Juan Manzur tomó una decisión histórica. Por primera vez hombres de diferentes fuerzas de seguridad se desempeñarán como funcionarios en el área de Seguridad. El gendarme Claudio Maley será el ministro y el ex policía Miguel Gómez, el secretario. Políticos y técnicos quedaron de lado en esta oportunidad. Es una manera también de asegurarse la verticalidad en un sector muy sensible para cualquier gobierno. En otras palabras, eligió hombres que saben dar órdenes, pero también que las acatan a rajatabla. Lo de Maley no fue sorpresivo. Su nombre venía dando vueltas desde hace tiempo al igual que darle rango ministerial a Seguridad, promesa que había recibido Regino Amado antes de jurar como funcionario. Sí fue llamativa la elección de Gómez, un hombre capacitado, pero que realizó críticas a la política de seguridad de esta gestión y que siempre fue bien visto por los opositores.

Hay otro dato: el nuevo secretario es un hombre sumamente respetado en Tribunales, por lo que su nombramiento podría servir para zanjar las diferencias que existen desde hace tiempo y que empeoraron durante la anterior gestión cuando los fiscales se quejaron frente a los cambios de jefes de la ex Brigada por sus antecedentes. Justamente, los últimos casos de corrupción tuvieron a los hombres de la Junín al 800 como protagonistas.

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El ciclo de Paul Hofer se acabó. Con su partida finaliza una línea de trabajo conocida como Plan Integral de Seguridad con el que, según las estadísticas de la Nación, dio buenos resultados. Si bien es cierto que se va cuestionado por los ciudadanos, en la fuerza lo reconocerán por haberla profesionalizado, por obligar a que sus jefes se capaciten y por haberla dotado de recursos como no ocurría antes.

La nueva conducción del área de Seguridad tiene todo el respaldo oficial, algo que con Hofer no ocurría. Deberán aprender a manejarse con una sociedad que exige cambios inmediatos, tarea que es imposible de cumplir. Depositaron su confianza en José Díaz (tras más de una década vuelve a estar al frente de la fuerza un comisario retirado) y Francisco Picón (hombre que recorrió puestos claves) al frente de la Policía como jefe y subjefe, respectivamente. Su primera misión será nombrar a sus hombres de confianza por el retiro de más de 10 comisarios que ocupaban puestos claves en un mes tan complicado como diciembre.

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La misión no será sencilla, pero en materia de Seguridad nada es fácil, menos aún si no hay una visión general del problema y mientras la responsabilidad pase por uno o dos funcionarios. El cambio no sólo tiene que ver con nombres o líneas de trabajo, sino que se necesita que los tres poderes del Estado se unan para pensar qué se puede hacer para cambiar esta situación que tanto molesta.

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