La repentina crecida empujó a Monteagudo hacia las vías del tren

El agua tomó por sorpresa a los vecinos de Monteagudo, en el departamento Simoca. No estaban preparados para evacuarse y el agua arruinó las pertenencias de un 80% de la población. Las vías y las rutas fueron los únicos refugios seguros

BAJO EL SOL. Un freezer, algunas sillas y una mesa fue lo único que pudo salvar esta familia de Monteagudo, en el departamento Simoca. la gaceta / foto de osvaldo ripoll BAJO EL SOL. Un freezer, algunas sillas y una mesa fue lo único que pudo salvar esta familia de Monteagudo, en el departamento Simoca. la gaceta / foto de osvaldo ripoll
12 Marzo 2015
El murmullo de las aguas que avanzaban sobre el pueblo despertó a algunos vecinos que dormían con un solo ojo. La creciente asomó en Monteagudo ayer a las 4 de la madrugada, sin aviso previo. Y fueron los propios vecinos que escucharon el ruido los que se encargaron de encender la alarma con sus gargantas.

No hubo mucho tiempo para salvar las pertenencias. Apenas para correr con los hijos hacia la rutas 157, la 329 y las vías del ferrocarril, las partes más altas en las que los vecinos encontraron refugio seguro. “Perdí todo porque, en mi caso, no tuve tiempo de sacar nada. Me preocupé, con mi marido, de salvar a mis cinco chicos. Fue una situación desesperante. Ahora padecemos la angustia de estar aquí en medio de este sol fuerte y cubiertos por un toldo de plástico”, lagrimeó Cecilia Díaz. La mujer estaba sobre las vías del ferrocarril esperando alimentos y agua. El sol castigaba a los cientos de refugiados que también coparon las orillas de la 157, que corre de norte a sur, y la 329 (que permanece cortada a la altura de Los Trejo) que va en dirección este-oeste.

10.000 damnificados
El lunes, el saldo del temporal era alrededor de 5.000 personas en el sudeste tucumano, el área más castigada. Tras las tormentas del martes, la cifra ascendió a 10.000. El agua inundó al 80% de la población de Monteagudo. Cerca de 150 personas fueron evacuadas en la Escuela N° 99 Provincia de Río Negro. Otras 900 permanecieron autoevacuadas en los corredores viales o en casas de parientes. Inés Silva se mantuvo firme en la traza ferroviaria cuidando una heladera, una mesa y algunas ropas que logró sacar cuando la temible correntada se acercaba. “Muchos no quisimos abandonar las pocas cosas que nos quedaron por temor a robos”, advirtió.

De los 10.000 damnificados por un nuevo desborde de los ríos Medina, Gastona y Chico, unos 3.000 están evacuados o autoevacuados en distintos sitios. En La Madrid había 150 almas en la Escuela Provincia de Jujuy; en Taco Ralo, 50 y en Atahona, 30. En La Madrid son más de 1.500 los vecinos instalados a orillas de la ruta nacional 157 en carpas improvisadas o casillas precarias.

Las poblaciones que permanecen totalmente aisladas son Niogasta, Sud de Lazarte, Esquina, Los Palomino, Melcho, Los Pérez, Los Sandoval, Ingas, Los Valenzuela, La Junta y Los Agudo, en el departamento Simoca. Personal del Grupo Cero de la Policía, de Defensa Civil, de los Bomberos Voluntarios de Bella Vista y colaboradores particulares permanecían desplegados esas comunidades tratando de evacuar a familias en peligro o de hacerles llegar alimentos. Fernando Torres, titular de Defensa Civil de la Provincia, ayer no tenía una cifra concreta de evacuados, en razón de que mucha gente no permanecía demasiado tiempo en los sitios asignados y regresaba a sus hogares. El funcionario coordinó los operativos de rescate de anegados desde la Escuela N° 99.

Era de esperar
Los vecinos de Monteagudo se mostraron disgustados ya que, a su criterio, no fueron advertidos con tiempo de la crecida que se aproximaba. La llegada del agua era previsible: de ahí que la tarde del martes la comuna intentó abrir un paso en la ruta 329, a la altura de Los Trejo, para desviar el avance de las aguas hacia el río Chico, aunque los vecinos de este último poblado impidieron la tarea por miedo a quedar aislados. “La verdad es que yo no sabía que iba a llegar la creciente. Desde la Comuna nos dijeron que no iba a pasar nada. Por eso no me preocupé. Ahora perdí casi todo”, lamentó Julio Díaz. A los autoevacuados de Monteagudo les esperaba otra noche de pesadilla, al igual que a los de La Madrid. “Sin colchones, apenas cubiertos por un plástico y rodeados por un enjambre de mosquitos, es imposible pretender dormir”, explicó Julio.

Comentarios