Por Gustavo Grazioli
Para LA GACETA - BUENOS AIRES
El robo del Banco Río cobró resonancia en muchas partes del mundo y se convirtió en un hito delincuencial. Medios de todas partes se hicieron eco de lo sucedido, incluso varios integrantes de la banda fueron entrevistados para indagar con lujo de detalle sobre la planificación de lo que se denominó como “robo perfecto” y que terminó con un mensaje poético pegado en la bóveda: “En barrio de ricachones / Sin armas ni rencores / Es sólo plata y no amores”. Pero lo cierto es que al plan maestro le apareció una falla, la menos pensada, y todos sus participantes terminaron en la cárcel. La esposa de Rubén de la Torre (integrante de la banda), Alicia Di Tullio, hermana de Pepita la Pistolera, decidió delatarlo y esa fue la pista que ayudó a la policía para detener a los demás.
Verlo a la distancia parece el extracto de una novela de Roberto Arlt, pero no. Todo esto pasó de verdad y uno de los integrantes de la banda, el más importante se puede decir, hace rato que viene hablando frente a las cámaras y con los medios gráficos. Desde la cárcel en su momento, mientras cumplía condena, y posteriormente desde su joyería / relojería en Uruguay, su país de residencia. Luis Mario Vitette o mejor conocido como “el hombre de traje gris”, a mitad de su condena en Argentina pidió que lo expulsaran del país. El extranjero condenado por la Justicia argentina puede requerir su expulsión, pero para poder tener acceso a eso tiene que haber cumplido la mitad de la condena y no tener causas abiertas, condenas pendientes ni pedidos de captura. Esto está previsto por la Ley de Política Migratoria Argentina. Como Vitette cumplía con los requisitos, consiguió volver al país charrúa.
Hoy atiente su local de joyas, tiene más de 20.000 seguidores en Twitter, está casado con una mujer mucho más joven -tienen un hijo- y otra vez se volvió blanco de la prensa. Los motivos son varios: publicó su libro El ladrón del siglo por Planeta y además salió la película El robo del siglo en la que actúan Guillermo Francella (que lo interpreta a él) y Diego Peretti (que hace de Fernando Araujo, ideólogo del asalto). En el libro cuenta sus años de “Spiderman” y se lo ve a mitad de los 90 deambulando por los techos porteños para robarle a famosos, entre ellos un prestigioso peluquero y, aunque no lo diga, a Mirtha Legrand. Relata su oficio de escruchante (especializado en abrir puertas de todo tipo) y desnuda una historia de amor (¿platónico?) que atraviesa todos sus relatos delincuenciales hasta llegar a lo que fue el ingreso al Banco Río, la toma de rehenes y la teatralización que montó en la negociación que tuvo durante más de dos horas con Miguel Sileo, el hombre altamente entrenado del Grupo Halcón.
Ladrones y chorros
“Si cierro los ojos lo primero que veo es copar el banco. La primer situación es la toma de rehenes, el ingreso al banco y saber que está el milico en el bunker. Un montón de gente desesperada, un griterío bárbaro. Esa no es una situación fácil para la gente. Para nosotros es joda pero para la gente no es fácil”, revela Vitette por audio de WhatsApp, después de algunas llamadas fallidas, ni bien se hace un espacio. “Tengo cien notas pactadas a diez minutos. Estoy a punto de quedar internado, loco de la cabeza. Uno no está preparado para esto. Ni que sea un rockstar”, bromea.
En el libro también recuerda su primera experiencia detrás de los barrotes. Fue el 24 de agosto de 1973 en la ciudad San José de Mayo por insultar al presidente de Uruguay que estaba en aquel momento: José María Bordaberry. Tres años después volvió a visitar la cárcel pero esta vez por robo y homicidio. El ladrón empezó a aprender el oficio. “Cualquiera que esté preso tantos años sale convertido en un delincuente, aunque sea por escuchar. Aprende modalidades, formas de hacer las cosas o cómo las hicieron otros y uno después empieza a razonar cómo es mejor, cómo mejorar el oficio”, escribe. Y siempre que puede se desmarca de que lo llamen chorro. A Rodolfo Palacios en su espectacular trabajo Sin armas ni rencores le dijo: “Yo soy ladrón porque me preparé para robar. Los que delinquen con la improvisación de la miseria o la violencia, son chorros”.
“Marito”, “El hombre de traje gris”, son la misma persona y son los personajes que superaron la ficción, que terminaron por burlar un sistema de seguridad, junto a otras seis personas, mediante engaños y armas de juguete. “No me arrepiento del robo al Banco Río, pero sí me arrepiento de haberme vinculado con personas con las que no tendría que haberlo hecho. Algunos son rostreros, delatores. A mí me delataron dos de la banda: la (Alicia) Di Tullio y (Sebastián) García Bolster”, concluye en otro mensaje de WhatsApp haciendo referencia a quien, para sus compañeros, se conoce como “marciano”. “No era del palo, no manejaba nuestros códigos. Cuando lo trasladaba la policía le armaron un simulacro de fusilamiento y cantó todo”, contó Vitette en el libro de Rodolfo Palacios.
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Gustavo Grazioli - Periodista.