Fútbol y goles, la fórmula perfecta de Atlético Tucumán en Avellaneda

El equipo hizo todo bien en el Cilindro y por eso tumbó a Racing; concretó una producción a la altura de sus mejores momentos de 2022.

EUFÓRICOS. Estigarribia (19) y Sánchez gritan el 1-0. Fue el primer gol del volante con la camiseta del “decano”. EUFÓRICOS. Estigarribia (19) y Sánchez gritan el 1-0. Fue el primer gol del volante con la camiseta del “decano”. La Gaceta / foto de Matías Nápoli Escalero

Golpe en Avellaneda. Y no se trató de un robo, sino de una victoria legítima e impactante: Atlético, que no había ganado aún de visitante en la Liga, le metió tres goles a Racing Club en el mismísimo “Cilindro”. Fue una noche de verdadera resurrección para el “deca” de Lucas Pusineri.

Todo lo que podía salir bien... salió. Desde el bautismo de gol con la camiseta “decana” para Adrián Sánchez, hasta el grito sofocado de Paolo Guerrero a instancias del VAR por cuestión de milímetros. Ese gol (anulado) podría haber puesto en riesgo el merecido festejo: fue el final de una pesadilla de siete meses y cinco días sin sumar de a tres en rodeo ajeno.

El 3-1 fue algo así como un “exorcismo” para un equipo que hasta hace unos meses peleaba arriba y ahora necesitaba como agua en el desierto un resultado significativo. Es, claro está, un envión anímico para escapar de los últimos puestos.

El gol que lo cambió todo fue el primero: inteligencia de Joaquín Pereyra para cambiar de sector la pelota. Mucho mérito de los Marcelos: Ortiz en su lanzamiento, Estigarribia en el pivoteo. Y Sánchez que fue a buscar con fe al área y encontró el gol con un remate certero al primer palo que regaló Gabriel Arias.

El segundo ratificó el curso de acción: golazo de cabeza de Ortiz tras un “guantazo” del “Guante” Pereyra de tiro libre.

El tercero confirmó el destino: grosero error en el medio del local (gracias, Sigali y Moralez), robo de Pereyra y tremenda escapada, con exquisita gambeta, para la definición largamente esperada de Estigarribia. Sí, en los tres tuvo participación protagónica Pereyra, la figura entre numerosos puntos altos.

Atlético se aferró a su libreto. Acierto de Pusineri al disponer de una formación compacta para contrarrestar el pase entre líneas del anfitrión. Una línea de cinco para posibilitar la profundidad de Renzo Tesuri y Matías Orihuela por las bandas. Y además, el regreso del dúo atacante que arrancó la temporada, con la permanencia de Estigarribia y la recuperada titularidad de Mateo Coronel.

Fue además algo así como que el “decano” vio luz y entró. Aprovechó el mal momento de Racing, especialmente su mal de ausencias: Fernando Gago decidió preservar para los choques que vendrán (Boca, Flamengo) a Gonzalo Piovi y a Gabriel Rojas, y sobre todas las cosas, extrañó horrores a su as de espadas (Matías Rojas) y a su ancho de bastos (Aníbal Moreno), ambos fuera de la contienda por lesión.

El entrenador “académico” formó un “mix” que no pintaba demasiado bien de arranque, incluidos el inexperto Tomás Avilés y el debutante Emiliano Salidarre.

Y también sacó máximos dividendos de las turbulencias por las que ya atravesaba el ciclo de Gago: tres partidos previos por Liga sin ganar, incluido su desteñido empate clásico con un Independiente al borde del nocaut y un triunfo in extremis sobre el débil Aucas en Copa Libertadores.

En la fresquita noche de Avellaneda hubo dos planteos antagónicos desde el arranque. La “academia” con la pelota, mayormente de forma inocua: terminaba en centros previsibles, fáciles de despejar. Como muestra, a Racing le tomó casi 20 minutos probar a Tomás Marchiori, con un tímido remate de Gabriel Hauche. Y la situación más peligrosa a su favor en la etapa inicial fue un pase atrás de Bruno Bianchi que el arquero tuvo que correr para evitar que pasara a mayores.

Simultáneamente el “decano” hacía su juego, parado para la contra. Pusineri rogaba que la pólvora mojada de este 2023 empezara a secarse. Y que su equipo pudiera concretar lo que en tantos partidos desperdició. Y así fue nomás, los goles llegaron casi todos juntos, facilitados, es verdad, por un oponente que toma riesgos al por mayor sin ton ni son.

Sufrió al final, naturalmente. El descuento de Maximiliano Romero insufló nuevos bríos a un Racing arengado por su gente con el tradicional “movete, movete”.

Pero fue Atlético el que no se movió de hacer la suya. Con sus armas se llevó un triunfazo de Avellaneda. Y en una jornada en la que Buenos Aires y zonas aledañas sufrieron a causa del incendio en Uruguay, el equipo de Pusineri volvió a demostrar que más allá de las partidas y los vaivenes, no es puro humo.

“Claro que se le puede ganar a River”

“Somos 11 contra 11 y ellos vienen en un gran momento, pero nosotros jugaremos en casa. Vamos a descansar primero y luego a preparar ese partido, pero claro que siempre se le puede ganar a River”, destacó Marcelo Estigarribia, una de las figuras de la tarde-noche en Avellaneda. El delantero marcó el tercer gol y no ocultó su alegría: “el plan del partido salió perfecto, estoy feliz por triunfo más que nada”.

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