Por buscar la frutilla del postre se quedó sin el pan y sin la torta. San Martín pecó feo con Juventud Antoniana, que aprovechó ese hambre para dejarlo sin nada, 2 a 1.
La historia en el Gigante del Norte fue la de siempre para el equipo tucumano. Con la obligación de seguir escalando se calzó el traje de protagonista y manejó bien la pelota. Las opciones comenzaron a aparecer de la mano de
Maximiliano Velasco y
Fabricio Lenci. Sin embargo, junto con los delanteros apareció en escena
Mariano Maino, brillante en todos sus intentos.
Cuando San Martín pisó el freno, el partido se cayó, pero ese bache le permitió a Juventud apuntalar su presencia. Sus intentos al menos despertaron de nuevo a los de
Juan José López, que con
Albano Becica como líder, volvieron al ruedo haciendo méritos para inclinar la balanza. Sin suerte.
Lo que venía no podía ser peor. San Martín entró dormido al complemento y en un centro sorpresivo
Diego Pave tuvo la primera falla de la noche. No pudo retener el bochazo ante la presencia de
Marcos Litre. La pelota se le resbaló entre los guantes y le quedó servida nada menos que a
Gustavo Balvorín... “Ring...Ring”, con el arco solo, no falló y otra vez cumplió la ley del ex.
San Martín no mereció el golpe y lo entendió. Salió a buscar el empate con más ganas que fútbol y por tozudo y caprichoso lo consiguió, cuando el partido se moría. Velasco otra vez fue quien la mandó a guardar y puso el merecido 1-1.
El visitante buscó la hazaña, quiso darlo vuelta, liquidar sobre la hora. Y se mandó. Error. Con el arco entre ceja y ceja dejó su campo en soledad y Pave, que no estaba en su noche, no tuvo cómo controlar a Litre, que buscó el penal y lo encontró.
Luis Rodríguez lo cambió por gol y San Martín, que pudo sumar de a uno, no consiguió ni eso. De haber sido algo más mezquino tal vez hacía su negocio.