“Normalmente, al pensar en la historia de los afroamericanos, pensamos en las atrocidades y las muchas injusticias que padecimos debido al color de nuestra piel. En realidad, en la sociedad de la posguerra americana, era el pelo de cualquier afroamericano, hombre o mujer, lo que se consideraba como la característica más reveladora del estatus de “negro””, explicó Cheyenne Cochrane en su charla Ted “A celebration of natural hair” (“Una celebración al cabello natural”). “Antes de convertirse en la base de una industria multimillonaria para el cuidado del cabello, nuestra dependencia de productos e instrumentos como los alisadores o las planchas fueron la base de nuestra supervivencia y nuestro avance como raza en los EE. UU. post-esclavistas. Con el paso del tiempo, nos acostumbramos a la idea de que un pelo más liso y más largo era sinónimo de mejor y más atractivo”, agregó.

Lo que explicó la militante a favor de los derechos de las mujeres de raza negra en los 14 minutos de su exposición ya lo habían descrito otras autoras y destacadas figuras femeninas de raza negra.

Cuando Barack Obama asumió como el primer presidente negro de Estados Unidos su esposa, Michelle Obama, una exitosa abogada decidió alisarse su cabello porque consideraba que el pueblo estadounidense “no estaba listo” para su pelo afro plagado de rizos naturales, según contó en una entrevista en noviembre pasado. “Habría sido más fácil, hace 14 años, continuar con mi pelo trenzado. Pero no quise que mi pelo y mi aspecto se politizara y acabara distrayendo a la opinión pública de lo importante: la agenda de la Administración de Obama. ´Mejor me lo dejo liso. Consigamos primero que se apruebe la Ley de Salud´”, recordó haber pensado. Su comentario reavivó el tema sobre los estereotipos que acarrean las minorías por su mero aspecto físico en el país del norte.

“El dilema de cómo llevar el cabello es un ejemplo extremo de las decisiones que las mujeres negras toman a diario para navegar por la política y las sensibilidades de sus lugares de trabajo. A menudo les resulta más fácil, saludable y seguro llevar trenzas, rastas o afros, pero sienten la presión de los estándares de belleza de los blancos y de las normas del lugar de trabajo para alisarse el pelo químicamente para tener una apariencia más profesional y ´limpia´”, dijo Michelle durante la presentación de su segundo libro “The Light We Carry. Overcoming in Uncertain Time” (“Con luz propia. Vencer en tiempo de incertidumbre”, Editorial Penguin Random House, en español).

“En 2019, una reportera de televisión dijo que su director de noticias le dijo que su pelo natural era ‘poco profesional y la presionó para que lo cambiara por ‘lo que mejor se viera’. Minda Harts, fundadora de una empresa de desarrollo profesional para mujeres de color, contó en 2019 a The Washington Post una conversación que mantuvo con una cazatalentos blanca en la que se lamentaba de sus dificultades para reclutar a mujeres negras para ser directoras de empresas. Cuando Harts le preguntó si se sentiría más cómoda con una ejecutiva negra que llevara una coleta o un peinado natural como un afro, la mujer optó por la coleta ‘limpia’. ‘Estos prejuicios inconscientes y conscientes nos impiden incluso tener la oportunidad de sentarnos a la mesa. Ni siquiera hemos tenido la oportunidad de presentarnos, y existen estas suposiciones de falta de profesionalidad’, dijo entonces Harts. ‘Seré sincero con usted: llevo el pelo liso probablemente el 99% de las veces porque, al estar en la América corporativa, he visto cómo se mira a los clientes que llevan trenzas y peinados naturales´´”, publicó Infobae en un informe al respecto de los dichos de Michelle Obama sobre su cabello. El dato de color: a casi seis años de haber dejado la función pública y la Casa Blanca, Michelle lleva ahora trenzas largas.

Hoy, en el mundo entero, hay un movimiento en pos del cabello natural. En nuestro país, las cabelleras grises se multiplican en todas las ciudades. Millones de mujeres están explorando lo que significa volver al pelo natural.

Por esto, la militante Cheyenne Cochrane decidió volver a foja cero con su pelo y realizar su “Desafío Sin Calor”: durante seis meses evitaría usar planchas ni productos que alisen su cabellera afro rizada. Todo fue documentado en sus redes sociales en donde mostró cómo debió cortarse el pelo, como sufría a veces al peinarlo y lo mucho que lo disfrutaba después de sentirlo “al natural”.

“Al compartir de forma abierta este proceso descubrí que no era la única mujer que estaba pasando por esto y que de hecho hay miles y miles de mujeres más que desean hacer lo mismo. Me escribían y me preguntaban, ‘Cheyenne, ¿cómo te hiciste ese peinado natural con el que te vi el otro día?’. ‘¿Qué nuevos productos has empezado a usar que puedan ser mejores para la textura de mi pelo mientras empieza a cambiar?’. O, ‘¿cuáles son algunas de las rutinas capilares que debería empezar a aplicar para reparar la salud de mi pelo?’. Pero también descubrí que había un gran número de mujeres que no se atrevían a dar el primer paso. Porque el miedo les paralizaba. ¿Qué aspecto tendrían ahora? ¿Cómo se sentirían consigo mismas llevando un estilo de pelo natural? Y lo que era más importante para ellas, ¿cómo las verían los demás?”, se sinceró.

“Cuando las mujeres negras abrazan su amor por su cabello natural, ayudan a deshacer generaciones de enseñanzas de que el negro en su estado natural no es hermoso, o algo que debe ocultarse o encubrirse”, dijo la militante a favor de los derechos de las mujeres negras Cochrane. “Entonces, ¿qué puedes hacer para ayudar a las mujeres a abrazar su cabello natural? ¡Mostrá tu aprecio! Se trata de más que un peinado: se trata de amor propio y autoestima”, dijo con simpleza.

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