29 Abril 2006
Jiménez es compadre de Paulina y de Soto. LA GACETA / HECTOR PERALTA
La coartada que dieron los hermanos Jorge Hernán y Juan Marcelo Jiménez, acerca de que el día en el que desapareció Paulina Lebbos estaban en una fiesta familiar en Burruyacu, fue confirmada por la Justicia, a más de dos meses de que se inició el caso.
El primero de ellos era compadre de Paulina y de su novio, César Soto, ya que es el padrino de la hija de ambos. El padre de ambos, Juan Pedro, tampoco se encontraba, ya que ese 26 de febrero debió realizar un viaje con su camión, vehículo que ya fue peritado por la Policía en busca de cabellos o manchas de sangre de la víctima.
Alfredo Jiménez, Marcial Escobar y Luis Santana, los tres ex comisarios que fueron contratados por el Gobierno para que colaboraran con la investigación, fueron quienes viajaron hasta Burruyacu, por pedido del fiscal Carlos Albaca, para que constaten los dichos de los hermanos Jiménez. Los policías, según trascendió, hablaron con los familiares de ambos, quienes no sólo corroboraron sus testimonios, sino que además entregaron material fotográfico que los muestra en la fiesta. De esta forma, una de las hipótesis que manejaron los investigadores, acerca de la presunta participación de Jorge Jiménez en el secuestro de la estudiante, comienza a declinar.
El martes, cuando Jiménez habló con LA GACETA, dijo que lo único que quería es que el caso se resolviera rápidamente. Llorando, reconoció que la causa le cambió la vida. “No sólo aprendí a estar con la frente en alto, a pesar de la gente ignorante que hizo comentarios. También me acostumbré a soportar todas las cosas que se hablaban de Paulina y de César, mis grandes amigos”, agregó.
En ese momento, Jiménez no sólo desvinculó a Soto del crimen, sino que además dijo que los miembros de la familia González-Acevedo tampoco tenían nada que ver. “No hay dudas de que quieren culpar a cualquiera”, se descargó.
Finalmente, luego de tanto pedirlo, la Justicia tendrá a su disposición un equipo para poder hacer cruces telefónicos y determinar, de esa forma, quiénes hablaron con Paulina Lebbos, y si la mayoría de los nombrados en el caso se comunicaron entre ellos.
El fiscal II de Instrucción, Carlos Albaca, solicitó colaboración de la Policía Federal, algunos de cuyos miembros ya están trabajando con él, y obtuvo un software como el que utilizan en Capital Federal. Lo que se deberá obtener ahora son los números telefónicos de todos los mencionados (desde el entorno familiar, los amigos, policías y sospechosos), para poder entregárselos a los peritos. Esto demoraría un poco el análisis, aunque, una vez que se disponga de todos los datos, el proceso informático es muy rápido.
El primero de ellos era compadre de Paulina y de su novio, César Soto, ya que es el padrino de la hija de ambos. El padre de ambos, Juan Pedro, tampoco se encontraba, ya que ese 26 de febrero debió realizar un viaje con su camión, vehículo que ya fue peritado por la Policía en busca de cabellos o manchas de sangre de la víctima.
Alfredo Jiménez, Marcial Escobar y Luis Santana, los tres ex comisarios que fueron contratados por el Gobierno para que colaboraran con la investigación, fueron quienes viajaron hasta Burruyacu, por pedido del fiscal Carlos Albaca, para que constaten los dichos de los hermanos Jiménez. Los policías, según trascendió, hablaron con los familiares de ambos, quienes no sólo corroboraron sus testimonios, sino que además entregaron material fotográfico que los muestra en la fiesta. De esta forma, una de las hipótesis que manejaron los investigadores, acerca de la presunta participación de Jorge Jiménez en el secuestro de la estudiante, comienza a declinar.
El martes, cuando Jiménez habló con LA GACETA, dijo que lo único que quería es que el caso se resolviera rápidamente. Llorando, reconoció que la causa le cambió la vida. “No sólo aprendí a estar con la frente en alto, a pesar de la gente ignorante que hizo comentarios. También me acostumbré a soportar todas las cosas que se hablaban de Paulina y de César, mis grandes amigos”, agregó.
En ese momento, Jiménez no sólo desvinculó a Soto del crimen, sino que además dijo que los miembros de la familia González-Acevedo tampoco tenían nada que ver. “No hay dudas de que quieren culpar a cualquiera”, se descargó.
La Federal realizará los cruces telefónicos
Finalmente, luego de tanto pedirlo, la Justicia tendrá a su disposición un equipo para poder hacer cruces telefónicos y determinar, de esa forma, quiénes hablaron con Paulina Lebbos, y si la mayoría de los nombrados en el caso se comunicaron entre ellos.
El fiscal II de Instrucción, Carlos Albaca, solicitó colaboración de la Policía Federal, algunos de cuyos miembros ya están trabajando con él, y obtuvo un software como el que utilizan en Capital Federal. Lo que se deberá obtener ahora son los números telefónicos de todos los mencionados (desde el entorno familiar, los amigos, policías y sospechosos), para poder entregárselos a los peritos. Esto demoraría un poco el análisis, aunque, una vez que se disponga de todos los datos, el proceso informático es muy rápido.