Marcelo Androetto - Especial para LG Deportiva
Se te cumplió el deseo, “Patón”. Ese de que no te interesaba hacer un buen partido, que sólo querías ganar. Y una pobrísima Argentina, sin merecerlo, se sacó de encima a Chile por 1-0 en el Monumental y de golpe porrazo, en un par de horas, pasó de estar fuera de Rusia 2018 a ostentar el tercer puesto en las Eliminatorias.
En definitiva, el que inclinó la balanza fue el árbitro Sandro Ricci, “comprando” la zambullida de Ángel Di María. También Lionel Messi engañó a Claudio Bravo, un viejo conocido, desde los 12 pasos. Quedaba media hora por delante en esa etapa inicial.
Y Argentina, metida en su campo, parada para una contra que casi nunca sacó, destrozaba la vista de propios y extraños. Salvó la ropa Messi: hubo varias pinceladas magistrales del mejor jugador del mundo, yendo a buscar la pelota hasta el círculo central. Le sirvió un gol a Gonzalo Higuaín y otro a Sergio Agüero. Y dos veces habilitó a Di María: una fue la del penal que no fue, la otra culminó con una emboquillada bien neutralizada por Bravo.
La etapa inicial había arrancado con un susto grande: un gran centro de Alexis, una gran atajada de Sergio Romero con rebote y un gol anulado por offside de José Fuenzalida. Y terminó con un remate por arriba del travesaño de Nicolás Otamendi en el área chica, que debía ser gol de aquí a la China.
Durante el intervalo, todos se preguntaban si Bauza movería la ficha esperada. Los “Cuatro Fantásticos”, todos juntos, no lo estaban siendo. Argentina carecía de mediocampo, ni de un pasador.
En lugar de ello, el DT optó por Mateo Musacchio en lugar de Mas, y corriendo a Marcos Rojo al lateral. Entonces, la defensa ganó algo en solidez, pero como a Messi no le llegaba la pelota, ya no había magia. Quizá por eso, “Patón” se convenció de que sobraba uno arriba y finalmente metió a Ever Banega. Igualmente el equipo no reaccionó.
Chile se dio cuenta, y tuvo dos oportunidades en dos minutos: un tiro libre de Alexis que sacudió el travesaño y una definición débil del sustituto Castillo que atrapó Romero. Y más tarde el mismo Castillo se comió un gol increíble, cara a cara.
Preocupante: en todo el segundo tiempo, Argentina sólo tuvo una aproximación, un desborde de Rojo que Messi, desaparecido en la última media hora, tiró afuera.
En conclusión: la “albiceleste” hizo un negocio enorme, increíble. Se acercó al Mundial desde lo numérico, se alejó desde lo futbolístico. Si se clasifica por un par de puntos, se lo deberá agradecer a un árbitro brasileño. Qué paradoja, ¿no?
Messi siempre da algo que ningún otro argentino puede en la Selección: garantías. Ni Di María, ni Agüero ni Higuaín, todos grandes figuras en sus respectivos clubes, lo acompañaron, y tuvo que ingeniárselas como de costumbre. Gran definición la suya en el penal.
Las jugadas dudosas, para fortuna de Bauza, cayeron en su mayoría a favor del dueño de casa. El juez Ricci, de pésima labor, anuló lo que pudo ser el 1-0 parcial del chileno Fuenzalida u luego cobró un penal (de Fuenzalida) a Di María que apenas si fue mancha.
¿Dónde está el fútbol de la Selección? La de anoche, fue una muestra de lo mal que puede jugar un equipo plagado de figuras cuando no saben qué hacer en la cancha. Las líneas estuvieron distantes y no hubo casi coordinación. Fue uno de los peores partidos de Argentina.