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En cualquier otro contexto, la foto no hubiese llamado la atención. Pero en el comienzo de un año en el que habrá comicios, la imagen de un legislador opositor con el gobernador desencadenó una apilada de especulaciones y le dio la señal de largada a la temporada electoral. Porque, aunque caminen por veredas opuestas, José Cano y Osvaldo Jaldo pueden tener más puntos en común, al menos en este momento, de los que la superficie permite ver.
El miércoles, el radical visitó en la Casa de Gobierno al mandatario peronista. Según el comunicado oficial, analizaron políticas públicas para luchar contra las adicciones. Casi en paralelo, surgieron los primeros planteos del parlamentario respecto de las elecciones de este año. “Milei no es la contracara del kirchnerismo, al contrario. Creo que hay un acuerdo político entre ambos espacios para polarizar la elección y perjudicar a quienes nos oponemos al modelo antirepublicano que ambos proponen”, lanzó. El ex senador también consideró que la oposición tucumana debe confluir en un espacio en el que coincidan radicales, peronistas y otras expresiones que no comulguen con el Gobierno nacional.
En realidad, lo que hizo Cano es exteriorizar algo que viene germinando desde mediados del año pasado, a partir de los huérfanos que dejó la fallida experiencia de Juntos por el Cambio en Tucumán. Sin lugar en el espacio libertario por cuestiones ideológicas y con la casilla de aliado a la Casa Rosada copada por el propio Jaldo y el peronismo institucional local, buena parte de la dirigencia opositora busca su lugar en el tablero político. Así surgieron las primeras charlas entre legisladores de diferentes extracciones, pero principalmente radicales y los ex alfaristas. Hubo una experiencia fallida en octubre del año pasado, cuando pretendieron apoyar a un candidato a intendente de La Cocha que terminó bajándose días antes de la votación.
Aquel año feliz
En rigor, hay líneas directas entre ellos porque la relación se vino forjando a partir de 2015, cuando se gestó aquel Acuerdo para el Bicentenario entre los peronistas Domingo Amaya y Germán Alfaro contra la dupla Juan Manzur-Jaldo. Más allá de algunas variantes o distanciamientos circunstanciales, desde entonces este sector milita más o menos en la misma línea de flotación. La habitual excepción es la izquierda y es el bussismo, ya que Fuerza Republicana actúa de líbero en cada convocatoria a las urnas.
¿Cuál sería la diferencia actual? Básicamente, que no se está hablando de un armado para pelear por el poder, sino literalmente de luchar por la supervivencia política de sectores que han quedado desdibujados por el maniqueísmo actual. En esa nostalgia de lo que alguna vez fue, la aparición de Jaldo cobra sentido. O al menos abona las especulaciones porque en ese prematuro armado opositor hay alfaristas distanciados como Alfredo Toscano, vicepresidente segundo de la Legislatura y uno de los parlamentarios que con mayor frecuencia visita el edificio de 25 de Mayo y San Martín. Incluso, con mayor asiduidad que varios de los oficialistas.
Conveniencia mutua
Por supuesto, por ahora son demasiadas las versiones y pocas las certezas. Pero lo único seguro es que ni a Jaldo ni a los sectores desperdigados de la oposición tucumana les conviene que La Libertad Avanza haga pie en la provincia. Y en eso está trabajando el espacio libertario, que en lugar de forjar alianzas locales va por los distritos devorándose a quienes les colaboran. Lo está padeciendo el propio Mauricio Macri, que deambula entre el amague de una coalición conjunta el desguace del PRO en la provincia de Buenos Aires, con el impulso de la ministra de Seguridad Patricia Bullrich. Los intendentes bonaerenses amarillos que se tiñeron de violeta en estas semanas es un ejemplo. También la tranquera abierta de la chacra radical, entre los que se destaca el tucumano Mariano Campero. No en vano Jorge Macri avisó que su primo Mauricio será candidato y como primera medida separó las elecciones para cargos locales en la Ciudad de Buenos Aires de las nacionales. Eso es, literalmente, alambrar un distrito.
