¿Un nuevo amanecer o el segundo año de la peste? Un poco de los dos

¿Un nuevo amanecer o el segundo año de la peste? Un poco de los dos

Pocas personas van a extrañar el año en el que la humanidad fue azotada por una pandemia tan letal que nos permitió atisbar el impacto que pueden haber tenido las “plagas” en las sociedades del medioevo: miedo, incertidumbre, desconfianza en los poderes establecidos y en la ciencia, refugio en la superstición y la charlatanería y, como casi siempre en la historia de la humanidad, más pobreza y desesperación para los desesperados.

Y, si bien es difícil decirle adiós al año que se fue, es directamente imposible pensar en el que empieza sin hablar de cómo todos los ciudadanos del mundo fueron afectados por el nuevo virus que llevó a parte de la humanidad a quedarse encerrada en sus casas (en el mejor de los casos) y (en el peor), a la enfermedad o al dolor por la pérdida de seres queridos.

Algunos de los cambios que las sociedades tuvieron que hacer ya forman parte de la “nueva normalidad”. Son duros, pero no todos son necesariamente una mala noticia y han permitido mirar algunas cuestiones. El alerta sobre la fragilidad de nuestros sistemas sociales y económicos, la revalorización de quienes ejercen tareas de cuidado (desde sus casas  como en el trabajo), la puntualización del papel del Estado como garante de derechos y sostén de las economías y que la presencia física es maravillosa para los vínculos afectivos, pero no imprescindible para todos los trabajos son algunos de esos “descubrimientos”.

Sobre otros aspectos, hay que tomar medidas, porque marcarán la agenda de los países y las sociedades. La economìa, la desigualdad, la educación, las migraciones y la marcha de la lucha contra el nuevo coronavirus son los aspectos donde habrá que poner el ojo este año, según el documento de balance de 2020, que publicó la Organización de Naciones Unidas en su portal de noticias.  

Entre las cosas que se mantuvieron inalteradas, y por lo tanto siguen en la agenda como un aspecto urgente, es el cambio climático.

La educación, a la vuelta de la crisis

Cierres y reinicios, en línea o a distancia, la educación de millones de niños en todo el mundo se llevó adelante con tropiezos, pero no se detuvo por completo. Las escuelas se esforzaron por hacer frente a la situación y por transitar, cuando fue posible, la educación en línea. Es muy probable, anticipan los expertos, que haya que hacer nuevos ajustes para no interrumpir el proceso. Lo cierto es que las escuelas no van a volver a ser las mismas.  

“La escala global y la velocidad de la interrupción educativa actual no tiene precedentes y, si se prolonga, podría amenazar el derecho a la educación”, advirtió en marzo Audrey Azoulay, directora de la agencia de educación de la ONU, la Unesco, y reafirmó su postura en este último informe.

Una economía inclusiva y sostenible

La economía es uno de los terrenos que definitivamente recibe malas noticias, según los expertos. Habrá contracción económica y peligrarán trabajos, pero empezarán a recuperarse algunos aspectos respecto de la devastación del año anterior.

La región de América Latina y el Caribe sufrirá una contracción de -7,7% en 2020, pero tendrá una tasa de crecimiento positiva de 3,7% en 2021, debido principalmente a un rebote estadístico que, sin embargo, no alcanzará para recuperar los niveles de actividad económica pre-pandemia del coronavirus, en 2019, indicó la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) en un reporte emitido a mitad de diciembre.

El Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe 2020, uno de los principales reportes anuales del organismo de las Naciones Unidas, alerta que, en un contexto de contracción global, es la región más golpeada del mundo en desarrollo por la crisis derivada de la covid-19. Los esfuerzos fiscales y monetarios de los países mitigaron los efectos de la crisis, pero las consecuencias económicas y sociales de la pandemia han sido exacerbadas por los problemas estructurales que la región arrastra históricamente.

Para el año 2021 se espera una tasa de crecimiento del PIB positiva que refleja un rebote estadístico, pero la recuperación del nivel de producto interno bruto (PIB) pre crisis será lenta y se alcanzaría recién hacia el año 2024.  

