La Furia de Gran Hermano: ¿un reflejo de la violencia social?

La Furia de Gran Hermano: ¿un reflejo de la violencia social?

La casa de “Gran Hermano” se ha convertido en un campo de batalla donde la violencia verbal y gestual reinan sin control. En el epicentro de este caos se encuentra Juliana Scaglione, conocida como “Furia”, una participante que encarna la irreverencia y la confrontación como ninguna otra antes en el programa. Es una estratega meticulosa que ha estudiado cada detalle del juego para asegurarse la victoria. Su conducta agresiva y sus amenazas hacia sus compañeros han generado un fervoroso fandom que la respalda ciegamente.

La hemos visto a Furia en demasiadas discusiones: desde lanzar una hamburguesa a su archirrival de ese momento, el tucumano “Manzana”, seguido de una lluvia de insultos gordofóbicos, hasta los gritos y el menosprecio que recibía Sabrina, otra participante, durante su estadía en la casa.

Pero el último episodio que se mostró fue una discusión violenta con Mauro Dalessio, otro participante de la casa y su pareja en el programa. Una pelea que expone la doble moral que tenemos los argentinos como sociedad en relación al tratamiento de la violencia.

Según el observatorio de Mumalá, en lo que va del año se perpetraron en el país 72 femicidios, uno cada 40 horas y con estos números es lógico que se condene la violencia ejercida por hombres hacia mujeres, pero muchas veces se pasa por alto o se justifica la violencia realizada por mujeres (esto quizás puede ser leído como un signo de la sociedad machista en la que vivimos y en donde el estereotipo reinante de hombre no nos deja reconocer la violencia que ejercen algunas mujeres sobre ellos).

Sea en televisión o en las redes sociales, muchos justifican la violencia de Furia hacia Mauro como una simple “pelea de pareja”. Sin embargo, si los roles estuvieran invertidos, seguramente se pediría la expulsión del hombre involucrado.

Es alarmante ver cómo se normaliza y se excusa la violencia, especialmente cuando es protagonizada por una figura pública, detrás del rating. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿hasta qué punto se retroalimentan estas actitudes extremas en la sociedad? ¿Cuál es el límite en un reality?

Sabemos que la televisión está dispuesta a todo por unos puntos de rating. Pero ¿qué pasa cuando las palabras en televisión abierta reproducen discursos de odio, xenofobia, gordofobia, homofobia o violencia? El género no debería ser una excusa para dejar pasar situaciones violentas y discriminatorias. ¿Puede estar todo permitido en un reality? No, y eso se dejó en claro cuando, en una gala, la voz de Gran Hermano le hizo un llamado de atención a Agostina Spinelli por su comentario con respecto a la AMIA.

La presencia de personajes como Furia en un programa de televisión de alta audiencia contribuye a perpetuar la glorificación de la agresión y establece un peligroso precedente para las generaciones futuras. Al exponer estas conductas sin censura ni consecuencias, la televisión ayuda a la desensibilización y normalización de la violencia interpersonal. El impacto en la sociedad podría ir más allá del entretenimiento superficial; podría estar hablando de un problema más profundo en nuestra cultura. La adoración ciega hacia figuras problemáticas y la justificación de sus acciones dañinas podrían ser síntomas de una sociedad que ha perdido de vista sus valores fundamentales.

El papel de los medios de comunicación, especialmente de la televisión abierta, es crítico en la perpetuación de estos estereotipos y normas sociales. Al glorificar la confrontación y la agresión verbal, se normaliza la violencia como una forma aceptable de resolver conflictos, especialmente entre mujeres.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios