

El bagayerismo es una actividad que se desarrolla desde hace más de 30 años con una inusitada regularidad. Los pasos clandestinos para ingresar mercadería ilegal y las rutas para transportarlas son las mismas que utilizan los narcos para llevar la droga. Pero ese fenómeno no podría haber crecido sin la complicidad de los responsables de cuidar esos caminos. En los últimos meses quedaron al descubierto varios casos de corrupción que confirman esa teoría. Tanto es así que sólo en el marco del Operativo Lapacho, en lo que va del año la Policía decomisó productos por más de $2.100 millones.
Vale la pena hacer un recorrido por la ruta del contrabando para terminar de entender cómo funciona el sistema. En Orán, localidad salteña ubicada a unos 490 kilómetros de la capital tucumana, hay un lugar conocido como “El Playón”. Se trata de un predio donde llegan y parten los autos, utilitarios y micros de los tours de compras. A ese sitio llegan los bagayeros con decenas de bultos que pasaron desde Bolivia. Después de cargarlos, inician su viaje de retorno a casa. Hombres y mujeres de Gendarmería Nacional y de la Policía Federal son los responsables de custodiar lo que allí sucede. Pero esa tarea consiste en evitar que se registren incidentes o que haya robos. No controlan ninguno de los miles y miles de bultos que pasan por ahí.

En el marco del Operativo Lapacho, la Policía recibió un informe de inteligencia sobre lo que ocurría allí. El documento reservado al que tuvo acceso LA GACETA da cuenta de dos situaciones. No existen los recursos humanos suficientes para controlar a los bagayeros y mucho menos, tecnológicos. Ni siquiera cuentan con perros para tratar de descubrir algún cargamento de droga oculto entre prendas de vestir, en el interior de juguetes o camuflados en artículos electrónicos. Desde Orán, los viajeros deben superar entre 10 y 13 controles fijos y sorpresivos que montan los gendarmes y, muy de vez en cuando, los policías federales.
“Maestro: los gendarmes están regalados hace años. La Policía Federal ni existe. Ahora habrá que ver qué harán los ‘milicos’ de aquí”, señaló con una honestidad brutal Marcos Monteros, uno de los tantos bagayeros tucumanos. “Me dedico hace más de 15 años a esto. He visto que pretendieron hacer de todo, pero nada cambió por una sola razón: del bagayerismp viven miles de personas. Desde Orán hasta Tucumán. La gente también se termina beneficiando porque paga menos”, añadió.

“Nuestra tarea no seguirá siendo la misma, sino que la intensificaremos porque tenemos entendido que tendremos más recursos humanos y técnicos para realizar los controles”, explicó el jefe del Operativo Lapacho Fabio Ferreyra. “Siempre apuntamos a las personas que trasladan mercadería para la reventa, no para los que utilizan los viajes para su uso. No es lo mismo viajar a Bolivia para cambiar las cubiertas que traer entre 10 y 15 para comercializarlas a través de las redes sociales”, explicó.
Hubo un caso testigo. El 10 de marzo, en el puesto fronterizo Cabo Vallejo, ubicado en el límite con Salta, los policías detuvieron una camioneta Toyota Hilux con un tráiler en el que transportaba 100 cubiertas de motocicletas. Según los reportes, la camioneta habría partido desde Orán y cruzó los límites de dos provincias hasta que fue descubierta.
Historia y contactos
La historia narco tucumana da cuenta que fueron muchos los condenados por comercializar grandes cantidades de droga que iniciaron su carrera en el contrabando. Hugo “Rengo Tévez” Ordoñez (considerado como el hombre que introdujo el “paco” en la Costanera) se dedicaba a trasladar mercadería ingresada ilegalmente al país a diferentes provincias. Mario Pasarín fue detenido cuando transportaba cocaína en un utilitario. Miguel “Miguelón” Figueroa también se habría dedicado a este oficio antes de transformarse en “chatarrero”.
Que las rutas del NOA se hayan transformado en una red de corrupción quedó demostrado en una investigación que realizó el fiscal federal Agustín Chit. Gendarmes tenían bien aceitado el cobro de coimas para permitir el paso de tours de compras. Idénticos expedientes se abrieron en las jurisdicciones de Salta y Jujuy. Esas causas revelaron que esas excursiones eran utilizadas para transportar droga por todo el NOA. El año pasado, según los registros oficiales, las autoridades decomisaron 448 kilos de estupefacientes que eran transportados ocultos entre mercadería. Hasta el 22 de marzo, fueron 43 los kilos decomisados.
El informe reservado de las fuerzas federales indicó también que los tour estarían utilizando otras rutas alternativas para poder esquivar los controles. De hecho, de la cantidad de estupefacientes decomisados este año, 41 kilos fueron hallados en los micros que circulaban por la ruta 34 o caminos alternativos de Santiago del Estero. De acuerdo a los datos aportados por inteligencia, los tours se están volcando por esas rutas y hasta veces permanecen días enteros en los montes esperando que se levanten los controles para poder continuar viaje. “Esa versión es creíble porque muchas veces controlamos su paso hacia el Norte, pero no podemos detectar su regreso”, indicó Ferreyra.
Puntos críticos
Los decomisos por contrabando se hicieron en 12 puntos diferentes de la provincia. Obviamente, que la mayoría se hicieron en puestos fronterizos, pero también se concretaron en Tapia, Ampimpa y Las Mesadas, lugares elegidos estratégicamente para sorprender a los que buscan caminos alternativos para eludir los controles.
Los puestos de Cabo Vallejo (ubicado en Trancas sobre la ruta 9), 7 de Abril (instalado en sobre la ruta 34, Burruyacu) y Colalao del Valle (que está sobre la ruta 40 en la localidad de ese nombre) fueron los que más decomisos concretaron este año. En los dos primeros, también se incautó la mayor cantidad de droga. En el puesto burruyaquense incautaron 285 kilos (156 de cocaína y 129 de marihuana) y en el tranqueño 56 (51 de cocaína y cinco de marihuana). El otro es considerado como un punto clave en la ruta narco de los valles, aunque en lo que va del año la fuerza no concretó ningún hallazgo.
Las autoridades reconocieron que con respecto al año pasado, se incrementaron los secuestros de material de contrabando en los puestos de Árboles Grandes y Los Mistoles, sobre las rutas 93 y 157. Allí, según los reportes se decomisó mercadería de origen boliviana que eran transportadas por vehículos que se dirigían hacia la capital. “Pensamos que son personas que eligen las rutas santiagueñas y en Termas de Río Honda vuelven a Tucumán para evitar los controles en el norte”, finalizó Ferreyra.
Fenómenos distintos: el contrabando de Chile y de Paraguay aún no compite con el de Bolivia
“Pueden decir lo que quieran, pero por el momento, los productos de Chile y de Paraguay no le llegan a los talones a los de Bolivia. Acá se impone lo que entra por Aguas Blancas”, dijo Esteban Juárez. El coordinador reconoció que hay un interés para ir a comprar a esos dos países. “Las excursiones más comunes son las que se hacen a Ciudad del Este. Viajar a tierras chilenas es más complejo y caro”, agregó el hombre.

El jefe de Operativo Lapacho Fabio Ferreyra no descartó la existencia de mercadería de esos países, pero explicó que los volúmenes que se manejan son muy inferiores. Investigadores y bagayeros coincidieron en señalar lo que ocurre con los productos que ingresan de tierras paraguayas. Normalmente, un tucumano ofrece en las redes sociales traer mercadería desde Ciudad del Este. Una vez que tiene definido una lista de artículos, llamará a un contacto de ese país que se encargará de adquirir los productos, lo pasará al país por algún paso clandestino y por último lo enviará a Tucumán por encomienda.
“Ellos hacen la diferencia aumentando entre un 20% y un 30% del valor. Uno dice que no es tanto, pero son entre U$S 200 y U$S300 por cada producto. Y los tucumanos lo mismo le dan la plata porque sigue siendo mucho más barato que en el país”, comentó Fernando Heredia, estudiante universitario que compró así un Iphone y una notebook. “En Paraguay se buscan celulares, computadoras y artículos que no se consiguen en Bolivia porque son muy costosos. La ropa deportiva que venden los chilenos a muy buen precio es la misma de la más cara que comercializan los bolivianos”, señaló el bagayero Juan Carlos Frías. “Cuando la gente se dé cuenta de eso, habrá una invasión en Orán”, destacó.