanas implica la prohibición de concurrir a partidos oficiales organizados por la URT, y busca enviar un mensaje claro hacia las tribunas: el comportamiento del público también es pasible de sanciones directas y personales, más allá de las consecuencias institucionales para los clubes.
Desde la Unión entienden que el caso Chebaia funciona como un antecedente fuerte dentro del rugby tucumano, al dejar en evidencia que los procesos disciplinarios no se limitan a sanciones colectivas. La responsabilidad individual aparece como una herramienta clave para preservar los valores del juego y evitar la reiteración de hechos similares.


