La dinámica del crecimiento en 2021 dependerá de la incertidumbre (por el riesgo de rebrotes de la pandemia), de la agilidad para producir y distribuir las vacunas y de la capacidad para mantener los estímulos fiscales y monetarios para apoyar a los consumidores y a los sectores productivos, señaló Alicia Bárcena, secretaria Ejecutiva de la Cepal. La funcionaria dijo que avanzar en un crecimiento sostenible e inclusivo requiere de “una transformación productiva hacia sectores ambientalmente sostenibles, que favorezcan la generación de empleo y la innovación tecnológica”. Para eso, hay que atender a la pobreza y a la desigualdad, insistió.  

Desde la ONU, insistieron en que la pobreza y el hambre, que empeoraron por la pandemia, en los países ya afectados por crisis alimentarias, no tienen perspectivas de mejorar sin ayuda internacional y programas específicos para atacar el problema y “mantener vivas a las personas afectadas por la crisis”.

La tarea de rescatar a los sumergidos

La pandemia hizo retroceder los esfuerzos para crear sociedades más equitativas, dice el informe de la ONU. La desigualdad entre ricos y pobres empeoró durante la crisis de la covid-19, y la pobreza aumentó, por primera vez en décadas. Para 2030, aún habrá 500 millones de personas en la extrema pobreza, según el líder de la ONU, António Guterres. Mientras tanto, la mitad de la riqueza mundial sigue concentrada en un grupo de personas que podría caber alrededor de una mesa de conferencias.

La agencia de la ONU encargada de los asuntos  laborales, la Organización Internacional del Trabajo, estimó que 2.000 millones de trabajadores del sector informal son especialmente vulnerables y que esta situación será uno de los problemas centrales durante 2021.

“Esto ya no es sólo una crisis de salud mundial, también es una crisis mayúscula económica y del mercado laboral que tiene un gran impacto en las personas”, dijo el director general de la OIT, Guy Ryder. El organismo emitió recomendaciones para mitigar el daño a los medios de vida, como la protección de los empleados en el lugar de trabajo, programas de estímulo económico y laboral y apoyo a los ingresos y al empleo.

Es que la ecuación pobreza, desigualdad, menos trabajos estables o de calidad puede dar como resultado un 2021 plagado de descontento social, protestas y crisis política de aquellos Estados que no sean capaces de atender las demandas de sus ciudadanos.

Algunas iniciativas sorprendentes, como la propuesta del Fondo Monetario Internacional, que propuso impuestos progresivos para reducir la desigualdad, dan cuenta de lo alarmante de la situación, incluso para aquellos que no tienen que preocuparse de qué van a comer al día siguiente.

El año de las mujeres y los niños

El progreso hacia la reducción de la pobreza infantil también sufrió un revés este año. El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia y el Banco Mundial estiman que unos 365 millones de niños vivían en la pobreza antes de que comenzara la pandemia y estimaron que esas cifras se incrementarían considerablemente este año.

Las mujeres, también entre las más afectadas por la crisis causada por la pandemia; tienen más probabilidades de perder su fuente de ingresos y menos probabilidades de estar cubiertas por medidas de protección social, señala Achim Steiner, titular del Programa de la ONU para el Desarrollo (PNUD). La tasa de pobreza entre las mujeres aumentó más de un 9%, lo que equivale a unos 47 millones de mujeres.

La “otra pandemia”, que afecta a las mujeres y las niñas es la violencia dirigida especialmente hacia ellas, ya sea en forma de violencia doméstica, sobrecarga de tareas de cuidado que las aleje de la posibilidad de educarse, que sean obligadas a casarse o a ser madres cuando deberían estar jugando o yendo a la escuela. O, en su forma más extrema, el femicidio.

Todo esto es una muestra de graves fallas en la estructura social y económica, según Phumzile Mlambo-Ngcuka, directora ejecutiva de ONU Mujeres, y uno de los temas de agenda que necesitan ser atendidos de manera urgente este año.

Refugiados y migrantes, en el centro de la política mundial

La guerra, la miseria, la violencia política, la persecución racial o religiosa, el crimen organizado o las condiciones incompatibles con la vida, como las sequías extremas, las inundaciones, la destrucción causada por huracanes o terremotos, entre otras catástrofes naturales, son algunos de los motivos por los que grandes grupos humanos deciden que es mejor enfrentar un camino mortalmente peligroso antes que seguir donde están. Así es que millones de personas se mueven a través de las fronteras para alcanzar otros territorios donde puedan vivir mejor. O simplemente, vivir.

