¿A qué viene Alberto?

"Inaugurará" sólo la mitad de un edificio inconcluso, que lleva 13 años de obra, lejos de estar a la altura de una visita presidencial.

DESDE 2010. Parte de la vieja obra inconclusa que ya tiene 13 años de retraso. LA GACETA/FOTO DE ANALÍA JARAMILLO DESDE 2010. Parte de la vieja obra inconclusa que ya tiene 13 años de retraso. LA GACETA/FOTO DE ANALÍA JARAMILLO

Que viene, que no viene. Que será el domingo; no, el lunes. No vendrá el lunes, vendrá el martes. “En la UNT nadie sabe nada”, aclara un periodista. “Esperá, esperá, ahora parece que Alberto Fernández sí viene. Ahí está hablando (José Hugo) Saab”, acota otra colega, mientras el secretario general de la UNT hacía declaraciones en las pantallas de LG Play, ayer al mediodía.

¿A qué viene el Presidente? Nadie sabe exactamente esa respuesta. Algunos especulan que para levantar el aplazo de haber incumplido el protocolo que marca estar en Tucumán, capital de la República, durante las celebraciones del 9 de julio, aniversario de la Independencia argentina.

El edificio que viene a “inaugurar” Fernández no está a la altura cabal de una visita presidencial, sobre todo porque sólo se habilitará el 53% de la obra. Luce por partes semi abandonado, con pastizales y falta de pintura. Y tampoco se trata de algo tan importante, como un gasoducto sin gas, como el que tuvo que “inaugurar” el domingo, por presión de de la jefa de Unión por la Patria Cristina Fernández y del candidato Sergio Massa, los verdaderos organizadores del acto realizado en la estación de medición Salliqueló, al oeste de la provincia de Buenos Aires.

A la nueva Facultad de Bioquímica, Química y Farmacia de la UNT, ubicada en la Quinta Agronómica, le faltan construir más de 4.000 metros cuadrados (la mitad) y todavía ni siquiera se firmó el convenio para realizar estos trabajos, que demandarían una inversión de unos $900 millones. Las instalaciones que faltan, y que nadie sabe a ciencia cierta cuándo comenzarán a edificarse, no son menores: incluyen el Decanato, el bar comedor, la biblioteca y varias aulas adicionales, entre otras oficinas.

Es una edificación que nació torcida, en 2010, durante el rectorado de Juan Cerisola, en el marco de los polémicos fondos que la UNT recibía de la minería y que originalmente deberían haberse destinado a la trunca Ciudad Universitaria.

En 2012 la obra tuvo que paralizarse por fallas en la fundación del edificio. Los trabajos se reiniciaron una década más tarde, con aportes nacionales, a cargo de la empresa Gama que ganó la licitación, por un monto de unos 800 millones, que actualizados a 2023 superarían los $1.000 millones.

Entonces, la pregunta surge casi obligada: ¿A qué viene Alberto? ¿Tan poco y nada tiene para inaugurar a lo largo de toda esta enorme Argentina? ¿Quiere redimirse con los tucumanos porque lo habrían obligado a faltar el 9 de Julio?

Ni decanato tiene el edificio que viene a estrenar, oficina donde debería ser recibido y que, probablemente, el próximo presidente, que seguramente estará bastante más ocupado por la crisis nacional, seguro no llegará a conocer.

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