Un ataque que llevará más destrucción a Siria

29 Agosto 2013
La guerra y la paz sintetizan una gran parte de la historia del hombre. Pareciera que los argumentos para entrar en pugna siempre son más valederos que los de la conciliación, porque son esgrimidos por los poderosos, que se consideran dueños del destino de los demás, así como de su patrimonio. En estos días, el mundo está más convulsionado que de costumbre porque Estados Unidos sopesaba la decisión de atacar con algunos de sus aliados a Siria, un país milenario, que se debate desde hace dos años y cinco meses en una sangrienta guerra civil, en la que ya perecieron 100.000 personas, según la Organización de las Naciones Unidas. El pretexto es el supuesto empleo de armas químicas en esa lucha, acusación que rechazan ambos bandos en conflicto, tanto el del presidente Bashar Al Assad y como el de los insurgentes.

Los especialistas en armas químicas de la ONU están investigando in situ desde hace dos días un aparente ataque con gas que mató a cientos de civiles en suburbios de Damasco tomados por los rebeldes. Necesitan cuatro días para analizar sus descubrimientos y luego elevar un informe al Consejo de Seguridad. Sin embargo, con una llamativa intemperancia, Estados Unidos anunció una inminente intervención militar para castigar la transgresión siria a las normas internacionales del armamentismo.

Ban Ki-moon, secretario general de la ONU, ha pedido a las potencias que dejen a los expertos concluir su trabajo en Damasco y elevar un informe al Consejo de Seguridad. "Dénle una oportunidad a la paz. Dénle una oportunidad a la diplomacia. Dejen de pelear y empiecen a hablar", dijo el diplomático surcoreano.

Rusia, principal proveedor de armas de Al Assad, así como con China, se oponen al ataque; consideran que se busca conseguir un cambio de régimen al estilo iraquí. La posible decisión estadounidense de atacar al país árabe, sería una acción unilateral que le daría la espalda al Consejo de Seguridad, en una demostración de poder omnímodo.

Sería una nueva contradicción del presidente de los Estados Unidos que en 2009 recibió el premio Nobel de la Paz por "sus extraordinarios esfuerzos para fortalecer la diplomacia internacional". No obstante, gobierna el país con el mayor número de armas nucleares y con la mayor cantidad de tropas desplegadas en el mundo.

Para mayores discordancias, el pueblo norteamericano rechaza mayoritariamente una intervención militar de su país en Oriente Medio, a juzgar por los sondeos de opinión dados a conocer por las agencias de noticias internacionales. Una de las últimas encuestas publicadas en ese sentido, dada a conocer por Reuters, reveló que algo más del 60% de los estadounidenses se opone a cualquier medida militar que tome Washington contra el Gobierno de Damasco.

Tal vez los líderes espirituales del mundo y de los países que breguen por la tolerancia y la no beligerancia (la mayoría) deberían ponerse al frente de este reclamo de conseguir la paz y lograr el desarme de las poderosos. "La paz más desventajosa es mejor que la guerra más justa", afirmaba Erasmo De Rotterdam. De poco o nada sirve que los mandatarios de las potencias citen a Mahatma Gandhi, Martin Luther King o Nelson Mandela si no los imitan con acciones concretas. "Cuando me preguntaron sobre algún arma capaz de contrarrestar el poder de la bomba atómica yo sugerí la mejor de todas: La paz", dijo Albert Einstein.

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