Las dificultades
La cuestión es que en esta provincia, en este año, sólo se eligen cuatro diputados nacionales, por lo que la idea de Jaldo –nuevamente- de “alambrar Tucumán” de la invasión foránea se dificulta. Y entonces al gobernador no le queda más alternativa que imponerse en los comicios. Básicamente, para evitar intromisiones que puedan proyectarse hacia 2027. Pero también por una cuestión de estrategia de gestión. Si Milei hace una buena elección de mitad de mandato engrosará la cantidad de senadores y de diputados propios, con lo cual la dependencia libertaria hacia los gobernadores dialoguistas, entre los que sobresale Jaldo, será menor.
Particularmente, “El Comisario” sustentó su primer año de mandato en la conveniencia de ofrecer sus tres diputados a la Nación. A cambio recibió mimos y un trato preferencial en la fila que los jefes provinciales deben hacer para ingresar a la Casa Rosada. Suponiendo que La Libertad Avanza obtenga un buen resultado en general, el peso del bloque Independencia podría ser menor, al igual que el del resto de los aliados. O cuanto menos, Milei ya podría elegir a quiénes quiere de su lado y a quiénes no.
El temor por el 2027
Pero si además los libertarios tienen una buena performance en las urnas de Tucumán, mirarán con otros ojos la compulsa por el poder provincial en 2027. Porque, hoy, el tranqueño no tiene rivales locales que puedan asomar para el momento en el que deba disputar su reelección. En cambio, que el Partido Justicialista y La Libertad Avanza repartan bancas o hagan una elección reñida en este 2025 tendrá como consecuencia directa el surgimiento de un nuevo proyecto provincial. Hoy, vale decir, LLA no es más que un sello que depende exclusivamente de la imagen de Milei. Pero si una lista de candidatos a diputado con, por ejemplo, Lisandro Catalán a la cabeza tiene un buen desempeño, el partido violeta mirará con otros ojos el 2027.
Por eso para Jaldo es crucial que el proyecto provincial libertario muera en esta elección, y para eso puede resultar de gran ayuda que la oposición vaya dividida y que haya una variada y nutrida oferta electoral. Quiénes pueden integrar eventualmente esta tercera opción local es, por ahora, difícil de pronosticar. Pero hay decisiones del Presidente que puedan arrojar un poco de luz.
Los que sí y los que no
Principalmente, si LLA decide armar listas propias en cada provincia, quienes hoy coquetean con ponerse peluca tendrán que buscar nuevas opciones. Allí aparece el nombre del radical Roberto Sánchez, cuyo mandato como diputado vence este año. El ex candidato a gobernador de JxC zigzagueó en este último año entre su apoyo y sus críticas al mileísmo, por lo que no es de los preferidos de la Casa Rosada. Además, su idea de enfrentar en una eventual Primaria Abierta a Catalán resulta hoy de difícil concreción por un montón de razones políticas. Pero también porque el Congreso comienza a debatir mañana la eliminación de las PASO.
De ahí que el concepcionense, que en las redes sociales se muestra como el “otro” intendente de esa ciudad, sea un nombre que siempre aparezca entre los que buscan gestar esta alternativa netamente provincial. El otro es el de Silvia Elías de Pérez, que trabaja en la Legislatura con José Seleme y que tiene como zanahoria la posibilidad de sumar poder: si, en una de esas, este espacio obtiene una banca de diputado, en su lugar asumiría uno de sus hijos. No obstante, para un sector de los correligionarios la jugada de Cano –si es que la hay- cayó muy mal y podría atentar contra ese eventual armado grupal. Quizá solución pacífica surja del proceso de renovación de autoridades del distrito local de la UCR. El legislador Agustín Romano Norri quiere el control formal del partido, y viene resistiendo junto a Ariel García la movida prointerventora de Cano.
Por supuesto, y como es costumbre, la interna radical siempre está presente, no importa cuándo se escriba o se lea esto.