El día del “sueño del pibe”

Núñez, sin debutar en Primera, fue arquero del combinado de la Federación contra Uruguay.

ESTAMPA. Núñez cuando era arquero titular del combinado de la Cultural. ESTAMPA. Núñez cuando era arquero titular del combinado de la Cultural.
El fútbol tiene historias que sólo pueden compararse con las que se encuentran en un libro de cuentos. Encantan con su magia. Emocionan con el relato de sus protagonistas. Carlos Núñez lo sabe. Por eso cuenta con lujo de detalles el día en el que cuidó el arco del seleccionado de la Federación Tucumana en un amistoso cuando ni siquiera había debutado en Primera. En esa jornada, según muchos, se oficializó el “sueño del pibe” en nuestra provincia.

Fue en una tórrida tarde del 18 de enero de 1959, hace casi 55 años. El combinado local, integrado por varios monstruos del fútbol de esos momentos, recibió al seleccionado de Uruguay. El estadio de Central Norte, totalmente colmado, se transformó en el escenario de esta increíble historia.

Núñez, cuidando el arco de Tucumán Central, había salido campeón en Quinta al vencer a San Martín por 1 a 0. “Después de los festejos, nos instalamos con mis compañeros en la tribuna para presenciar el duelo. Escucho por los altoparlantes mi nombre pidiéndome que me presente en la zona de los vestuarios. No sabía qué hacer, pero mis amigos a los empujones me obligaron a ir”, contó.

El ex arquero reconoció que en el trayecto pensó de todo, menos que viviría una tarde gloriosa. Hugo Ginel fue quien le abrió la puerta del vestuario y quien le presentó a Roberto Santillán, técnico del combinado. Sin anestesia, el mítico entrenador le avisó que, ante la ausencia de “El Extranjero” Sánchez, Pascual Corbalán sería el arquero titular y él sería el suplente. “‘¿Se anima?’, me preguntó. Por supuesto que acepté”, reconoce.

Pero el destino le tenía guardada otra sorpresa. Corbalán llegó al estadio después de haber recibido un permiso especial, ya que estaba cumpliendo con el servicio militar. Y, para colmo, justo le había tocado hacer guardia, por lo que arribó sin haber dormido durante un día entero. “La pasó mal. En pocos minutos le hicieron dos goles increíbles. El segundo fue un papelón. Ginel le devolvió la pelota y, en vez de rechazarla, la terminó empujando en su propio arco”, contó.

Núñez recuerda que Santillán se dio cuenta de la situación y, antes de que el papelón mayor fuera mayor, le preguntó si estaba listo para salir al campo. “Le dije que sí y, como en esos tiempos los cambios sólo se hacían por lesión, Corbalán fingió haberse lastimado para que pudiera jugar”, recordó.

Núñez no recuerda su actuación, aunque aclaró que debió ser buena porque no le convirtieron goles y el encuentro terminó 2 a 2. “Como premio recibí el equipo deportivo del seleccionado y una invitación estar en el banco en un amistoso contra Newell’s. No atajé, pero estuve sentado a la par de un tal (Rafael) Albrecht y un tal (Martín) Canseco. Pero lo más importante fue ver a mi padre mostrándole a toda persona lo que había echo su hijo”, relató.

El después

El ex arquero siguió en Tucumán Central hasta que fue vendido a Bella Vista. “A ese club le debo mi casa. Con lo que pagaron por mi pase, pude comprar una vivienda en el barrio Kennedy, donde aún vivo. También pude jugar una Copa Beccar Varela en Mar del Plata representando a la Asociación Cultural de Fútbol”, contó emocionado.

La vida del golero sigue ligada a la redonda, aunque ahora reniega por la conducta de los futbolistas- “Todos los años inventan nuevas lesiones para no entrenar. En mis tiempos, había tres hombres por puesto que merecían ser titulares y, el que se descuidaba, perdía su lugar. Por eso practicábamos hasta con fiebre. También me causa gracia porque ahora suspendieron a un jugador por haber arrojado a un perro a la tribuna. En mis tiempos, había muchos defensores ásperos que hacían rebotar a los delanteros contra la tela y ni siquiera le mostraban una amarilla”, dijo.

Núñez, durante la charla con LG Deportiva, habló de la importancia de los técnicos de aquellos tiempos. Tiró flores a Don Santillán y no ahorró elogios a la hora de analizar el talento de Román “Maestro” Luna. “Nunca me voy olvidar de un hecho que pintó a Luna. Estábamos por entrenar con Tucumán Central y un directivo viene con dos muchachos para probarse. El ‘Maestro’, lo mira y me dice: ‘mirá el andar que tiene ese muchacho’. Ese muchacho fue nada menos que Ángel ‘El Malevo’ Ferreyra, que la rompió en San Martín”, relató.

¿Y cuándo decidió retirarse?, se le consultó. “Mire, empecé a preocuparme cuando comenzaron a hacerme muchos goles de lejos. Pero me terminé de convencer cuando, atajando para Bella Vista, jugamos un amistoso contra San Martín en La Ciudadela. Ahí, en vez despejar la pelota en cada centro, le agarraba la cabeza a los delanteros. Ahí dije basta”, respondió riéndose.

Un luchador

Como todo jugador de esa época, Núñez, sin ninguna riqueza acumulada, cambió el fútbol por un trabajo común y corriente. En su caso, fue empleado de la Dirección Provincial de Vialidad hasta que se jubiló. “Ahí empezó otro partido. Nunca estuve metido en la política, pero por pedido de mis compañeros terminé asumiendo la responsabilidad de pelear por una jubilación justa. En realidad, el hambre me hizo hacer dirigente”, contó.

Al igual que en sus tiempos de futbolista, no se rinde quiere más. “Deseo que el Gobernador algún día nos haga pagar la deuda que la provincia mantiene con los viejos. Mi nieta me dice que hablo de todo esto porque los que puedan certificar mis dichos ya murieron. Espero que con lo que nos deben de jubilación pase lo mismo”, concluyó.

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