Observaciones sobre la avenida de Circunvalación

14 Abril 2024

Hace algunos días publicamos en este mismo espacio un texto que hacía referencia a una iniciativa importante: la implementación de medidas para brindar más seguridad a quienes transitan y a quienes viven en las inmediaciones de la autopista de Circunvalación. Además, se anunciaron tareas de desmalezamiento y mejoras en la iluminación, entre otras cosas. Celebramos estos anuncios y esperamos que se concreten lo antes posible, porque se trata de una zona totalmente degradada que requiere atención inmediata y permanente.

De todos modos, no está de más analizar la situación de esa autopista que actualmente ha quedado absorbida por un crecimiento urbano desordenado. De hecho, en la actualidad circunvala apenas un sector de San Miguel de Tucumán: el que va desde el Canal Sur hasta la ruta 9. Por fuera de este perímetro quedan muchos barrios de la capital que han ido creciendo en las inmediaciones del camino y las populosas ciudades de Las Talitas, Banda del Río Salí, Alderetes y Lules, entre otras. Ni hablar de Yerba Buena, San Pablo o de Tafí Viejo, que ni siquiera cuentan con vías ágiles para conectarse con el resto de los municipios.

Es cierto que la Circunvalación aún cumple con su función primordial, que es la de brindarles a los viajeros y los transportistas una vía para rodear parte de la capital sin necesidad de ingresar al centro. Pero es claro que no alcanza. Hace falta una mirada integral que contemple el desarrollo urbano que se ha venido produciendo en los últimos años.

Veamos un ejemplo cotidiano. Muchas personas que viven en Yerba Buena y que deben llegar al aeropuerto buscan caminos alternativos para no sufrir las demoras que implica atravesar las calles céntricas. Quienes habitan en el sector sur de la ciudad piedemontana están empezando a viajar hasta Lules por la ruta 301 y, desde allí, buscan conectar con la autopista Tucumán- Famaillá por la 321. Una vez este camino retornar hacia el norte y empalman con el camino al aeropuerto, en la zona de Alderetes. Los que habitan al norte de Yerba Buena, suelen tomar el Camino del Perú hasta la Francisco de Aguirre. Desde allí conducen hasta la ruta 9 y, en la zona de Las Talitas, se suben a la Circunvalación, cruzan el puente Barros y se dirigen al Benjamín Matienzo. Ambos recorridos le suman varias decenas de kilómetros al viaje al aeropuerto, pero reducen considerablemente el tiempo del viaje. Porque atravesar el centro de la ciudad se vuelve una tarea casi imposible en determinados horarios.

Esta situación contrasta con lo que ocurre en otras ciudades, como Córdoba, Santiago del Estero, Salta y Jujuy, donde en estas últimas décadas construyeron modernas autopistas que rodean esas ciudades y facilitan el tránsito fluído tanto a sus ciudadanos como a los viajeros y a los transportistas. Esto tiene un claro impacto positivo en actividades como el turismo y el comercio.

Tucumán, en cambio, muestra un atraso rotundo en infraestructura vial, que se materializa, entre otras cosas, en la falta de una autovía que rodee el área urbana de Gran San Miguel de Tucumán en su totalidad. La crisis económica y el ajuste de las cuentas públicas que lleva adelante el Gobierno nacional hacen pensar que es difícil que un proyecto de esa envergadura se materialice en el mediano plazo. Pero es importante planificarlo. Es probable que en el futuro vuelvan a producirse condiciones favorables para el desarrollo de obras de este tipo. Y no habría que dejar pasar las oportunidades.

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