Por el uso responsable de los agroquímicos

Agosto se está yendo. Los cultivos invernales ya se encuentran en etapa de floración y de llenado, a pesar de la poca o casi nula humedad edáfica. Esto hace que la condición de los cultivos sea bastante preocupante.

Igualmente, estos lotes sembrados hoy con trigo o con garbanzo -sumados a aquellos que no pudieron ser sembrados durante el otoño- son los lotes en los cuales se sembrarán los granos gruesos desde principios de octubre, cuando las lluvias empiecen a aparecer.

Los productores tienen en claro que cuanto más limpios lleguen esos lotes, mejores serán las condiciones de arranque de una nueva campaña. De no ser así, conocen que la realización de barbechos resulta fundamental para comenzar de la mejor manera con una siembra gruesa.

Ellos saben que el futuro de la producción agropecuaria depende mucho de un uso adecuado de los productos fitosanitarios. Saben, además, que el uso racional de estos permite controlar plagas y enfermedades -en este caso, las malezas-, lo que da a los cultivos la oportunidad de expresarse adecuadamente y de que crezcan y se desarrollen, produciendo alimentos, al tiempo que impactan en la naturaleza de manera leve, evitando situaciones indeseadas.

Vale aclarar que cualquier desmanejo de estos productos trae consecuencias de diversa gravedad para el ambiente y para las personas que se exponen a la mala aplicación.

Hoy resulta fundamental producir de manera sustentable; el mundo así lo requiere, con la premisa de que debe alimentarse a la población con alimentos sanos e inocuos y que, a la vez, el ambiente no sea contaminado con el mal uso de los agroquímicos.

Actualmente existe un criterio de que todo lo que se produzca de alimentos debe hacerse bajo una responsabilidad profesional e institucional en el manejo fitosanitario, que permita que todos los involucrados en el uso y en el manejo de estos productos sean conscientes y responsables en lo que hacen, procurando producir alimentos sanos e inocuos, mientras cuidan el ambiente.

Hoy todos los que realizan aplicaciones de agroquímicos deben tener el máximo de los cuidados desde el momento mismo de la preparación de los caldos de aplicación. Además, deben trabajar profesionalmente al realizar la distribución de lo preparado en un campo o área donde se quiere controlar una plaga y/o enfermedad.

Los operarios, técnicos y cualquier persona a cargo de una aplicación de fitosanitarios deben tener los conocimientos y todos los medios y equipos necesarios para una adecuada preparación del caldo y para una correcta aplicación con los equipos pulverizadores terrestres o aéreos.

Estos son solo algunas consideraciones generales que se deben tener en cuenta para un adecuado manejo y aplicación de agroquímicos, ya que los cultivos, las superficies sobre las cuales se aplica o las áreas con plagas domésticas y los diferentes momentos son muy variables.

Por otro lado existen aplicaciones de químicos para controlar plagas que aparecen por períodos, y que deben ser controladas por la incidencia que tienen en la población urbana. Por ejemplo, el control del mosquito transmisor de la peligrosa enfermedad del dengue o de plagas agrícolas que sorprendieron a muchas zonas del NOA, como la aparición de mangas de langostas que se dieron oportunamente. O como lo que sucede hoy con la aparición del vector del HLB en algunas localidades no citrícolas de la provincia, que son controladas por personal del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa), altamente capacitados.

Las aplicaciones de agroquímicos en Tucumán son importantes, debido a la gran diversidad de cultivos y de producciones. Y, por ende, resulta innumerable la cantidad y los tipos de aplicaciones que deben realizarse para cuidar a los cultivos de la provincia y de la región.

A raíz de ello, resulta necesario que todos los productores y los aplicadores, sumados a los vendedores y a los fabricantes de agroquímicos, tengan presente siempre las reglamentaciones vigentes al respecto.

Aunque su peligrosidad varía según su grado de toxicidad y su formulación, los agroquímicos no son inocuos para la salud humana ni para el ambiente. El riesgo asociado a ellos depende de las dosis utilizadas, de las condiciones climáticas, del tipo de producto, del modo de aplicación y del tipo y del grado de exposición. Por lo tanto, su uso responsable es indispensable para prevenir los posibles daños derivados y para no ser pasibles de las sanciones que puedan derivar de un inadecuado uso.

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