Esta realidad, que estalló como un problema político grave para los países más estables a principios del siglo XXI, no va a mejorar en el comienzo de la nueva década. De nuevo, la pandemia, con su coletazo de pobreza y muerte, amenaza a los migrantes con mayor riesgo de contraer el coronavirus en campamentos abarrotados, de quedar varados debido a las restricciones de viaje y de convertirse en el objetivo de bandas criminales.

La Organización Mundial para las Migraciones señaló que las restricciones de circulación que se tomaban para controlar el coronavirus estaban afectando a los migrantes de todo el mundo y obligándolos a morir en el camino o a volver a sus lugares de origen, donde también enfrentaban una muerte segura. Cuando el mundo aún no ha superado la segunda ola de la pandemia del coronavirus, y ante la aparición de nuevas cepas, más contagiosas que las ya conocidas, el peligro para quienes emprenden el camino es aún mayor.

Los que huyeron de la guerra en Siria, las familias que escapan de las pandillas en Centroamérica, los yemenitas que buscan dejar atrás la hambruna que dejó la guerra civil, los venezolanos que se van de un país sumido en una grave crisis económica, política y de derechos humanos, los indígenas desplazados de sus tierras en Brasil, Colombia y Guatemala, son algunos de los grupos sobre los que hay que poner la mirada en este año.

Las vacunas, la esperanza y la perspectiva de cambio

El barbijo, el alcohol en gel y el lavado casi obsesivo de manos llegaron para quedarse, al menos por los próximos años. El inicio de la campaña de vacunación trajo alivio, pero nadie cree que vaya a ser una solución mágica. El suspiro de alivio con que se recibió en noviembre la noticia de la aprobación de una vacuna covid-19 en Reino Unido está mediatizado por diferentes temores: a sus efectos colaterales, a que no tenga una cobertura efectiva o a que no llegue a los países más pobres. Este último hecho, el único con alguna perspectiva de hacerse realidad, sería catastrófico, porque afectaría al resto del mundo al asegurar la pervivencia de la enfermedad.

La presentación del COVAX, plan respaldado por la Organización Mundial de la Salud para permitir que las poblaciones de los países participantes, sobre todo de los países pobres, busca atacar ese problema y que todos accedan rápidamente a las inoculaciones. Se espera que esta iniciativa suministre unos 2.000 millones de dosis de la vacuna para fines de 2021.

Este año, será el año de la vacunación. El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia ya anunció una 'operación gigantesca' para entregar vacunas tan pronto como estén disponibles a más de 92 países, en colaboración con más de 350 socios, entre los que se cuentan las principales aerolíneas, líneas navieras y organizaciones de logística de todo el mundo.

Infodemia, la nueva palabra para una nueva plaga

“Podemos esperar que la desinformación que ha caracterizado a la pandemia continúe en 2021, especialmente con noticias falsas sobre los peligros de las vacunas covid-19, un problema que ya se ha detectado”, dice el informe de la ONU.

Tiene tal magnitud, que fue nombrada como “arma terrorista” durante la pandemia, y como arma política por gobiernos como el de Donald Trump en Estados Unidos o el de Jair Bolsonaro, en Brasil. Grupos de ultraderecha aprovecharon la falta de confianza en los gobiernos y los intersticios legales en las redes sociales para difundir información falsa y mensajes de odio.

Para difundir información confiable y veraz sobre la crisis del coronavirus, la OMS  lanzó Verified (Verificado), que continuará el año que viene, para luchar contra la continua propagación de rumores infundados y atemorizantes referentes a las vacunas.

Aún no hay un freno efectivo para la propagación de discursos de odio racial, político y de género que se ha hecho dueño de las redes sociales de la mano de grupos fanáticos religiosos, neofascistas o de restauración conservadora.

El final a la vista, un rayo de esperanza

De cara al 2021, está claro que incluso con el extraordinario potencial de la asociación COVAX, muchas personas, sobre todo en el mundo en desarrollo, no recibirán la vacuna hasta bien entrado el año y aún estarán en riesgo de contraer el COVID-19. Pero como dijo el responsable de la Organización Mundial de la Salud, el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, el fin de la pandemia está a la vista.

Para mediados de 2021, se espera que el COVAX haya administrado dosis suficientes para proteger a los trabajadores de la salud y la atención social en los 190 países. Los demás participantes deben recibir dosis suficientes para cubrir hasta el 20% de su población para fines de 2021 y dosis adicionales en 2022.

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