Los impuestos tienen un peso elevado en el precio final de los alimentos que llegan a los consumidores. Al menos uno de cada cuatro pesos que se pagan corresponde a la carga tributaria. En promedio, tomando en cuenta los valores al público del pan, de la carne y de la leche, los impuestos nacionales representan el 80%, impuestos provinciales 16% y municipales 4%.
“Si voy a la panadería y compro ocho bollitos de pan, resulta que cuando los voy a comer hay dos bollitos que son impuestos. Si lo aplicamos en la leche, me tomo un vaso de impuestos por cada sachet. En la carne es la misma proporción, por cada kilo que compramos, nos comemos 250 gramos en impuestos”, señala Natalia Ariño, economista de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA).
Según el reporte de esa fundación, desde el campo hasta nuestra mesa, el precio de la leche se multiplica por cuatro y el del trigo por 10.
En el caso de la leche, el tambo y los impuestos representan 27% cada uno, la industria el 28% y el comercio el 18% del precio que pagamos en la góndola. “Expresado de otro modo, si lo analizamos a nivel cadena productiva, el 63% son costos de producción, 10% es el resultado y un 27% son impuestos”, agrega Nicolle Pisani Claro, economista jefe de FADA.
Del campo a nuestra mesa el precio del trigo se multiplica por 10. Del total que paga el consumidor por kilo de pan francés, el trigo representa el 10%, el molino el 4%, la panadería el 59% y los impuestos el 27%. También es posible observar cómo está compuesto ese importe, en el estudio se detalla que el 48% son costos, el 27% impuestos y el 25% ganancias.
Otro claro ejemplo de este fenómeno impositivo se evidencia en la carne. Del precio del kilo, la cría representa el 26%, el feedlot 31%, frigorífico 4%, carnicería el 15% y los impuestos el 24%. Otra forma de expresarlo indica que impuestos representan el 24% del precio, el 60% son costos de la cadena y 16% ganancias. “Cuando hablamos de costos incluye muchos factores: la compra de los animales, la luz, los sueldos de los trabajadores, el alquiler de los campos o locales, los fletes, entre otros”, explica.
Es importante aclarar que el hecho de que un eslabón tenga mayor participación en la composición del precio, no significa necesariamente que sea el que más gane, sino que está relacionado con los procesos, escalas, ganancias y costos que tiene ese eslabón. “Esto se puede ver, por ejemplo, en el caso de la panadería: es el eslabón que tiene más participación, pero porque la escala de producción es menor y más artesanal y porque combina dos actividades: producción y venta minorista. Tiene también costos más elevados, principalmente de servicios, alquileres y salarios”, aclaran desde FADA.