La tragedia ocurrida en la comisaría de Simoca, donde un oficial de policía causó la muerte de un compañero durante un beberaje, dio lugar a varias reacciones oficiales. Por un lado, la congoja por la dolorosa circunstancia que hoy lamentan las familias y se discute en la Justicia; por otro, la desazón oficial ante actos de descontrol como el que protagonizaron los dos efectivos, que estuvieron bebiendo alcohol muchas horas en la sede policial. El mismo gobernador de la Provincia, enterado del doloroso episodio, reaccionó de manera contundente. “No podemos permitir que uniformados tengan ese tipo de actitud y son indignos de tener el uniforme de la Policía”, expresó.
Efectivamente, el mandatario reunió a los funcionarios de Seguridad, dio instrucciones al ministro de Seguridad, Eugenio Aguero Gamboa, para que hasta hoy esté listo en su despacho el decreto para rubricar y dar el pase a retiro de aquellos policías que ya hayan cumplido con los años de servicio en la fuerza de seguridad, que son más de 130, y para hacerles conocer a los jefes de la fuerza su malestar. “En la carrera de cualquier persona siempre quedan grabados algunos momentos o situaciones. Creo que ninguno de los que estuvimos ahí recibimos una reprimenda tan fuerte, dijo una fuente policial. “Este problema de Simoca no pasó desapercibido”, explicó el Gobernador. “Hemos dado instrucciones para que la Justicia actúe hasta el fondo de la cuestión”, añadió. Al finalizar la reunión, el jefe de Policía, Joaquín Girveau, convocó a los mandos superiores de Patrullas Rurales para avisarles que varios de ellos pasarían a retiro y otros tendrían nuevos destinos. “La sanción tiene que ver con la falta de control. Estos escándalos se desatan porque el personal, al no haber un mando fuerte, comete actos de indisciplina muy graves”, explicó una fuente del área de Seguridad. El caso también fue analizado por el juez de Monteros, Mario Velázquez. “El alcohol, otra vez. Y cabe preguntarse si lo ocurrido en Villa Chicligasta (el caso del homicidio de Luis Espinoza), y otros de esta jurisdicción, no tuvieron el mismo condimento”, planteó Velázquez al resolver. Por esa razón adelantó que exhortaría al jefe de Policía “a fin de que tome recaudos, exigiendo a la fuerza policial, no solo a los jefes regionales y de zona, que no estarían ejerciendo las obligaciones que pesan sobre ellos”. El juez insistió en considerar como “inadmisible” y “grave” la conducta del oficial que disparó el arma -ya se ha de determinar si se trató de un hecho doloso o culposo- al tratarse de un servidor público a cargo de la seguridad de la comunidad. También reprobó el hecho de que este alto oficial haya mandado a sus subordinados a comprar vino, valiéndose de que en la dependencia policial era el de mayor rango.
El episodio, efectivamente, ha mostrado los riesgos y las consecuencias que genera el descontrol en una tarea esencial como la seguridad. En los últimos tiempos hubo algunos episodios, como el de tres agentes que tuvieron un incidente en un control de alcoholemia -fueron expulsados inmediatamente de la fuerza- y uno de dos policías que hacían tiros al aire en 2021 en la esquina de Viamonte y Perú. A lo largo del tiempo hubo otros episodios más graves y trágicos -como el de los productores muertos a tiros por policías en Tafí del Valle- y otros curiosos, como el del preso por drogas con celda VIP -hace años- en la comisaría de El Manantial. La reacción de las autoridades es positiva, importante, aleccionadora. También cabe preguntarse si se debieran establecer medidas más profundas de control preventivo para evitar conductas, como la que ahora lamentamos, que lleguen a tragedia.