El “derecho” de los especuladores

20 Junio 2014

Hugo Ferullo - Doctor en Economía

Los denominados “fondos buitre” practican un negocio financiero infame que se ubica en el escalón moral más bajo de la perniciosa actitud perversamente especuladora que impera “legalmente” en los grandes mercados financieros actuales.

Que un juez norteamericano (apoyado de hecho por todo el poder judicial de ese país, que ocupa el centro de la economía global actual) haya confirmado el “estado de derecho” de estas prácticas moralmente deleznables y condenadas por buena parte del arco económico y político mundial, sirve de muestra de la precariedad institucional y moral de nuestro sistema financiero internacional. El reciente diagnóstico que hace el Papa Francisco en su exhortación apostólica “Evangelii Gaudium” califica a este sistema como “injusto en su raíz”, entre otras razones por los enormes desequilibrios e injusticias que causa la especulación financiera fuera de mesura, amparada por leyes diseñadas para defender los intereses de pocos, en contra de muchos más. Ni una sola línea de la verdadera ciencia de la economía puede esgrimirse como genuina defensa de la utilidad (y mucho menos de la necesidad) de las prácticas inmorales que los fondos buitre llevan a cabo. Y pretender legitimar estas prácticas con argumentos legales no es más que una muestra de cómo el enorme poder que detentan hoy los grandes actores que dominan la especulación desembozada en los mercados mundiales “desregulados” buscan penosamente imponerse por sobre la razón política y económica que, con verdadera justicia, intenta combatir los efectos gravemente tóxicos para la economía real (de la producción y el empleo).

La vida democrática moderna se nutre del debate entre los que gobiernan y los que, desde el lugar de la oposición, critican. Pero en vieja y sana práctica política, nadie puede decir, en su sano juicio, que lo que el juez norteamericano obliga a la Argentina a pagar a los demandantes de esta causa se corresponde de manera justa y equivalente a una contraprestación recibida de los tenedores de los fondos buitres. Por el contrario, lo que este caso exige de todo el mundo es una toma de posición clara frente a esta situación financiera globalmente injusta, donde el “derecho” de los especuladores pretende desplazar al derecho económico de los pueblos.

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