Lenta carrera por la igualdad de género en el automovilismo

25 Abril 2024

Con prácticamente un cuarto del siglo XXI recorrido, hay una gran cantidad de paradigmas, tabúes, mitos y barreras que el deporte ha derribado. Pero queda una cantidad indeterminada de realidades que todavía cuesta asimilar. Una de las tantas fue planteada en LA GACETA en un amplio análisis sobre el automovilismo deportivo y que se refiere a cuestiones de género en la especialidad de pista.

Con el paso de los años y el saludable avance hacia una igualdad de género en prácticamente todas las actividades que la humanidad desarrolla, puntualmente en el deporte se ven, ya no como una rareza sino como una situación normal, disciplinas que antiguamente eran consideradas sólo para hombres. Son los casos del boxeo, el fútbol y el rugby, por citar algunas que constituían bastiones masculinos.

Pues bien: el automovilismo, como uno de los pocos deportes en los que ambos géneros pueden medirse mano a mano en simultáneo, ha tenido en casi todas sus modalidades una creciente presencia femenina. Esto llega incluso al punto que, en una variante como el cross country ya hubo incluso campeonas mundiales. O en el karting, en el cual el porcentaje de participantes mujeres ya se acerca al de los hombres, en el orden internacional.

En las disciplinas pisteras, no obstante, se vive otra realidad. Faltan mujeres, porque falta apoyo, confianza en sus condiciones y un semillero que asegure calidad y cantidad.

Del automovilismo deportivo suelen decirse muchas cosas que rozan la polémica o directamente son polémicas. El tema de género es uno de ellos y esto está atravesado por lo cultural, en múltiples sentidos. Porque siendo a una de las disciplinas más populares y tradicionales de Tucumán en particular y de la Argentina en general, el machismo está presente. Y no sólo por la escasa o nula presencia de mujeres que corren o trabajan en los equipos, sino también por las condiciones “inhóspitas” que sufren aquellas que ocupan un lugar. Lo cierto es que, siendo un deporte mixto, sin embargo sigue asociado al hombre. Y con ello afloran las percepciones y los estereotipos.

Se toma como certeza que en el deporte motor se pone en juego una masculinidad asociada a los vehículos en general, que representan el placer por la fuerza, el riesgo, la adrenalina y la velocidad. Y la pasión por los fierros, la grasa y el polvo. Pero también se afirma que cuando una mujer tiene la posibilidad de competir de igual a igual, el automovilismo deja atrás ese sesgo machista.

Las mejoras están siendo lentas, pero existen, porque hay esfuerzos por cambiar esta realidad. Lo hizo la Federación Internacional del Automóvil cuando creó en 2009 una Comisión de Mujeres y Deporte Motor para aumentar el nivel de participación femenina. Y también lo están haciendo las federaciones de los países donde el automovilismo tiene fuerte impacto.

Lo que ya pasa en el rally, el cross country y el karting, con las mujeres asumiendo fuerte protagonismo, debería ser tomado por las divisiones pisteras, de tan fuerte raigambre en los fanáticos, para que la realidad pase de una excepción a una tendencia firme y sostenida en el tiempo. Porque la igualdad de género no sólo es un derecho humano fundamental, sino que es uno de los fundamentos esenciales para construir un mundo pacífico, próspero y sostenible.


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