Por Nicolás Iriarte
12 Octubre 2015
PASADO POR AGUA. “Pulguita”, que se adelanta a Méndez, de gran partido, no estuvo acertado a la hora de probar a Brasca. FOTO ANDRES LORREVIERE - ESPECIAL PARA LA GACETA
En los últimos años, el frío se ganó una reputación negativa en el mundillo del fútbol. Ayer, en San Luis, siguió perdiendo imagen positiva, pero esta vez sin metáforas ni lugares comunes: los 5 grados centígrados de la siesta puntana en el estadio “El Coliseo” se sintieron y mucho. Si hay dudas, que Atlético pase al estrado a testificar cómo entró al campo con las ideas congeladas, al punto que casi le cuesta el partido. Pero cuando logró calentar el motor, reaccionó y terminó empatando, 1 a 1, contra Estudiantes.
El local pareció recién salido del horno en el arranque del cotejo. Más que sorprenderse con el planteo rival, Atlético parecía haberse enterado segundos antes del pitazo inicial que tenía que jugar.
La espalda de David Valdez terminó herida por los latigazos que le propinaban Sergio Viturro y Fernando Biela. Así llegó el penal: Atlético seguía padeciendo el clima y la lluvia. Por la izquierda, como un lanzallamas pasó Viturro y obligó a Cristian Lucchetti a cometerle penal. El arquero ganó el segundo duelo desde los 11 metros y le permitió a su equipo, reaccionar sin sufrir daños irreparables.
Pero la llamada de emergencia no fue atendida por los de Juan Manuel Azconzábal que dejaron soñar el teléfono y la transformaron en perdida. Dolorosa pérdida como la de Miguel Julio en la jugada siguiente que derivó en el primer gol, gracias a la media vuelta de Roberto Moreira Aldana.
Ahí sí, Atlético contestó el llamado de la circunstancia y empezó a ser lo que sigue siendo: el líder de la B Nacional. Zafó como pudo del segundo gol hasta el entretiempo. Mientras tanto, creaba algo de peligro. Ya en el complemento, el plan de juego “decano” estaba en temperatura ambiente y comenzó a reducir al local a la mínima expresión. Las llegadas se multiplicaron hasta que llegó el empate de Leandro González. La paridad traducía un logro aún más importante: el equipo había emparejado -y luego superado- el trámite ante un equipo de mitad de tabla.
Lo pudo haber ganado con el bombazo de “LG” pero le basta con haber vencido al frío: el literal y el metafórico.